miércoles, 25 de septiembre de 2024

Ucrania: un mar proceloso

Las recientes conversaciones de alto nivel en Minks parecen haber abierto un resquicio a la esperanza...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 14/02/2015
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El derechista Piort Poroshenko
El derechista Piort Poroshenko no se abstuvo de manifestar que “para fines de año ejercerá el control sobre la frontera oriental” de Ucrania.

El diálogo realizado hace apenas horas en la capital bielorrusa –y que bien podría denominarse Minks Dos- entre los presidentes de Rusia, Alemania, Francia y el régimen de Kiev, parece indicar que se abre cierta posibilidad de poner coto a un conflicto interno que  ya suma más de cinco mil 300 muertos y un millón y medio de desplazados en el Este de Ucrania.

En efecto, en el encuentro entre Vladímir Putin, Angela Merkel, Francois Holland y el derechista Piort Poroshenko, y con la gran ausencia del mandatario norteamericano Barack Obama, cuyo gobierno parece más inclinado a privilegiar soluciones militares, se concretó un alto al fuego entre Kiev y los federalistas del oriente que deberá entrar en vigor este 15 de febrero.

Además, según los propios participantes en el conclave, se decidió el retiro de la artillería pesada de las áreas de enfrentamiento y la liberación de prisioneros.

No obstante, a tono con los informes de algunos órganos de prensa presentes en Minks, Poroshenko no se abstuvo de manifestar que “para fines de año ejercerá el control sobre la frontera oriental” de Ucrania, sin referirse a como podrá lograr ese empeño sin tomar en cuenta la voluntad de la población local, en desacuerdo con el rumbo neo fascista y xenófobo de las actuales autoridades nacionales.

Por su parte Fracois Hollande tampoco se contuvo para revelar las claves que impulsaron a París y Berlín a apoyar finalmente las insistentes gestiones de Moscú destinadas a establecer un acuerdo negociado a la crisis ucraniana.

Lo logrado es un “alivio para Europa”, precisó el mandatario galo, una observación que se suma a la de Angela Merkel, quien en visita precedente a Washington insistió ante Barack Obama que en Ucrania debe privilegiarse el factor diplomático, justo  cuando el jefe de la Casa Blanca criticaba acerbamente a Rusia por su “inadmisible imposición de un cambio de fronteras en Europa a punta de pistola”, y confirmaba públicamente que estudia la posibilidad de entregar a Kiev “armas letales” en su lucha contra los rebeldes, en consonancia con las demandas de los sectores norteamericanos más reaccionarios.

Y esta disonancia táctica no deja de ser llamativa en un viejo binomio en el cual, hasta ahora, Europa Occidental ha puesto en la picota no pocos de sus intereses regionales para engancharse de lleno, en calidad de cola, en el carro hegemonista que timonean los peores intereses estadounidenses, empeñados en no admitir la reestructuración o el surgimiento de nuevas potencias mundiales, mucho menos adscritas a una línea de constructiva multipolaridad.

Lo cierto es que la Europa ligada a Washington no solo ha sido víctima clave de la crisis económica surgida en su aliado mayor desde 2008 y exportada al otro lado del Atlántico, sino que en el caso de Ucrania ha perdido decenas de miles de millones de dólares al secundar la política de sanciones contra Moscú, al tiempo que parece percibir claramente que una escalada más incisiva  de la guerra en el Este ucraniano haría del Viejo Continente la antesala de un conflicto de consecuencias imprevisibles.

En términos más concretos, Europa Occidental requiere –y más en tiempo de forzadas vacas flacas- de los decisivos suministros energéticos rusos y del mercado importador del gigantesco vecino, amén de que evidentemente resulta poco sensato a estas alturas seguir azuzando a un oso Misha que –aún con limitaciones- posee una fuerza y un potencial formidables y por tanto imposible de obviar.

Eso sin olvidar que la debacle económica y de principios que le ha sido impuesta al oeste europeo por gobiernos obsecuentes, ha comenzado a generar nuevas fuerzas internas de cambio que, como en el caso de Grecia, son capaces de alterar de manera significativa el tradicional e ineficaz “equilibrio político” regional.

En consecuencia, Minks Dos se proyecta como un importante intento de acceder a soluciones razonables en el conflicto en Ucrania. Ahora solo resta esperar por la sinceridad y el interés real de algunos de los presentes en la capital bielorrusa, teniendo como negativo referente que un primer esfuerzo de corte similar resultó neto tiempo perdido a cuenta de la indecencia política del régimen de  Kiev y de sus ya conocidos promotores externos.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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