La estatura de 185 centímetros lo limitó en el voleibol de sala a pesar de sus habilidades, pero no fue impedimento para que sobresaliera en la arena y se convirtiera en uno de los jugadores cubanos con más destacados resultados internacionales en la modalidad de playa.
Francisco Álvarez Cutiño, quien el 12 de abril cumplió 55 años de ver la luz en el municipio santiaguero de San Luis, no quiere despertar del sueño que confiesa estar viviendo –y en especial en esta etapa– con sus pupilos Jorge Luis Alayo y Noslen Díaz.
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Lo que hace más de dos décadas logró como jugador cuando mayormente formaba pareja con el granmense Juan Rosell Milanés ha sido reeditado por varios de sus alumnos y hasta superado en ocasiones.
¿CUÁLES DIFERENCIAS OBSERVA DE AQUEL VOLEIBOL DE PLAYA AL DE ESTOS TIEMPOS?
No tanta, aunque las duplas cubanas teníamos más nivel, eran seis en el equipo nacional como ahora, sin embargo existía más rivalidad y mayor participación en torneos por invitación en varios países como España e Italia, entre otros, y en circuitos mundiales, de 18 fases asistíamos a 14 y 15.
Ahora se ha equilibrado mejor por la FIVB el circuito mundial, que se inició para todos, luego se diferenciaban los niveles por estrellas y ahora es Pro Tour Mundial con los torneos Futuro para equipos menores, Challenge para los que están más constantes y el Élite, donde intervienen los 16 equipos súper dotados.
Pero siempre el rango ha sido alto, muy buenos jugadores, lo que se jugaba más estático, con más potencia en el saque, pocos equipos implementaron jugar más rápido, como los suecos y noruegos, estos últimos los primeros campeones olímpicos cuando se incluyó como exhibición en Barcelona 1992, tantos años después siguen entre los primeros del ranking y son casi imbatibles.
¿QUÉ ESTÁ ENTRE LO MÁS LLAMATIVO?
Que esa rapidez en los sistemas de juego se ha globalizado más, hay todo tipo de pases, con menos altura que antes pero más veloces, un sistema con fuerza, pero variable y explosivo, muy buen control de los complejos (K1 y K2). Los suecos son los mejores exponentes en ese sentido, desconciertan a los rivales con un pensamiento táctico muy bien experimentado.
La explosividad y el ritmo del juego actual en los sistemas de juego son más espectaculares, han revolucionado más a este deporte, antes se utilizaba poco, sin embargo ahora distingue al voleibol de playa, impera un juego más creativo y mucho más rápido, fogoso.
¿Y RESPECTO AL ESPECTÁCULO?
A los excitantes partidos se ha sumado la calidad del espectáculo como tal, los escenarios, el ambiente. Ahí sí la diferencia es notable, antes se jugaba más en zona de playa, de donde proviene esta disciplina. La Federación Internacional de Voleibol se ha propuesto atraer a todos, brindar la opción que mucha más cantidad de personas disfruten de ese espectáculo. Lo mismo en una cancha de tenis que en una sala techada de baloncesto, donde no hay aire, y esto ha gustado mucho a los jugadores.
DEFINITIVAMENTE, ¿LE GUSTA MÁS EL VOLEIBOL DE PLAYA?
Exacto, aunque salí de la sala como todos aquellos de mi época en Cuba y eran muy buenos antes de pasar a playa. Mis inicios fueron en lo que se denominaba área especial en San Luis y participé escalonadamente en todas las categorías, pioneriles, escolares, juveniles y primera categoría. Fui captado a la Eide e integré el equipo juvenil en 1988 y debuté internacionalmente en Hungría en los Juegos Juveniles de la Amistad. Ese fue mi despertar, pero conspiraba mi baja estatura y en los inicios de la década del 90 me decepcionó no hacer equipo al mundial juvenil, creo que tenía calidad como atacador auxiliar para que me incluyeran, los más destacados de esa categoría los tenía Orlando Samuel entrenando con la selección nacional, o sea, tenía espacio.
SU LLEGADA A LA NUEVA DISCIPLINA ¿CÓMO FUE?
Los jugadores de playa iban al entrenamiento de sala en el centro de alto rendimiento Cerro Pelado y me lo propuso Julio Quevedo, me insistía por mis habilidades, pero yo pensaba en el entrenamiento bajo el sol hasta que me fui a probar al antiguo Club Habana, donde radicaba la Espa nacional, lo hice por hobby, luego lo tomé más en serio y empecé con Osvaldo Hernández, Daniel Cárdenas, Juan Carlos Perdomo, Osvaldo Abreu, entre otros hasta que tuve que regresar a San Luis y allá empecé a ir con Walfrido Salas a entrenar a Punta Gorda, en Santiago de Cuba, con Edmidio Limonta, ya fallecido. Era lejos, pero lo hacíamos, y en ocasiones entrenábamos en el campo de pelota de San Luis.
