De acuerdo a criterios sustentados por dirigentes de la Asociación Internacional de Boxeo Amateur (AIBA) compartido por eruditos y viejos conocedores de la materia, el cubano Teófilo Stevenson Lawrence, tres veces campeón olímpico de los pesos grandes y tres mundial, ha sido el mejor boxeador que ha pasado por las filas amateurs, incluidas todas las divisiones,
El mejor, advierto, no es propiamente quien más combates haya ganado, pues el número de victorias pudiera estar en dependencia de la cantidad de peleas efectuadas e incluso de la calidad de los contrincantes enfrentados. El mejor es quien más secretos del ring domina, conjugando técnica de golpeo con un buen desplazamiento entre las cuerdas, buena defensa y, muy importante, lo que alguien llamó "divino don" de la pegada, algo que como decía mi padre, "no se compra en la farmacia" y que, presente en Stevenson, le permitía voltear la decisión de un combate con un único golpe…uno solo. Tenía Teófilo lo que en el argot del boxeo se conoce por "nocaut punch"...
Técnico no es únicamente aquel que con elegancia se mueve sobre la tarima, fintea alrededor del contrario y deslumbra con los "side steps" o pasillos hacia los lados que suelen dejar fuera de distancia al rival. Técnica es mucho más que esto: meter los puños por dentro, dominar las combinaciones de golpes, no tirar manotazos que enardecen al respetable y los jueces no anotan, protegerse cuando tira para no quedar expuesto a una riposta efectiva.
Teófilo economizaba golpes. No tiraba con el guante abierto, ni malgastaba pólvora en salva. Por su estatura y buen alcance le gustaba pelear desde afuera, martillar en la distancia larga con su respetable —¡y respetado¡— jab de izquierda hasta ablandar al adversario, para luego fulminarlo con un derechazo de espanto o una combinación apropiada. Esa de rematar, fue otra de las cualidades del Teo que más valoraban los buitres del boxeo profesional, eternos perseguidores de Stevenson.
NO LLEVABA POR ABAJO…
Dijeron algunos que el gigante del central Delicias no llevaba por abajo y para su combate con el fogoso Valery Abadzhan en la final del Torneo Amistad 1984, asistieron al Coliseo de la Ciudad Deportiva a ver como Teófilo, peleando desde afuera y moviéndose hacia los laterales, toreaba al miura soviético, quien por su poco alcance y estatura era un auténtico perro de presa en la pelea zapatilla con zapatilla, cabeza con cabeza.
La gran sorpresa llegó cuando, al sonar el gong, Stevenson partió raudo hacia las cuerdas de un lateral, pegó las espaldas a ellas, y allí, sin capa y sin espada, esperó las bravas acometidas del toro soviético, de quien se decía jamás había puesto la marcha atrás dentro de un cuadrilátero. Transcurridos cinco minutos de pelea y a punto de finalizar el segundo asalto, un gancho de Teófilo abrió una seria herida en el rostro del soviético, quien "cocinado" por los ganchos abajo pegados por el cubano optó por escapar de la candela para dejarse caer de bruces sobre las cuerdas en espera de un segundo aire.
El deplorable estado físico en que se hallaba Abadzhan hizo que sus "seconds" no lo dejaran salir para el último asalto. Stevenson había derrotado inobjetablemente al fuerte Valery Abadzhan peleando en el terreno de este y con esa victoria desmentía a quienes pregonaban que el tunero no llevaba por abajo.
SUPERIOR A CLAY, FRAZIER Y FOREMAN
Cuan lejos estaban quienes una noche de 1966 lo vieron perder por decisión unánime frente a Luis Enríquez, que tenían ante si en aquel muchacho tímido y excesivamente espigado para sus 15 años de edad y 75 kilos de peso, a quien veinte años después entraría en la historia al vencer por RSC en la ciudad de Reno al estadounidense Alex García para sumar el tercer oro mundial a sus tres olímpicos, y decir adiós por todo lo alto al viril deporte.
Con ese triunfo, el 301 frente a 20 reveses, Stevenson recibía en Reno86 la Copa Russell que la AIBA otorga al mejor boxeador del Mundial. Catorce años antes, en los Juegos Munich 1972, le había sido concedida la Vail Baker, reservada para el mejor púgil de una Olimpíada.
Infinidad de trofeos y reconocimientos atesora Teófilo, pero más que todos ellos, más que cuanto podamos decir los periodistas que durante tantos años hemos seguido su trayectoria —incluidos reveses propios de humanos— pesan las palabras que una tarde veraniega dejara escapar Robert Surkein, un federativo estadounidense acompañante del equipo de su país a varios Juegos y Mundiales.
Tendido al sol sobre una silla de extensión cercana a la piscina del Hotel Riviera, a preguntas mías el "viejo zorro" del boxeo afirmó mientras saboreaba una helada cerveza: "El Stevenson que derrotó a Duane Bobbick en Munich 1972, era superior al Cassius Clay (Mohamad Alí) que ganó oro en los Juegos Roma 1960, superior a Joe Frazier, titular en Tokio 1964, y superior a George Foreman cuando se impuso en México 1968". Los tres reinaron en el boxeo profesional, especialmente Alí, quien en febrero de 1979 estuvo a punto de medirse con Stevenson en combate que no se pudo realizar. ¿Por qué no se efectuó la pelea…? Quienes administraban a Mohamed no se presentaron en la fecha convenida para dar la última firma que validara el pleito.
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