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viernes, 1 de noviembre de 2024

El revés convertido en victoria

Al llamado de Martí, unas 35 localidades del país se levantaron simultáneamente en armas...

Pedro Antonio García Fernández en Exclusivo 24/02/2015
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Cualquier otra persona se hubiera desmoronado con el revés del Plan Fernandina (ver Entre traiciones y zarpazos imperiales). No José Martí. Apenas las autoridades yanquis han retenido a dos de los barcos y decomisado su carga, comisionó al abogado Rubens para que por medios legales recuperara las armas incautadas.

Como le perseguían agentes estadounidenses y mercenarios españoles, marchó a Nueva York y se ocultó en la casa del patriota Ramón Miranda. Allí supo que otras 130 cajas de armamentos, depositadas en el Almacén de N. Borden, en Fernandina, también habían sido embargadas.

No cesó, su actividad por esto. Desde su refugio escribe cablegramas, cartas, envía mensajes. A Juan Gualberto Gómez, tras explicarle lo sucedido, le comunicaba el 17 de enero de 1895 que la organización independentista en Cuba podía alzarse sin necesidad de esperar por las expediciones de los emigrados.

No obstante, pedía prudencia y paciencia para que se desarrollaran los acontecimientos en curso, pues la emigración y él, en primer plano, no cejarían en sus labores por hacer a Cuba independiente.

Su accionar, a partir de esa fecha fue constante y sin descanso. Solo el 28 y 29 de enero redactó 21 cartas. Convenció multitudes y personalidades. La emigración le respondió y aunque ya había dado sus ahorros para el Plan Fernandina, volvió a apretarse el cinto, ya de por sí muy ajustado, y nuevamente comenzó a recoger centavo a centavo para financiar la guerra necesaria.

El 29 de enero de 1895 Martí, como Delegado del Partido Revolucionario Cubano, suscribió la Orden de Alzamiento a los patriotas de la Isla junto con Mayía Rodríguez, quien representaba al general en jefe Máximo Gómez, y Enrique Collazo en nombre de los mambises residentes en Cuba.

La Orden autorizaba “el alzamiento simultáneo, o con la mayor simultaneidad posible, de las regiones comprometidas para la fecha en que la conjunción con la acción del exterior será ya fácil y favorable, que es durante la segunda quincena, no antes, del mes de febrero”.

CUBA EN GUERRA

La orden de alzamiento iba dirigida a Juan Gualberto Gómez aunque se hicieron copias para varios jefes mambises, entre ellos, Guillermón Moncada, líder en la zona Santiago-Guantánamo, y a Bartolomé Masó, de indiscutible prestigio en la región de Guacanayabo.

También recibieron el documento otros veteranos de la guerra del 68, como Salvador Cisneros Betancourt, en el Camagüey, y Francisco Carrillo en el centro de la Isla.

Según ciertas fuentes, fue Quintín Bandera, el incansable luchador durante 30 años por la independencia de Cuba, quien seleccionó al 24 de febrero como fecha para el levantamiento simultáneo.

Ese día, al amanecer, Bartolomé Masó plantó campamento en Bayate, cerca de Manzanillo, e hizo ondear la bandera cubana en lo más alto de un asta en franco desafío a las autoridades colonialistas.

Cupo a este prócer manzanillero el honor de haber participado en los inicios de dos de nuestras contiendas libertadoras, pues también estuvo junto a Carlos Manuel de Céspedes, el 10 de octubre de 1868, en el grito de independencia del ingenio Demajagua.

Guillermón Moncada le había cursado órdenes de levantarse en armas, días antes, a todos los patriotas del sur de la antigua provincia de Oriente, desde Baire hasta Baracoa. A pesar de sus pulmones destrozados, temprano en la mañana, enrumbó hacia la loma de La Lombriz y allí se pronunció por la libertad de Cuba.

En Santiago hubo otros pronunciamientos: Victoriano Garzón, en El Caney; Alfonso Goulet, en El Cobre; donde se le unieron el abogado Rafael Portuondo Tamayo y casi todos los cubanos de Palma Soriano; Silvestre Ferrer, cumpliendo órdenes de Guillermón, destrozó el puesto de observación de Loma del Gato.

También bajo las orientaciones de Moncada, Periquito Pérez se alzó en Matabajo, Guantánamo, al igual que Emilio Giró y otros mambises de esa región en La Confianza. Enrique Tudela y doce temerarios tomaron con escopetas y machetes un fortín español. Fue la primera victoria mambisa de la guerra del 95.

Mientras el inquieto Quintín Bandera se declaraba en rebeldía por San Luis, donde se le unieron muchos patriotas, en Bayamo hubo tres levantamientos, encabezados por Joaquín Estrada, Esteban Tamayo y José Manuel Capote.

En Baire, Saturnino Lora disparó sus seis tiros al cielo y dio vivas a Cuba Libre, como para que nadie tuviera dudas del carácter genuinamente independentista de su pronunciamiento y de todo el levantamiento simultáneo.

En Occidente, los patriotas se lanzaron al combate sin un jefe experimentado que los guiara y fueron neutralizados por el ejército peninsular. Así sucedió en Ibarra, Matanzas, donde los colonialistas aprehendieron a Juan Gualberto y a Antonio López Coloma. Lo mismo ocurrió en Aguada de Pasajeros y Jagüey Grande.

Tal vez Jiguaní resultó ser cronológicamente el último de los pronunciamientos, ya al anochecer. Cutiño Zamora, José Reyes Arencibia y otros irrumpieron en la plaza del poblado. La soldadesca española, pavorosa, se refugiaba en sus cuarteles.

Los mambises permanecieron en el poblado hasta avanzada la noche. Entonces marcharon a Baire y, tras unirse con los insurrectos de allí, partieron hacia la manigua.

En total, unas 35 localidades acudieron al llamado de Martí. Una vez más se oía resonar en los campos el grito de Viva Cuba libre.


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Pedro Antonio García Fernández

Periodista apasionado por la investigación histórica, abierto al debate de los comentaristas.


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