Por segunda vez –en dos presentaciones- la selección nacional de voleibol (f) fue barrida en la final del Grand Prix. En esta ocasión fue el elenco de Turquía quien sumó los tres puntos a costa de un equipo Cuba desconocido.
¿Los parciales?; de espanto.
Les cuento: el primer set anduvo “numéricamente peleado”. Los errores de Cuba aparecieron desde la primera acción de juego y sellaron diferencias en el marcador. Después hubo un repunte que logró nivelar las acciones pero a la postre resultó insuficiente y en los finales las cubanas fueron incapaces de mantener la mínima ventaja que llevaban y vieron desmoronarse sus esperanzas ante un conjunto europeo que consiguió un par de K2 que le aseguraron la victoria final por 25-23.
El segundo set trajo consigo una concentración de errores para cuya descripción no tengo palabras. Imagínense ustedes, si es que su imaginación puesta sobre un partido en la final de un evento internacional de primer nivel les da para tanto, que Cuba estuvo ganado 5-1 en el inicio y perdió el set con marcador de 25-9.
El tercero, con más ayuda de las contrarias que esfuerzo puesto en el intento de resarcir la historia de un país que tanta gloria ha cosechado en este deporte, terminó con pizarra de 25-20.
¿Destacadas?; ninguna. Si hubiese que reconocer a alguien, mi voto iría para Gyselle de la Caridad Silva que pese a jugar lesionada fue la única que logró hilvanar acciones positivas sobre la cancha. Por las estadísticas; la propia santiaguera fue la que más aportó a la causa con 11 unidades (6 ataque, 4 bloqueo, 1 servicio).
Con el saldo de su salida de hoy, la selección de Cuba se sume un poco más en el sótano de la tabla de posiciones. No acumula puntos y tampoco set alguno a su favor. El rival de mañana será Brasil; el juego surcará el éter gracias a la FM de Radio Rebelde desde la 1:00am de nuestro país.
TIME OUT
Seguir actuaciones como estas hacen mella en el deseo de expresar un criterio coherente. Lo de hoy no fue una mala presentación de las antillanas sino que fue una que lleva otro calificativo que el de desastrosa. Duele ver cómo, a golpe de todo lo que sabemos que incide sobre nuestro voleibol, hemos dejado de ser un equipo respetado y ponderado internacionalmente para pasar a convertirnos en un conjunto que comete errores infantiles por doquier, que no escatima esfuerzos en ayudar a que los contrarios se crezcan y que hoy es capaz de inspirar de todo, menos la reverencia de sus rivales. Nada más para decir al respecto; lo que se impone es hacer y yo no tengo la potestad para tomar las decisiones necesarias para traer de vuelta ese prestigio que ahora, anda perdido de este mundo.
¿La foto?; pues un vivo reflejo de lo que se vivió en Ningbo… fiesta turca, sin comentarios.
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