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sábado, 23 de noviembre de 2024

Fidel es Fidel por siempre

A 96 años de su nacimiento, en momentos en que su legado y ejemplo nos son más necesarios que nunca...

Narciso Amador Fernández Ramírez en Exclusivo 13/08/2022
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Fidel Castro-Pico Turquino
Desde el Turquino juró la libertad de Cuba y logró la unidad de los cubanos alrededor de una causa, de un ideal.

Nació hace 96 agostos, un día 13 del año 1926. De su padre, Ángel Castro, heredó sangre gallega y de Lina Ruz, su madre, sangre cubana, de Pinar del Río. Vino al mundo en Birán, Oriente, en horas de la madrugada. Le nombraron Fidel Alejandro.

Rebelde de nacimiento, gustaba del aire libre, escalar montañas, bañarse en los ríos y escaparse para ir al barracón de los haitianos, lo que le ganaba no pocas reprimendas. De cuna rica, hijo del terrateniente del lugar, no puso reparos en relacionarse con los niños humildes del batey.

Sobresalió por su preclara inteligencia y su don de ponerse siempre al lado de los más necesitados, pues, como José Martí, de quien fuera su mejor discípulo, escogió para sí, la estrella que ilumina y mata.

Siendo casi un adolescente tomó partido a favor de la República Española y la seguía por los periódicos que le caían en sus manos, le contaría años más tarde al periodista Ignacio Ramonet en su famosa entrevista Cien horas con Fidel.

Estudió en el colegio de los jesuitas, quienes vieron en él la estatura del líder que llegaría a ser. En el libro de Memorias de la graduación, de 1944, escribieron: “Fidel Castro cursará la carrera de derecho y no dudamos que llenará con paginas brillantes el libro de su vida. Fidel tiene madera y no faltara el artista”.

Graduado de abogado en la Universidad de La Habana ejerció el oficio por corto tiempo, pero siempre lo hizo a favor de los humildes. Formó parte de la fracasada expedición de Cayo Confites cuyo objetivo era derrocar al dictador de República Dominicana Rafael Leónidas Trujillo y para no dejarse coger prisionero se lanzó al agua en la Bahía de Nipe y nadó hasta Cayo Saetía, donde unos pescadores, amigos de su padre Ángel, le ayudaron a escapar.

Estuvo en el Bogotazo en 1948, cuando el golpe de estado al presidente Jorge Eliecer Gaitán, y se sumó al pueblo colombiano para defender a Gaitán y sus conquistas democráticas. Convenció a los veteranos de Manzanillo para que le dejaran llevar la campana del ingenio Demajagua, la del 10 de octubre de 1868, a la Universidad de La Habana y cuando fue robada por los gánsteres de la época la defendió hasta recuperarla y devolverla a donde pertenecía como reliquia de la nación.

Militó en el Partido Ortodoxo de Eduardo Chibás y se postuló como representante a la Cámara. Tras el golpe de estado de Batistaen marzo de 1952 se sumó de manera inmediata a la lucha y se erigió en líder de los jóvenes de la Generación del Centenario, quienes aquel domingo glorioso de la Santa Ana, el 26 de julio de 1953, atacaron los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo.

Pronunció el alegato de autodefensa la Historia me Absolverá, convertido en programa de la Revolución en su última etapa. Sufrió prisión y marchó al exilio de México para cumplir la promesa de Ser Libres o Mártires en 1956.

Vino en el Granma al frente de 82 expedicionarios. Sufrió el fracaso de Alegría de Pío, pero nunca perdió la fe en la victoria y al reencontrase con su hermano Raúl en Cinco Palmas, el 18 de diciembre de 1956, y sumar entre todos siete fusiles, pronunció la célebre frase: ¡Ahora sí ganamos la guerra!, y la ganó.

Luchó en la Sierra. Derrotó a la dictadura y con los grados de Comandante en Jefe vino al frente de la Caravana de la Libertad que recorrió la Isla de Oriente a Occidente, a sabiendas, como dijo el 8 de enero de 1959, en el campamento de Columbia, hoy Ciudad Escolar Libertad, que quizás, en lo adelante, todo sería mucho más difícil, y así ha sido.

