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sábado, 2 de noviembre de 2024

El Ángel Exterminador en La Habana

El corsario francés Jaques de Sores hizo uno de sus desembarcos más crueles en la Villa de San Cristóbal de La Habana...

Ana Carla Jiménez Hernández en Exclusivo 06/08/2018
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Jacques de Sores
En 1555 Jacques de Sores ataca y se apodera de La Habana.

Jaques de Sores fue un famoso corsario francés nacido en Normandía, que aprendió el arte de la piratería como lugarteniente en la banda del renombrado François Le Clerc, quien, además de ser un hombre en extremo sanguinario, fue el primer pirata en usar una pierna ortopédica de madera, accesorio que marcaría tendencias desde el siglo XVI y a partir de entonces alimentaría nuestro imaginario de cómo luce un pirata cojo. Lo del parche en el ojo da para otra investigación.

Este par de corsarios acostumbraba a saquear y atacar, bajo la autorización del rey de Francia Francisco I, las villas españolas, fundamentalmente de la región del Caribe. A partir de 1550 asaltaron, robaron y asesinaron en Santo Domingo, Azua, La Yaguana, Monte Cristi y Puerto Príncipe, atraídos por las riquezas que ofrecían en Europa los españoles que venían desde el Nuevo Mundo.

Todas estas peripecias de De Sores le valieron el sobrenombre de El Ángel Exterminador. Era un hombre más bien bajo y delgado, con cara de pocos amigos y un bigote finísimo le adornaba la boca fruncida.

Sin lugar a dudas el desembarco más cruel de De Sores fue en la Villa de San Cristóbal de La Habana, el 10 de julio de 1555. Con dos naves, De Sores bordeó la ciudad que se encontraba completamente desprotegida, según historiadores apenas contaba con 16 hombres a caballo y poco menos de setenta a pie, así no hay quien defienda una villa. Desembarcó en la caleta de Juan Guillén, lo que después sería el Torreón de San Lázaro.

El gobernador Gonzalo Pérez Angulo huyó hacia la aldea de Guanabacoa, junto a su familia y algunos vecinos, dejando la ciudad a su libre albedrío. El regidor del Cabildo y alcalde de la única fortaleza que había en aquel entonces en La Habana, la Fuerza Vieja, Juan de Lobera, tomó el mando y durante casi un mes hizo frente al ataque de De Sores, que permaneció, con 200 piratas, todo ese tiempo saqueando casa por casa y matando a todo poblador que allí encontrara.

La resistencia de Lobera y sus hombres se hacía cada vez más débil, por lo que decidió negociar con De Sores para garantizar la vida de los pobladores de la villa. El pirata aceptó todos los objetos de valor que le ofrecieron, además de 30 000 pesos y cien cargas de cazabe. Pero antes de cerrar el trato, el gobernador Pérez Angulo había reunido a una tropa de españoles, negros e indígenas para atacar a los hombres de De Sores. El corsario asumió el evento como una traición al pacto con Lobera, tomó prisionero al regidor del cabildo y pidió por él un rescate de 1200 pesos. Los vecinos solo pudieron reunir mil, por lo que De Sores decidió reducir la ciudad a cenizas.

El 5 de agosto de ese mismo año 1555, insatisfecho de sus acciones en La Habana y de las pocas riquezas que pudo obtener, Jaques de Sores emprendió viaje a otros sitios del mar Caribe. Anduvo y desanduvo hasta su muerte, que se especula fue por los mares de Brasil alrededor de 1570.

Al gobernador Pérez Angulo se lo juzgó por cobardía y murió en prisión en septiembre del propio 55. Fue sustituido por el capitán Diego de Mazariegos, primer gobernador militar de Cuba, quien mantuvo casi por diez años a la villa libre de corsarios y piratas. Lobera regresó a España contando las hazañas de la defensa de La Habana.

A partir de este macabro hecho y para evitar tales ataques se construyeron los castillos de defensa de la ciudad que conocemos hoy: Castillo de la Real Fuerza, El castillo de los Tres Reyes del Morro y San Salvador de La Punta.


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Ana Carla Jiménez Hernández

Periodista, escritora y monologuista


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