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jueves, 28 de noviembre de 2024

Una alerta siempre vigente

Hace diez años el Comandante en Jefe hizo un llamado a cada cubano a reflexionar y a impedir que nuestros errores e insuficiencias puedan amenazar y hasta destruir la Revolución...

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 17/11/2015
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Hoy volví a recorrer el Aula Magna de la Universidad de La Habana, ese sitio sagrado que atesora ya una historia centenaria y los restos del presbítero Félix Varela. Y mientras caminaba de un lado a otro sentía que las palabras de nuestro Fidel, aquel 17 de noviembre de 2005, retumbaban con más fuerza y pareciera que nunca perderán vigencia alguna, pues como el dijo cinco años después “son más actuales que entonces, ya que muchas se relacionaban con el futuro”.

Se cumplen ahora diez años de esa trascendental intervención, que se realizó cuando se cumplían 66 años del ensañamiento hitleriano contra los jóvenes de Praga y en el contexto de la celebración de los 60 del ingreso de Fidel a los predios universitarios. Por eso el líder histórico de la Revolución compartió con los jóvenes y con cuántos pudieron colarse en el Aula Magna, algunas anécdotas y vivencias de aquellos tiempos difíciles no solo para la prestigiosa institución docente sino para Cuba.

“Por ahí anda una foto, yo la miraba: un jacketcito; cara así, no sé si de bravo, de malo, o de bueno, o indignado, porque esa foto no la sacaron el primer día, yo creo que ya tenía unos cuantos meses, y yo empezaba a reaccionar contra tantas cosas como las que estábamos viendo. No era un pensamiento formado ni mucho menos; era un pensamiento ávido de ideas, pero también de deseos de conocer; un espíritu tal vez rebelde, lleno de ilusiones, de ilusiones no puedo decir revolucionarias, habría que decir lleno de ilusiones y de energía, también posiblemente de ansias de lucha”, expresó.

Sus palabras también fueron una suerte de aviso sobre el peligro de las desviaciones internas que podrían hacer reversible la Revolución y sobre los graves peligros que acechaban a la humanidad toda. “¿Puede ser o no irreversible un proceso revolucionario?, ¿cuáles serían las ideas o el grado de conciencia que harían imposible la reversión de un proceso revolucionario?”, fueron interrogantes de Fidel aquel día.

Las respuestas a ellas fueron un “no” rotundo, sin embargo, despertaron luego ciertas alertas e inquietudes no solo de quienes estuvieron ese día en el Aula Magna, sino en cuantos han reflexionado hasta entonces en ellas. Pues, el eterno joven rebelde, sabía que al hablar así no dañaba a la Revolución, sino que daba un aldabonazo para despertar las conciencias dormidas y sacudir la pereza.

“¿Es que las revoluciones están llamadas a derrumbarse, o es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben? ¿Pueden o no impedir los hombres, puede o no impedir la sociedad que las revoluciones se derrumben? (…) Esta Revolución puede destruirse… nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”, fueron otras de las reflexiones a las que invitó el Comandante en Jefe ante el auditorio, y son las que todavía deben plantearse no solo los jóvenes, sino la sociedad toda.

También mencionó los vicios, indisciplinas y hechos delictivos y de corrupción que pondrían en peligro la supervivencia de la Revolución, agudizados durante el Período Especial. Dialogó con la juventud de la realidad cubana, de la burocracia, el desvío de recursos y el robo, de los nuevos ricos, y de los que vendían el combustible en los Cupet, y advertía que “el primer deber de un revolucionario es ser sumamente severo consigo mismo”.

Aludió a que “en esta batalla contra vicios no habrá tregua con nadie, cada cosa se llamará por su nombre y nosotros apelaremos al honor de cada sector”. Así ha sido durante estos años, en una Cuba que desde la actualización de su modelo económico y social impide que se frustre su excepcional proyecto de justicia social, y más ahora después de los anuncios del 17 de diciembre de 2014, que convida no solo a mirarnos por dentro, sino a fortalecernos y a pensar más como todos podemos seguir construyendo juntos la Revolución.

Pero, aquel día Fidel no solo habló de Cuba sino además del mundo, del imperialismo norteamericano y sus guerras, de las cientos de bases militares, entre ellas la de Guantánamo, convertida en un antro de tortura y de las amenazas de Estados Unidos contra Irán por intentar producir combustible nuclear. Dijo entonces que el mundo estaba lleno de egoísmo, explotación, abuso, saqueo, con millones de niños que morían diariamente de enfermedades curables.

¿Alguien puede dudar que diez años después esa afirmación tenga plena vigencia?Ahora mismo, si se desea, pueden retomarse textuales sus palabras, y a través de ese prisma observar los acontecimientos que sitúan al planeta al borde del holocausto. ¿Cómo olvidar esas advertencias de que “debe acabarse en el mundo la zoquetería, los abusos, el imperio de la fuerza y del terror”?

Diez años después, cada una de esas ideas planteadas por el líder histórico de la Revolución tiene más vigencia que nunca y cada patriota digno ha de pensar en los peligros que acechaban, no solo a la humanidad, sino también y muy significativamente a Cuba, pues “es muy justo luchar por eso, y por eso debemos emplear todas nuestras energías, todos nuestros esfuerzos, todo nuestro tiempo para poder decir en la voz de millones o de cientos o de miles de millones: ¡Vale la pena haber nacido! ¡Vale la pena haber vivido!”.


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Yuniel Labacena Romero

Se han publicado 1 comentarios


NELLY MéNDEZ
 18/11/15 11:33

Cómo siempre nuestro eterno joven y rebelde Fidel, Fidel de América, producto de su mente brillante, sus palabras llevan claridad y justicia. Formador de conciencias, aquellas reflexiones  (entre tantas otras) son correctas -atento- a las cruentas circunstancias por las hoy atraviesan la humanidad.

¡¡¡ Salud camarada Fidel!!! 

 

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