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lunes, 23 de diciembre de 2024

Una mujer que desafía las alturas

En el paracaidismo seas quien seas, tengas la cantidad de saltos que tengas, la tensión, la adrenalina en incluso, el miedo, siempre se siente como la primera vez...

Reynier Batista Morales en Exclusivo 02/02/2013
1 comentarios
paracaidas
Liem Martí aunque asegura que le sigue asustando como la primera vez.

Cuando me dijeron que era paracaidista no lo creía. Los tabúes con que a veces crecemos no me dejaban imaginar que esta mujer, con su delicadeza y su suavidad al hablar, periodista por demás y metida entre papeles en la Emisora COCO de La Habana, era capaz de lanzarse desde las alturas.

Pero Liem Martí, aunque asegura que le sigue asustando como la primera vez, ha desafiado el miedo para regalarnos una interesante historia que denota fidelidad a una tradición familiar y exalta su valor.

“Imagínate, cómo no llevar el bichito en la sangre si crecí en una familia de paracaidistas y aviadores. Desde muy pequeñita, recuerdo que acompañaba a mi papá a los saltos y a los plegamientos; correteaba entre paracaídas y los paracaidistas eran mis amigos. Crecí viendo ese deporte como algo muy natural, común y bonito”, recuerda Liem cuando le pido ir a los inicios de su vocación.

—¿Cuál es la presencia de la mujer en el paracaidismo?

No hay muchas mujeres en el paracaidismo. Lo lamento, porque en realidad el deporte no está divorciado con el sexo femenino. Es una disciplina fuerte, cierto; arriesgada… pero no resta delicadeza y estética, en lo más mínimo.

—Se hace difícil conseguir los saltos.

Tienes razón, el paracaidismo es un deporte extremadamente caro. El hecho de pagar una hora de vuelo tiene por detrás un elevado costo, además de que el equipo (el paracaídas) es también muy costoso. Hay determinados requerimientos técnicos que debe cumplir y se vencen, tanto por cantidad de saltos como por el tiempo que transcurre desde su confección. Aquí se buscan variantes, pero sigue siendo muy difícil realizar algunos saltos.

—Pese a ello, se mantienen algunos certámenes, entre ellos campeonatos nacionales.

Se hace un gran esfuerzo por parte del gobierno, por parte del INDER, del Instituto de Aviación Civil y sobre todo por parte de quienes aman este deporte y tratan de buscar siempre cómo mantenerlo vivo. En los años 70 eran miles los paracaidistas, hoy no llegamos a 500, es decir, se ve una decadencia en el desarrollo de este deporte. No obstante, creo que es un logro mantener viva la llama del paracaidismo, que hayan personas jóvenes practicándolo, que por lo menos tengan una o dos competencias al año donde se puedan concentrar, donde se puedan reunir. Incluso, en algunas competencias que se han desarrollado fuera del país se han tenido resultados positivos sin tener el mejor entrenamiento.

—Tu padre fue un reconocido paracaidista.

Mi papá se llama César Martí Lamber y si bien yo no creo que haya sido uno de los más reconocidos en el país, si es uno de los paracaidistas veteranos con que cuenta la aviación de Cuba. Actualmente él no continúa la práctica de esta disciplina porque es una persona que tiene bastante edad, pero en su corazón lo sigue siendo.

—¿Cuándo saltaste por primera vez?

Hace años. Fue el 10 de octubre de 1997. Estaba en la universidad.

—¿Qué sentiste?

Las emociones son muy fuertes. Se siente miedo en primer lugar. Me preguntaba qué hacía metida en ese gran problema, en ese momento no sabía cómo me había enredado la vida de esa manera, pero a la vez estaba decidida. Percibía el valor más allá del temor de estar a tantos metros de altura, tenía ganas de demostrar a los demás que una sí puede hacerlo, sobre todo cuando hay muchos ojitos mirándote y diciéndote que eres mujer. No te queda otro remedio que tirarte.

—¿Los otros saltos fueron más fáciles?

No, nunca es fácil. Yo tengo una experiencia muy simpática y fue en mi último salto, el único que he hecho en tándem (salto con un guía). Me tiré con los muchachos de Varadero que se dedican al paracaidismo de manera profesional, que saltan prácticamente todos los días con pasajeros para mostrarle lo que es la experiencia y algunos me decían: “Ya esto para mí es como tomarme un vaso de agua”. Antes del salto estaban relajados, muy divertidos, bromeando, sin embargo, cuando estaba en el aire con uno de ellos sentí su corazón en mi espalda latiendo muy fuerte. Ahí entendí que, seas quien seas, tengas la cantidad de saltos que tengas, la tensión, la adrenalina, el miedo siempre se vuelve a vivir cada vez que saltas. Es revivir una y otra vez el riesgo de la experiencia, sentir el mismo temor.

—¿Cuántos saltos tienes actualmente?

Más de uno y menos de 100.

—¿Cuándo vuelves a saltar?

No sé. He pensado cambiar de deporte (risas). Los años comienzan a hacerse presentes. Hay veces que sueño que estoy saltando, me levanto con grandes ganas de saltar. La misma falta de práctica, la misma falta de habitualidad te va haciendo pensarlo mejor. También valoras el hecho de tener un niño pequeño. No sé, realmente no sé cuándo habrá otro salto.

—¿Pero seguramente habrá otro salto?

Pienso que sí, que puede haber otro.


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Reynier Batista Morales

Se han publicado 1 comentarios


Dcruz
 5/11/15 14:41

+100 por esta chica! hay que tenerlos grande pa tirarse en paracaidas :D

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