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martes, 26 de noviembre de 2024

Penny Palfrey, sola contra el mar (+Fotos)

Una osada nadadora británico-australiana intentó convertirse en la primera persona que cruza a nado el Estrecho de la Florida sin una jaula contra tiburones...

Carlos Enrique Morales Valido en Exclusivo 04/07/2012
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PENNY PALFREY - 01
Penny Palfrey tiene en su poder el récord de 108 kilómetros de natación en solitario.

“Ojalá llegue”, comentó uno de los fotógrafos sobre la proa del yate que el pasado viernes acompañó a la británico-australiana Penny Palfrey durante las primeras brazadas de su desafío: convertirse en la primera persona que cruza a nado el Estrecho de la Florida sin una jaula contra tiburones, sola contra el mar y sus trampas.

43 horas y 123 kilómetros más adelante, la nadadora australiana de origen británico fue sacada del agua a medianoche, vencida no por escualos hambrientos, medusas irritantes ni el calor insoportable, sino por una corriente marítima del sureste que la frenaba cuando le quedaban más ganas que fuerza.

“Penny Palfrey tuvo que ser sacada del agua, tras haber nadado más de 40 horas”, informó a través de su cuenta en Twitter el equipo que la acompañaba en el catamarán Sealuver, junto a dos kayakistas atentos a su entorno, sus signos vitales y las órdenes que la maratonista acuática vociferada sin dejar de nadar.

Si bien la empresa fracasó —porque el objetivo era llegar, y no llegó—, al menos Palfrey rompió su propio récord mundial de distancia nadada sin asistencia, pues recorrió 122,31 kilómetros (76 millas), 14 más de los nadados el pasado año entre las islas Pequeño y Gran Caimán.

Precisamente al regresar de aquella empresa nació la idea de “brincar” un charco que desde la ventanilla del avión se le antojó subyugante, maravilloso… Se lo propuso a su esposo Chris, quien además la entrena, y así, esta madre de tres y abuela de dos comenzó a preparar su travesía La Habana-Key West.

Sonriente, sin aparentar los 50 años que cumplirá este mes, Penny conversó con la prensa cubana y extranjera en el Club Náutico de la Marina Hemingway, uno de los rituales que suele cumplir con respeto y cordialidad antes de cada aventura marítima, y vaya si tiene experiencia…

El palmarés de Palfrey incluye cruces al Canal de la Mancha, el récord de velocidad atravesando el Estrecho de Gibraltar ida y vuelta, y múltiples éxitos en aguas de Hawai, Japón, Nueva Zelanda y otras que le valieron una exaltación expreso y sin cuestionamientos al Salón de la Fama de esta disciplina.

Le preguntamos de todo. Desde los principales desafíos de esta empresa hasta el marcado simbolismo del intento de unir a dos países con posiciones políticas antagónicas; desde sus miedos hasta qué comía la noche antes de nadar; desde qué pensaba del clima y qué de los cubanos. Por cierto, come pastas.

Le encantó Cuba, o al menos eso dijo. La tormenta tropical Debbie retrasó sus planes y pasó tres días perdiéndose en las calles habaneras, conversando con la gente y bañándose en playas cuya placidez hace creer que el mar es inofensivo, y que sus peligros son puras exageraciones de marinero alardoso.

Sin embargo, el futuro le deparaba un brazo de mar infestado de tiburones, medusas y unas corrientes que pueden arrastrar incluso al más experto de los nadadores de aguas abiertas si no la evita a tiempo: su fuerza no entiende de campeones, de causas nobles ni de proyectos altruistas.

De hecho, en septiembre pasado, la estadounidense Diana Nyad fracasó en su tercer intento de cubrir el trayecto, tanto por sus 62 años de edad como por el azote de los “barquitos portugueses” —una especie de medusa también conocida como “aguamala”—, y claro, por los de siempre, los que inspiraron a Spielberg.

La propia Penny confesó “que vio brevemente a un tiburón debajo de ella que rápidamente desapareció”, quizás ahuyentado por las ondas electromagnéticas emitidas por el equipo de apoyo, uno de cuyos preceptos inviolables es la armonía con el ecosistema marino.

“Las picaduras de medusas fueron constantes”, reconoció la deportista luego, mientras era atendida en la embarcación donde sus compañeros premiaron su esfuerzo con un aplauso.

El 29 de junio, a las 07:03 a.m., tras comentar que era “una hermosa mañana”, Penny Palfrey se lanzó al agua. “Habrá muchos retos, la distancia, el sol, la deshidratación, pero tengo experiencia, fuerza y espero lograrlo”, había dicho horas antes, y con esa mentalidad rompió a nadar entre flashes y vítores.

“Ojalá llegue”, comentó uno de los fotógrafos, y los demás asentimos en silencio, viéndola alejarse, minúscula en la inmensidad marina.


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Carlos Enrique Morales Valido


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