Cuba entera está en la Plaza de la Patria. En números, hay diez mil personas invitadas de los trece municipios de Granma, más otros miles de bayameses, quizás unos 40 mil, que se suman en este nuevo amanecer de la Santa Ana a la fiesta de patriotismo más intensa que celebran los cubanos. Pero el Día de la Rebeldía Nacional no cabe en el espacio diseñado por Delarra; su esencia mueve a un país, que, en su empeño batallador, siempre anda en 26.
A la alborada de este julio en Bayamo –66 años después de aquel asalto que despertó la valentía de la nación cubana – la colma un sentimiento diferente, con una mezcla de melancolías y certezas. Desde aquí habló por última vez en un acto de este tipo el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, era el año 2006, había regresado de un viaje a Argentina y su salud no aguantó más la demoledora capacidad de trabajo que le imprimió desde siempre a la Revolución. Y desde aquí hablará por primera vez en un 26 a la nación el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, que nació con la Revolución hecha por Fidel y la continúa ilesa.
En la memoria emotiva de Granma, que ha sido sede del 26 de Julio en otras tres ocasiones, 1960, 1982 y 2006, además de la vez que la ganó compartida con Santiago de Cuba en 1988, sigue fresco el discurso en el que Fidel desgranó, con lujo de detalles y montones de cifras, la enaltecedora Batalla de Ideas que entonces vivía la Isla. Por Pilón comenzó, dijo el Comandante, el programa de la introducción de la computación en la enseñanza primaria. Y recordó otros que también nacieron en la oriental provincia, como el curso de superación integral para jóvenes, el programa de salas de video y el de la enseñanza de las Artes Plásticas.
Aquí le aseguró Fidel al pueblo granmense: “lucharé toda mi vida, hasta el último segundo, mientras tenga uso de razón, por hacer algo bueno, algo útil, porque todos hemos aprendidos a ser mejores con cada año que nos pasa por encima”. Así fue hasta aquellas jornadas infaustas de noviembre, diez años después de su promesa en Granma.
Por eso él también estará en la Plaza de la Patria, con Cuba toda, como en aquellos otros julios, honrando la historia de los muchachos que, a riesgo de sus aún tiernas vidas, prendieron la llama definitiva de la Revolución aquel 26 de julio que cambió para siempre el rumbo de la nación. “Mis compañeros no están ni olvidados ni muertos” – escribiría en la Historia me Absolverá – “viven hoy más que nunca y sus matadores habrán de aterrorizarse cómo surge de sus cadáveres heroicos el espectro victorioso de sus ideas”.
El tributo de este amanecer será para ellos y también para la historia tremenda de Granma, sitio sagrado de la Patria donde se dio la libertad a los esclavos, donde por primera vez se cantó el Himno Nacional, donde se prefirió ser cenizas que caer en manos enemigas, donde Gómez encabezó la primera carga al machete, donde Martí ofrendó su vida, por donde desembarcaron los expedicionarios del yate libertador y donde por casi dos años sus montañas fueron escenario y refugio de la guerra revolucionaria.
“Granma, tan querida”, así la acarició Fidel aquel día del 2006 y así la sienten quienes desde acá hoy cantan a la Patria que, irredenta e insumisa, sigue siempre en 26.
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