En Cuba se le conoce como Crisis de Octubre; en la extinta Unión Soviética como Crisis del Caribe y en Estados Unidos como Crisis de los Misiles.
Todas esas denominaciones hacen referencia al acontecimiento que entre los días 22-28 de octubre 1962 puso al mundo al borde de un holocausto nuclear. Un hechos histórico relevante considerado por los estudiosos de los asuntos internacionales, como el momento más álgido de la Guerra Fría entre el bloque capitalista, liderado por Estados Unidos, y el socialista, encabezado por la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Cuba, nuestra pequeña Isla rebelde, cuya Revolución había triunfado tres años antes y que había probado su valía en las arenas de Playa Girón, resultó el epicentro de aquellos dramáticos acontecimientos. Esos inolvidables que pusieron a nuestro país en pie de guerra y a todo un pueblo dispuesto a desaparecer de la faz de la tierra si finalmente estallaba el conflicto nuclear entre las dos superpotencias militares de entonces.
Para comprender lo que pudo ser, y que por suerte no fue, hay que entender el complejo contexto internacional existente a inicios de la década del 60 del pasado siglo, mediado por la creciente hostilidad entre Estados Unidos y la URSS y una desenfrenada carrera armamentista entre ambas naciones. Camino equivocado que a la postre desgastaría al socialismo soviético, pero que entonces pujaba de igual a igual con el poderío atómico yanqui.
Fidel siempre quiso hacer público el acuerdo con la URSS de instalar en Cuba cohetes con ojivas nucleares. Partía del justo razonamiento de que era un convenio entre países soberanos, por lo que no había razón alguna de mantenerlo oculto.
Sin embargo, el entonces presidente soviético y secretario general del Partido Comunista de la URSS (PCUS), Nikita Jrushchov, estuvo siempre negado; dándole así a Estado Unidos el pretexto idóneo para decretar la cuarentena naval a Cuba y tensar, al punto del límite, las deterioradas relaciones entre las dos potencias enemigas.
El 22 de octubre de 1962, el presidente norteamericano John F. Kennedy decretó el bloqueo naval y demandó la retirada de las armas estratégicas soviéticas de nuestro país.
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La respuesta de Cuba no se hizo esperar y todo el país se puso en alarma de combate. «Resistiremos el bloqueo, rechazaremos la agresión», convocaba Fidel al pueblo que se dispuso a defender su Revolución a cualquier precio, incluido la vida.
Resultaron días muy tensos; de pugilato político y de acciones de ambas partes cada vez más hostiles y peligrosas. El 24 de octubre en el mar Caribe se descubrieron los barcos soviéticos que trasladaban los cohetes nucleares. El apogeo de la crisis se produjo el 27 de octubre, cuando la defensa antiaérea soviética situada en la provincia de Holguín, derribó un avión espía de los EE. UU., que violaba el espacio aéreo de Cuba. Ha pasado a la posteridad como el «Sábado Negro». Nunca antes la guerra estuvo tan a punto de desencadenarse.
Aquí nadie tembló, pero lamentablemente se llegó a un entendimiento entre la URSS y Estados Unidos a espaldas de Cuba. La URSS se comprometió a retirar los cohetes nucleares; en tanto, los Estados Unidos dieron garantías de no agresión a la Isla.
Fidel supo del acuerdo por Radio Moscú, y mostró su inmediato rechazo en carta a Jrushchov: “Muchos ojos de hombres, cubanos y soviéticos, que estaban dispuestos a morir con suprema dignidad, vertieron lágrimas al saber la decisión sorpresiva, inesperada y prácticamente incondicional de retirar las armas”.
Los Cinco Puntos de la Dignidad planteados por Fidel para solucionar la crisis fueron obviados. Fidel solicitaba:
1- Garantía de no agresión a la Isla.
2- Fin del bloqueo económico y militar
3- Cese de todas las actividades subversivas y agresiones contra Cuba
4- Dejar de financiar las bandas terroristas
5- La devolución del territorio cubano que ocupa la Base Naval de Guantánamo.
De entonces acá, la hostilidad y agresividad norteamericanas ha continuado. Pocos pueblos han pagado tan alto precio por ser libres. Ya no existe la URSS, pero el injusto bloqueo se torna cada día más virulento, agravado por la política de la actual administración Trump.
Son deudas no saldadas en aquella crisis de alcance mundial y de consecuencias impredecibles. Entonces, a los soviéticos les faltó ecuanimidad y sangre fría, lo que aprovecharon muy bien los norteamericanos para ganar las batallas diplomática, política y militar.
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Sin embargo, como el propio Che afirmara en su carta de despedida a Fidel: “He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios”.
En este nuevo aniversario de la Crisis de Octubre, recordemos las palabras del líder histórico de nuestra Revolución, cuando afirmó: « (…) un pueblo que no tembló en la Crisis de Octubre, no podrá ser jamás vencido».
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