Nos metimos de lleno y en 1993 asistimos al primer campeonato nacional, celebrado en el círculo social Gerardo Abreu Fontán, en La Habana, y perdimos la final con Ihosvany Chamber y Manuel Torres.
Al año siguiente la sede fue en Santiago de Cuba y terminamos en quinto lugar, pero hicieron una selección de los mejores defensores y bloqueadores, y ahí nació la pareja de Francis Álvarez con Juan Rosell Milanés, de Granma.
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¿Y RETORNA A LA CAPITAL?
Así es, nos trajeron para la Esfaar Giraldo Córdova Cardín, donde se forma en 1994 el equipo nacional y empezamos junto a García, Perdomo, Torres, Lázaro Milián, Quevedo, Abreu, Jorge Luis Sánchez… éramos ocho parejas. Nos entrenaba Carlos Ruiz, quien nos inculcó más este deporte, nos hizo caminar más rápido porque veníamos de la sala y no éramos malos.
¿CUÁNDO CUMPLE SU PRIMERA EXPERIENCIA INTERNACIONAL EN PLAYA?
Al año siguiente, fuimos con Torres y García a dos torneos en Italia y perdimos con ellos las dos finales. Y llegó el debut en el circuito mundial de ese propio 1995, Milanés y yo ganamos en Puerto Rico, fuimos terceros en Tenerife y dominamos el Challenge, también alcanzamos otros puestos entre el cuarto y el séptimo entre 32 parejas.
Llega 1996 y todo fue fluyendo como el año anterior, que ya habíamos acumulado resultados para el proceso de clasificación olímpica, pero teníamos que seguir porque como ahora te valoraban las mejores ocho actuaciones. Fue todo tan rápido, como un milagro.
¿CÓMO RECUERDA LA CITA DE ATLANTA 1996?
Fue el debut oficial del voleibol de playa. Lograrlo en tan poco tiempo resultó lo más grande que le puede pasar a un atleta o a un entrenador, y a la familia del deporte. Tantos recuerdos, grandes atletas que conocimos, saber que unos guajiritos estábamos en unos juegos olímpicos.
Pudimos dar un súper alegrón, pero la inexperiencia y una sola jugada dio al traste con esa posibilidad. El árbitro nos cantó falta y nos molestamos, pero esa actitud nos desconcentró y perdimos el tie-break 13-15. Sufrimos, aunque también lo disfrutamos, y allí lo hicimos bien, perdimos contra Estados Unidos, le ganamos a Argentina y perdimos ante Canadá el pase a las semifinales. Eso fue lo más grande que conseguimos, conservo la medalla de participante y el diploma con letras doradas que entregaron a los ocho finalistas.
Siento un gran orgullo por aquel debut olímpico como jugador, sin embargo sentí algo similar cuando 20 años después, en Río de Janeiro 2016, Sergio González y Nivaldo Díaz mejoraron esa actuación con su quinto lugar, pues estuve junto a Leonides Regüeiferos en la preparación de esta pareja desde 2013, año en que inicié como técnico en el equipo nacional.
¿Qué pasó en Sídney 2000?
Milanés y yo seguimos participando en circuitos mundiales, logrando los objetivos y siguiendo el ritmo. El cupo lo daba el Grand Slam de Chicago y no pudimos ir. Fuimos al último torneo a Bélgica y logramos noveno lugar con la misma puntuación que el segundo dúo de Australia y les dieron el pase a ellos por ser sede, aunque ya tenían asegurada una plaza como sede. Un año después me operaron las dos rodillas de calcificación en el tendón que inserta la rótula.
¿CÓMO FUE LA SIGUIENTE ETAPA?
Me recuperé muy bien y en 2002 retornamos al circuito mundial, ganamos plata en un Grand Slam, que es como una fase actual de Élite; en el 2003 le ganamos a Brasil por el oro en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo; en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 nos ubicamos en noveno y me separan de Milanés.
Jugué el 2005 con Oney Ramírez y tuvimos buena actuación en el circuito del orbe y cuarto en el mundial. Al siguiente año con Wilfredo Villar ganamos los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Cartagena 2006 y de pareja de Leonel Munder conquistamos bronce en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro 2007.
