“(…) combatimos por la vida, no por la muerte”, escribía Manuel Sanguily el 10 de abril de 1876, en el periódico mambí La Estrella Solitaria, donde publicaba sistemáticamente con el seudónimo de Otto, durante la Guerra de los Diez Años, a la que se incorporó en enero de 1869 tras arribar a la costa norte de Camagüey en la segunda expedición de la goleta Galvanic.
Alcanzó el grado de coronel en la contienda, en la que luchó junto a insignes jefes del Ejército Libertador, como Ignacio Agramonte, Máximo Gómez, Antonio Maceo y su propio hermano Julio Sanguily. Participó en más de cincuenta acciones militares y se destacó en no pocas importantes y violentas como las de La Sacra, Palo Seco y Las Guásimas.
A mediados de 1874 fue elegido representante a la Cámara por el Departamento de Occidente, cargo que desempeñó hasta enero de 1875, cuando renunció para incorporarse a las fuerzas del mayor general Máximo Gómez en la invasión a Las Villas. El 25 de junio de ese año lo acompañó a la Loma de Sevilla, en Camagüey, a la entrevista con el mayor general Vicente García para discutir las demandas que sostenían los sediciosos de Lagunas de Varona que García encabezaba.
Gómez anotó en su Diario de campaña que se había ofrecido para tratar la manera de arreglar el asunto e invitó al brigadier Manuel Suárez, al teniente coronel Manuel Sanguily, al doctor Félix Figueredo y a Tomás Estrada, como “personas entendidas y de bastante significación”. Luego apunta: “Sanguily estuvo muy elocuente”.
En 1877 Manuel fue comisionado por el gobierno de la República en Armas para gestionaren el extranjero recursos destinados al campo insurrecto. Terminada la conflagración viajó a Europa y más tarde retornó a La Habana. Al estallar la Guerra del 95 parte a Estados Unidos a tramitar la libertad de su hermano Julio, quien había sido arrestado el 24 de febrero de ese mismo año y guardaba prisión en Cuba.
Pero la ausencia de Manuel Sanguily en la Isla se sentía. Esta carta que le enviara Antonio Maceo, fechada en Camagüey el 21 de noviembre de 1895, lo demuestra: “(…) Desde que arribé a las playas de Cuba no he dejado de pensar en usted (…) es indudable que usted con su energía, su valor, su honradez, su extraordinario talento y su brillante prestigio hubiera impreso al gobierno el sello de seriedad y acierto que necesitaba (…) Con usted aquí, estoy seguro que habríamos avanzado mucho en ese sentido (…)”.
Y es que Manuel, que había estudiado, y con posterioridad impartido clases, en el reputado colegio habanero El Salvador, de José de la Luz y Caballero, puso también al servicio de su país sus dotes de orador, abogado, escritor y periodista. Como tal, fundó la revista Hojas Literarias(1893-1894) y después, a finales de la década, colaboró en Patria, Libertad y La Discusión.
En sus textos y discursos predominan la prédica política comprometida con la lucha por la independencia y la soberanía nacional, la propaganda separatista, la reflexión teórica, la preocupación social. Igualmente, dedicóartículos a la crítica literaria e histórica, con depurado estilo.
En la República neocolonial fue delegado a la Asamblea Constituyente de 1901, senador, y ocupó altos puestos en el Gobierno, como el de secretario de Estado durante la administración de José Miguel Gómez, desde los cuales defendió el derecho de los cubanos a una verdadera independencia. Se opuso al Tratado de Reciprocidad Comercial (1903), impuesto a Cuba en su perjuicio, y resultó uno de los principales polemistas en torno a su aprobación o no, con lo que evidenció una vez más su estaturapatriótica y locuacidad.
El primero de los discursos contra ese tratado, que pronunciara en el Senado, en la sesión del 9 de marzo, desentraña: “(…) tampoco se descubre que haya de obtener con el Tratado de Reciprocidad ventaja alguna positiva e indudable el pueblo cubano (…)”. Y más adelante: “(…) estoy persuadido de que ese Tratado ofrece ventajas a otros, pero no a nosotros (…) son los Estados Unidos los que habrán de obtener los mayores beneficios de él (…)”.
Considerado uno de los clásicos del periodismo cubano, escribió para numerosas publicaciones de la época, como Cuba Contemporánea, Revista Bimestre Cubana, Revista de la Facultad de Letras y Ciencias de la Universidad de La Habana. Estuvo también, en 1910, entre los miembros fundadores de la Academia de la Historia de Cuba.
Manuel Sanguily y Garrite, nacido el 26 de marzo de 1848, falleció en La Habana el 23 de enero de 1925, con su patriotismo, su antiimperialismo y su talento, intactos.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.