El 11 de septiembre bien podía ser declarado Día del terrorismo. Cuando en 1980 fue asesinado el diplomático cubano Félix García Rodríguez, la opinión pública mundial aun recordaba indignada los crímenes cometidos durante el golpe de Estado en Chile perpetrado exactamente siete años antes.
En cambio, para otros, era motivo de alegre celebración esa asonada, que convirtió al país austral en un gigantesco campo de concentración y antro de torturas. Para festejar la fecha Omega 7, una organización contrarrevolucionaria, envió a sus militantes a asesinar, como mínimo, a cuatro diplomáticos cubanos.
Desconocemos por qué los otros compatriotas seleccionados no fueron ultimados. Pero a las 6:30 de la tarde del 11 de septiembre de 1980, en plena calle de New York, fue ametrallado Félix García Rodríguez.
Ya en el Tercer milenio, precisamente el 11 de septiembre de 2001, se perpetraron los atentados a las Torres Gemelas de New York que costaron miles de vidas. ¿Habrá sido casual o totalmente intencionada la fecha escogida por los terroristas para llevar a cabo ese vandálico hecho?
EL DIPLOMÁTICO
Félix Carlos García Rodríguez nació en La Habana el 23 de junio de 1939. Según algunos testimonios tuvo que trabajar desde edades tempranas y obtuvo un empleo en el casino del hotel Riviera, en cuyo cierre e intervención participó activamente al triunfo de la Revolución cubana.
Luego laboró en la Compañía Telefónica y en la Cujae. Se le vio en movilizaciones militares y productivas, distinguiéndose siempre por su carisma, su capacidad de sumarse amigos.
Pasó en 1968 al Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex) donde se destacó por su dedicación constante al trabajo. En 1978 fue seleccionado para integrar la nómina de la Misión Permanente de Cuba ante la ONU.
Félix conocía los peligros que entrañaba ser diplomático cubano en el exterior. La década de 1970 fueron añosde terrorismo, signados por los salvajes atentados a la embajada cubana en Lisboa y la voladura del avión en Barbados. El autor intelectual de este último hecho, Orlando Bosch, había devenido gurú del terrorismo contrarrevolucionario de origen cubano..
Este sujeto había proclamado que todo aquel que representara al régimen comunista de Fidel Castro, fuera deportista, músico, personal de salud o discapacitado, no iba a ser considerado como una inocente víctima civil, sino un culpable que debía ser castigado.
LOS ASESINOS
Los terroristas de Omega 7 coincidían con Bosch. Fundada el 11 de septiembre de 1974 por el terrorista Eduardo Arocena, muchos de sus miembros eran veteranos de la brigada invasora de Playa Girón y habían sido entrenados por la CIA en la demolición y técnicas de comando.
En marzo de 1979 Omega 7 había reconocido su autoría sobre el bombazo en un local de la empresa Trans World Airlines (TWA) en el aeropuerto Kennedy, el cual causó cuatro heridos y cuantiosos daños materiales. La empresa era objeto de las iras de los terroristas por realizar viajes turísticos a Cuba.
Lo preocupante del caso para la sociedad estadounidense es que el avión destinado a la maleta con el explosivo no iba a transportar jóvenes esgrimistas antillanos sino unos 100 ciudadanos norteamericanos.
Otros dos atentados perpetró durante 1979 esta organización terrorista: al almacén de una empresa farmacéutica en Union City, New Jersey, y a una entidad gubernamental ubicada en este estado, encargada para administrar fondos para cubanos radicados en Estados Unidos.
Pero Omega 7 no se limitó a atentados con explosivos. Su matón principal, Pedro Remón, organizó el 25 de noviembre de 1979, en New Jersey, el asesinato de Eulalio José Negrín, un líder de la comunidad cubana en el exterior.
A Negrín, partidario del levantamiento del bloqueo y de una política de coexistencia entre el exilio y la Revolución Cubana, lo asesinaron ante la presencia de su hijo de 12 años.
EL CRIMEN
En su labor dentro de la Misión Permanente cubana, Félix atendía cuestiones administrativas, lo que no le impedía darle una atención especial a los niños de la escuela cubana allí radicada, quienes le llaman "Tío Félix".
Uno de ellos, al ser entrevistado años después por un periodista, lo recordaría limpiando y puliendo todos los días, casi con obsesión, la placa de bronce a la entrada de la Misión, aunque esa función no estaba en su contenido de trabajo.
El día de su muerte, 11 de septiembre de 1980, conmemoró junto con varios amigos chilenos la resistencia del presidente Salvador Allende ante el golpe de Estado del fascista Augusto Pinochet, justamente siete años antes.
Tras repartir ejemplares de los últimos números de la revista Bohemia y del Resumen Semanal de Granma entre los emigrados sudamericanos, dejó varios ejemplares en los buzones de cubanos desafectos con la Revolución, residentes en New York, “para que se enteren de los avances del socialismo en Cuba”.
Mientras Félix transitaba en su auto por las calles neoyorquinas, frente a un semáforo en rojo, sobre él descargó Pedro Remón su pistola ametralladora Mac-10 con silenciador. El diplomático cubano se convirtió así en el primer representante extranjero acreditado en la ONU asesinado en los Estados Unidos.
De acuerdo con un informe del FBI, horas después del crimen “Remón hizo la llamada telefónica a los medios noticiosos de Nueva York, reclamando la responsabilidad del asesinato en nombre de Omega 7”. A pesar de su extenso expediente como terrorista, no fue encausado hasta mediados de los ’80.
Tras ser sancionado en 1986 a penas de cárcel, fue liberado poco después “por razones de salud”.Reapareció junto con otro connotado terrorista, Luis Posada Carriles, en el frustrado atentado a Fidel en la X Cumbre Iberoamericana en Panamá, en noviembre de 2000.
De haberse efectuado esa acción, se hubiera puesto en peligro a los cientos de estudiantes que asistirían al acto en el Paraninfo de la Universidad Nacional de Panamá.
Condenado por un tribunal del país istmeño, fue indultado junto con sus compinches por la mandataria Mireya Moscoso. Una vez más Estados Unidos lo acogió como “refugiado político”.
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