El próximo 19 de febrero, en el Victoria de Girón de Matanzas, y previa elección popular de las selecciones de las ligas Occidental y Oriental, se celebrará la XXV edición del Juego de las Estrellas de la pelota cubana.
Y, como cada vez que se acercan estos clásicos, se coloca en el centro de la palestra pública la controversia acerca de cuál es la región del archipiélago, si en Occidente u Oriente, donde se juega mejor el béisbol.
Resolver ese debate hace siempre las delicias de los aficionados y especialistas, aunque no se logra consenso.
Cada meditación en torno al asunto provoca réplicas que causan contestaciones, que a su vez engendra contrarréplicas e inmediatamente da vida a otras discodias… y así, sucesivamente, se difumina la esencia de la controversia inicial, que con frecuencia termina en disputas ramplonas e infértiles.
A donde más lejos se llega, creo yo, es a afirmar que en occidente hay más calidad en el pitcheo y en oriente mayor aptitud para la ofensiva. Una aprobación generalizada, mas sin sustento estadístico al menos en los Juegos de las Estrellas, como veremos más adelante.
Puesto en posición de opinar, antes que todo, yo establecería límites entre la región occidental y oriental tal cual se determinó en la XXV Serie (1985-1986), fecha de inicio de la era de la división regional y la postemporada en la pelota cubana.
Lo primero, entonces, es considerar a Sancti Spíritus un equipo del Oeste y a Villa Clara una novena del Este, lo cual es “otra” geografía, una distinta de la instituida con la División Político-Administrativa de 1976, y, por tanto, puede ser punto de discordia.
Luego, consideraría los desafíos entre las novenas de ambas zonas, que resultaría un ejercicio cansino, enrevesado, porque decenas son las estructuras y equipos de las Series Nacionales desde su fundación en 1962; porque incluso varias provincias tuvieron o tienen más de una novena y es tan injusto no contabilizar los resultados de uno solo, como registrar los guarismos de los dos —he aquí otro punto de discordia.
Y, por último, anotaría los títulos de Cuba, los podios en la competición doméstica y las victorias en los Juegos de las Estrellas.
Me parecen estos los argumentos más completos para, más o menos, no categóricamente, aproximarme a una conclusión que no sea tendenciosa.
Usted, lector, podría aconsejar una numeración de los jugadores de una y otra comarca que integraron los team Cuba, pero la conformación de las selecciones nacionales obedece a dispares criterios y preferencias, a condicionantes incluso extradeportivas, y por ese camino trillaría varias injusticias.
Pudiera aconsejar este y otro/otros indicador/indicadores.
En fin, mi método, con su exhortación incluida, no tendrá la última palabra, como no la ha tenido ninguna otra opinión del tema, como no la tiene opinión alguna referida a la pelota cubana.
Por tanto, no voy a opinar. Voy, eso sí, a exponer algunos apuntes para ayudarle en su meditación y atizar más, si eso es posible, esta añeja disputa.
Aquí les va.
Desde que Agustín Marquetti decidiera el título azul de 1986, los equipos de la Liga Occidental se coronaron en 15 Series y las novenas de las Liga Oriental en 11.
De occidente ganaron Industriales (7), Pinar del Río (3), Vegueros (2), Henequeneros (2) y La Habana (1). De oriente, Santiago de Cuba (7), Holguín (1) y, sí, el “beisboleramente” oriental Villa Clara (3).
En resumen, repito, a partir de las XXV temporada, ganaron cuatro provincias del Oeste (Vegueros y Pinar del Río son patrimonio de la más occidental de las jurisdicciones cubanas), y tres del Este.
Menos claridad aún arroja al dilema los resultados en los Juegos de las Estrellas.
Es que el pulso está parejo, si se descuenta el clásico de 1994, cuando los equipos fueron denominados Truenos y Centellas. Occidentales amasó ventaja inicial de 4-1, la mayor en el duelo; y Orientales, con cinco victorias sucesivas, estuvo arriba 8-6. Pero hoy marcha 12-12.
Respecto a los score, vale apuntar que, antes del partido de la Serie de Oro, definido con victoria de 15x13 a favor de Orientales, en ningún otro desafío el ganador anotó más de ocho carreras. Es más, solo en dos ocasiones el triunfador llegó ocho veces al home plate.
Dos desafíos de este tipo se han definido en entradas extras, ambos, curiosamente, disputados en el 5 de Septiembre y conquistados por los del Este (en 2003, con pizarra de 8x6 y en 2011, con el ya referido 15x13).
Seis lechadas se lograron en Juegos de Estrellas, cuatro por lanzadores orientales en 1963 (5x0), 1986 (4x0), 1999 (1x0) y 2007 (2x0); y dos por los occidentales, triunfadores consecutivos en 1983 y 1984, con pizarras de 4x0 y 7x0, en ese orden. Y, madero en ristre, los de la Liga Occidental, compilados los 24 desafíos de marras, han anotado 99 carreras, por 84 los de la Liga Oriental.
Como se aprecia, no hay diferencias abismales, todas las ventajas son chicas. Eso me parece. Usted, lector, puede manejar otras estadísticas, hacer otras lecturas y armar su tesis para responder en qué región de Cuba se juega mejor a la pelota.
La pregunta vive y colea. Como siempre. O más, qué importa.
¿En qué región de Cuba se juega mejor a la pelota?
El dominio de los equipos de la Liga Oriental en los enfrentamientos particulares contra las novenas de la Liga Occidental no se traduce en títulos de Cuba y tampoco pesa en las estadísticas de los Juegos de las Estrellas...
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