Caminaba despacio por entre los antiguos panteones. Abrazaba la urna, para no dejar escapar los últimos restos terrenales de la mujer de su existencia. La memoria lo aleja del Mausoleo del Segundo Frente Oriental “Frank País”, mientras cada paso evoca el desfile de recuerdos que representa vivir y amar juntos tantos años.
La conoció en México. Él, exiliado, aguardando la oportunidad de volver y luchar por su patria; ella, de visita, en una viaje que no tenía nada de social, sino más bien revolucionario, pero en el que se unieron para recorrer los caminos de la eternidad.
Si la belleza le había impresionado inicialmente, su carácter lo deslumbró: mujer de una sensibilidad aparentemente fuera de lugar en años de muerte, Vilma, supo enfrentar la barbarie con humanidad. Acorde a sus convicciones, rebelde y en primera fila, estuvo al frente de una lucha, donde, por fin, las féminas tenían un papel protagónico. Ajena a los prejuicios, dirigió el llano e, independiente como era, marchó a la Sierra en el 58, para unirse a las flores de la nueva primavera cubana.
Así, llegó el último año de una década trascendental para la Isla y de la que ellos fueron parte. Ella heroína del pueblo y de los sueños de él, un comandante salido triunfal de la guerra, pero que era solo soldado raso en busca de la victoria más grande de su existencia. “El 26 de Enero de 1959 en esta casa me puse un nuevo uniforme de guerrillero y me fui a la boda con Vilma…lo mejor y más lindo que hice toda mi vida”
Con los años formaron una bella familia. Los hijos y nietos que lo acompañan en la tristeza, fueron la alegría de ambos cuando el amor dejó de ser de dos. Cada uno le recuerda a ella, a la unión más allá de la lucha y los ideales; a los años de dedicación, las dificultades familiares, los momentos más felices del hogar.
Las décadas vieron crecer un proyecto de vida y pensamiento alrededor de su país. Más de cuarenta años, uno defendiendo nuestras fronteras, la otra la igualdad dentro y fuera de los límites nacionales. Él por proteger su tierra y pueblo; ella por llevar a las mujeres al lugar que les corresponde en la sociedad.
Los recuerdos llegan infinitos para tan corto paseo hacia el último adiós. Da los pasos finales hacia el nicho, con un beso en los labios y una canción de amor en el alma. El primero lo llevará consigo como un hasta luego, la segunda será la contraseña para el próximo encuentro, cuando ella lo reciba al llegar del combate de la vida.
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