En la tarde del 7 de mayo de 1935 un auto marca Ford partía de la calle habanera Calzada hacia el añejo fortín español conocido como El Morrillo, ubicado en las cercanías del río Canímar, en la provincia de Matanzas.
Uno de sus cinco pasajeros era el doctor en Farmacia Antonio Guiteras Holmes, quien meses antes –en octubre de 1934– fundara la organización Joven Cuba, cuyo programa –tras lograr una revolución democrática y antiimperialista en la Mayor de las Antillas– incluía, entre muchos puntos, una política exterior e interior genuinamente cubana, nacionalización de las riquezas del subsuelo, reforma agraria, igualdad civil, económica y política de la mujer y lucha contra el analfabetismo.
Al arribar a El Morrillo pasadas las 8:00 de la noche, allí los esperaban los restantes compañeros de travesía, pues el propósito era zarpar al día siguiente rumbo a México en el yate Amalia, para preparar una expedición armada y promover el movimiento insurreccional en Cuba. Pero ya habían sido delatados.
Guiteras, exsecretario de Gobernación, Guerra y Marina de la presidencia provisional de Ramón Grau San Martín, denominada Gobierno de los Cien Días, al que el creador de Joven Cuba estampara aires revolucionarios, había pasado a la clandestinidad desde la asunción de Carlos Mendieta a la presidencia de la república, identificada como Gobierno Caffery-Batista-Mendieta por la participación que tuvieron el embajador de Estados Unidos, Jefferson Caffery, y el jefe del Ejército, Fulgencio Batista.
El investigador Newton Briones Montoto, en su obra Aquella decisión callada, que detalla los sucesos precedentes y posteriores de El Morrillo, describe así a Tony, como le llamaban sus amigos: “Un joven de piel blanca, 1,76 metros de estatura, cabellos claros, lacios y finos, ojos pardos, mirada dulce y hablar pausado (…)”.
La escritora Renée Méndez Capote, en su libro Amables figuras del pasado, recuerda: “El Antonio Guiteras que yo conocí era un muchacho serio, afable, profundamente encariñado con su madre y su hermana (…). Yo lo veía llegar todos los días al apartamento que ocupaba María Teresa Holmes con su hija Calixta (…) exactamente frente al que ocupaba yo (…). Guiteras llegaba acompañado por un grupito de compañeros que estaba dispuesto a dar la vida por él, y lo miraban con gran respeto; porque el muchacho afable y sencillo inspiraba un gran respeto (…)”.
En la madrugada de aquel día 8 en que debían embarcarse para México, se percibió movimiento de tropas en los alrededores de El Morrillo. Próximas las siete de la mañana, Guiteras y el venezolano Carlos Aponte, combatiente internacionalista, se ubican en las alturas de una pequeña cañada a la distancia aproximada de un kilómetro del fortín que hoy es Monumento Nacional.
En disparejo enfrentamiento al enemigo, Antonio cae rápidamente de una bala directa al corazón; poco después también derribaban a Aponte. En años venideros, otros jóvenes revolucionarios continuarían y harían realidad sus ideas y propósitos.
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