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lunes, 25 de noviembre de 2024

Dijo el Apóstol : “La Patria es ara no pedestal”

Nuestro Héroe Nacional, José Martí y Pérez, predicó con su ejemplo vivo cuál es el contenido de este pensamiento, breve, pero, en ocasiones demasiado manido...

Lohania Josefina Aruca Alonso en Exclusivo 22/01/2020
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José Martí en el parque de Cienfuegos
“Patria es Humanidad”, José Martí. (Fernando Medina Fernández / Cubahora)

La oración es corta y sintética. Sirve bien para el título de esta reflexión. A pesar de ello es evidente su profundidad ética. Esconde detrás de “pedestal”, las muchas miserias humanas a que este, a veces, suele asociarse en la vida pública.  El ascenso, de cualquier índole que sea, debe suponer la justa aspiración y el consciente  esfuerzo personal, que se correponda honestamente con ese movimiento. Otra cosa sería, precisamente, lo que Martí ilustró como el “pedestal”.

Parecería inútil insistir en este pensamiento martiano a sesenta años, cumplidos, de la Revolución cubana.  Pero, infelizmente, aún se continúan elevando pedestales a costa de la Patria. Pondré a consideración de lectores y lectoras, algunas manifestaciones de este fenómeno, típico entre quienes tampoco respetan la dignidad plena del hombre, y de la mujer.

En distintas ocasiones Fidel se refirió directamente a la regla de oro de una conducta cívica patriótica, aquella indicada por José Martí, debido a nuestras características históricas acumuladas. La sociedad cubana, como ente de rasgos identitarios propios, independientes, es relativamente reciente, no cuenta mucho más de 120 años de fundada.

Confluyen en ella, a partir de la conquista y el establecimiento de la colonia hispana Isla de Cuba, en 1511, descendientes de distintos etnos y culturas en disímiles estadios de desarrollo: la indígena cubana (originalmente aruaca), la española, de distintas regiones de ese país europeo, aunque, al incluir en gran cantidad a los canarios –originarios de una cultura afro sahariana-  matiza su aporte humano y cultural.

La africana negra, que procede de distintos pueblos subsaharianos, también en variadas etapas de desarrollo económico y social. Otras, demográficamente menos nutridas que las anteriores, por ejemplo: la china, nos llega en la segunda mitad el siglo XIX, la japonesa y la árabe en el siglo XX, etc. Así, hasta hoy.   

Con todas ellas se cocina el ajiáco nacional, cubano, atendiendo a las distintas proporciones de la mezcla. Por ello, somos un pueblo nuevo, según nos clasifica el brasileño Darcy Ribeiro, y muy diverso, por los múltiples colores de piel y los orígenes culturales que nos relacionan con distintas geografías del planeta Tierra. Igualmente, son complejos los fenómenos sociales que emergen de la sociedad cubana.     

A su vez, el carácter socialista de la República de Cuba, le impregna relaciones sociales que añade más complejidad a nuestra sociedad en consolidación y desarrollo de su nacionalidad. 

La nueva Constitución de la República de Cuba, recientemente proclamada, tipifica una estructura económica social propia, distinta de la de los países capitalistas que nos rodean y son mayoritarios en nuestra región.  Es decir, nos diferencia de unos y nos acerca a otros pocos: la Venezuela Bolivariana, la Nicaragua Sandinista.

Este reducido esquema con que he representado ciertos elementos básicos de la sociedad cubana, hasta la actualidad, ayuda a replantearnos el concepto de Patria, justamente en el sentido martiano más abarcador de nuestra realidad: “Patria es Humanidad”. Entonces, dejamos fuera al racismo y la xenofobia.

Sin embargo, tal proceso no es espontáneo. Como toda transformación, o creación de una nueva realidad, exige de comprensión, grandes esfuerzos, colectivos e individuales, para alcanzar nuevos niveles de conocimientos aplicados a dirigir y operar el concepto Patria y el de País. 

Desde el nivel primario de la escuela, y en adelante, hasta el escalón más alto de la educación, deben formarse los componentes imprescindibles que integrarán en el futuro nuestra nueva sociedad.

Las nuevas relaciones sociales, contando en la práctica con las que se producen y reproducen a través de la economía, en particular, de la empresa socialista mayoritaria y eficiente, no pueden ser ajenas a las necesidades del ser humano, al respeto de su dignidad como persona y trabajador, en primer lugar.  El trabajo, es valor sagrado, factor clave del sistema socialista. Martí lo percibió de forma similar.

He ahí la vía del sacrificio ante el altar de la Patria, de la eliminación del individualismo, oportunismo, arribismo, burocratismo, pragmatismo… Hay que aprender a dirigir y a controlar, a estimular e interactuar, a promover o demover, a seres humanos. Martí nos ofrece lecciones inobjetables de política, gobierno (Ver: Obras Completas), aplicando a ellos la inclaudicable ética de su pensamiento humanista.

La cultura de la sensibilidad y del detalle, a la cual nos ha convocado insistentemente el Presidente de la República, Miguel Díaz Canel Bermúdez, se opone a los pedestales denunciados por José Martí y Pérez. La obra va más lejos que el beneficio individual y/o particular. Es la obra misma la que deslegitima el acomodamiento o aprovechamiento de quienes han sido electos por el Pueblo para llevar adelante tareas del país, y dar permanentemente ejemplos de civismo.-


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Lohania Josefina Aruca Alonso

Investigadora histórica, colaboradora periodística nacional de prensa plana y digital


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