No clasificamos a la cita olímpica de Pekín 2008 y decidí retirarme. Volví a San Luis y terminé la licenciatura en Cultura Física, lo que siempre fue un sueño propio, de la familia y en especial de mi mamá. Siempre quiso que fuéramos un poquito más allá. Entonces en 2013 me integro al colectivo técnico nacional con Regüeiferos.
Cuando entré comenzó una revolución, con Sergio y Nivaldo ganamos los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz 2014 y Barranquilla 2018; bronce en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015; quinto en la cita olímpica de Río 2016; dos novenos lugares en campeonatos mundiales en Países Bajos y Austria; tres medallas en circuito mundial y varias en el de Norceca.
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NUEVOS TRIUNFOS COMO ENTRENADOR…
En los Juegos Panamericanos de Lima 2019, Sergio y el joven Luis Enrique Reyes ocuparon el quinto lugar, y participamos en el mundial de Alemania, pero Sergio se retiró, y unimos a Reyes con Noslen Díaz, ganaron el torneo sub-23 años de Norceca y clasificamos a los I Juegos Panamericanos Júnior de Cali 2021, donde nos alzamos con el metal de plata y el boleto a los Juegos Panamericanos de Santiago 2023.
Reyes pidió su baja y unimos a Noslen con Jorge Luis Alayo. Ganaron el clasificatorio mundial de Norceca y ocuparon un destacado lugar 17 en el certamen del orbe de Roma 2022, y después se impusieron invictos en los I Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mar y Playa en Santa Marta 2022, en Colombia.
En 2023 repitieron el puesto 17 mundial en Tlaxcala, México; alcanzaron bronce en los Centrocaribes de San Salvador 2023 y plata ese propio año en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile.
Pero si algo me conmovió fue que mis alumnos llegaran a la discusión de la final en Santiago 2023. Veinte años atrás fui junto a Milanés campeón de la edición de Santo Domingo y me eligieron el mejor atleta de deporte colectivo en Cuba. Dos décadas después ellos me dieron el mayor orgullo de llegar conmigo a una final continental y ese 2023 fuimos escogidos los mejores de Cuba como deporte no colectivo, Alayo el atleta más destacado y a mí me reconocen como entrenador. Ese regalo ha sido de las cosas más lindas que me han podido suceder en esas dos facetas de mi carrera deportiva.
¿CÓMO VALORA 2024?
Un año de ensueño, el Pro Tour Mundial, la preparación para unos juegos olímpicos, centrados en una clasificación que cuando comenzó 2024 estábamos muy lejos de esa opción, el 33 en el ranking universal y ni aparecíamos en el olímpico. Sin embargo mis alumnos me dieron mucho ánimo para iniciar esta ruta y nos hemos entregado para hacerla realidad.
Todavía me parece mentira que lograron cuatro semifinales seguidas en el Pro Tour Mundial, ningún otro equipo lo ha conseguido, se han ganado la admiración de su pueblo y el respeto de los jugadores de los demás países, que los aplauden y todos los quieren, los invitan a entrenar y a realizar bases de entrenamiento. Esto es fruto de la seriedad, el sacrificio, el querer, que sí podemos y luchamos por abrir la puerta de la clasificación. Mucho trabajo ha requerido estos resultados y la labor de muchas personas en la Escuela Nacional.
¿QUÉ HA DISFRUTADO MÁS, LA VIDA DE ATLETA O LA DE ENTRENADOR?
Como atleta solo piensas en jugar y disfrutar todos los momentos, haces cosas que no puedes como técnico, que tienes mayor responsabilidad contigo mismo y con los muchachos. Las dos las he disfrutado al máximo, como jugador porque logras la victoria, lo celebras, pero ya. El entrenador lo saborea doble, pues elaboraste un buen proyecto, lo preparaste, tus alumnos lo asimilaron y ahí llegan los resultados. Aunque la responsabilidad tiene que existir en las dos facetas, incluso pienso que ahora lo festejo más, pues con la ayuda de tu colectivo, de Walfrido Zayas, un compañero que vale oro, te percatas que vas por el camino correcto, aunque descansas y duermes menos, lo importante es que el proceso elaborado ha dado sus frutos y vendrán muchos más. A la vez que luchamos porque Cuba esté representada en París 2024, ya estamos preparando el terreno para el nuevo ciclo olímpico. Tenemos material humano y joven, y todos con muchos deseos de trabajar y mantener la hegemonía que hemos mantenido en el voleibol de playa.
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