Libró la batalla contra la ignorancia y la ganó, convirtiendo a Cuba en 1961 Territorio Libre de Analfabetismo. Encabezó la lucha en Girón y contra las bandas contrarrevolucionarias. Brilló como estadista en la Crisis de Octubre de 1962.

Al resaltar sus méritos, escribió el Che: “(…) con su capacidad de aglutinar, de unir, oponiéndose a la división que debilita: su capacidad de dirigir a la cabeza de todos la acción del pueblo; su amor infinito por él, su fe en el futuro y su capacidad de preverlo, Fidel Castro hizo más que nadie en Cuba para construir de la nada el aparato hoy formidable de la Revolución Cubana”.

Supo convertir los reveses en victorias y la palabra derrota nunca estuvo en su vocabulario. Fue tenaz en grado sumo, siempre al frente de cada batalla, pero a sabiendas que toda la gloria del mundo cabía en un grano de maíz.

Sufrió más de 600 intentos de asesinato, pero murió en una cama, ya cumplidos los 90 años de edad. Su mejor arma fue la moral. Esa fue siempre su escudo protector.

Cuando sus limitaciones físicas le impidieron cumplir sus responsabilidades al frente del Partido y Gobierno cubanos, renunció a todos sus cargos y de manera humilde anunció su condición de Soldado de las Ideas y se dedicó a escribir sus Reflexiones.

Encabezó la colosal Batalla de Ideas en pos de la cultura, la igualdad de derechos y oportunidades para todos los cubanos. Prometió el regreso del niño Elián González Brotons y lo cumplió. También prometió el retorno a Cuba de los Cinco Héroes: ¡Volverán!, nos dijo, y volvieron.

El 1ro. de mayo del 2000 dio a conocer su concepto de Revolución, convertido en brújula desde entonces para el trabajo político-ideológico de la nación.

En el 2005, desde el Aula Magna de la Universidad de La Habana, nos alertó del peligro de que fuéramos nosotros mismos lo que pudiéramos destruir la Revolución, algo latente y siempre a tener en cuenta.

Las cábalas le acompañaron siempre. El 26 fue su número de la suerte, pues nació en 1926, tenía 26 años al asaltar el Moncada y lo hizo un día 26. Salió de Tuxpan en el Granma un 25 de noviembre de 1956 y se despidió del mundo otro 25 de noviembre, con 60 años de diferencia.

Predijo la caída de la URSS y del campo socialista, como también lo hizo con la sobrevivencia del Socialismo en nuestro país. No se equivocó en ninguna de sus predicciones, las que basaba en la lógica y su preclara inteligencia. Aunque tal vez, si era cierta esa rara cualidad suya de ir al futuro y regresar para contárnoslo.

Calificó al Che como un gigante moral, como si él no lo fuera también. Quiso a Chávez como a un hijo y fue reciprocado con el cariño inmenso de aquel otro grande de América, como lo fuera Hugo Rafael, el venezolano mejor amigo de Cuba.

Fue el padre de la biotecnología cubana y gracias a su anticipada visión de futuro, pudimos enfrentar la pandemia de la COVID-19 como no lo pudo hacer ningún otro país del mundo.

Su barba de joven rebelde encaneció con los años y se convirtió en todo un símbolo. Fue un maestro de la oratoria y la palabra, un don natural que le hizo brillar siempre, aunque dominaba muy bien la palabra escrita.

Raúl Castro, el 2 de diciembre de 2016, en el acto político en homenaje póstumo a Fidel expresó: “La permanente enseñanza de Fidel es que sí se puede, que el hombre es capaz de sobreponerse a las más duras condiciones si no desfallece su voluntad de vencer, hace una evaluación correcta de cada situación y no renuncia a sus justos y nobles principios”.

Hoy, Cuba entera venera su legado y le rinde homenaje cada 13 de agosto. Pero también se le extraña. Nos sigue haciendo falta. A seis años de su partida física seguir su ejemplo y legado siempre será la mejor forma de honrarlo.

Fidel es Fidel y lo seguirá siendo siempre.


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Narciso Amador Fernández Ramírez

Periodista que prefiere escribir de historia como si estuviera reportando el acontecer de hoy


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