//

jueves, 21 de noviembre de 2024

El último combate de Camilo

El 28 de octubre de 1959, cuando se dirigía de regreso a La Habana tras neutralizar una conspiración contrarrevolucionaria en la provincia de Camagüey, la avioneta se extravió y desapareció sin dejar rastros...

Luis Pavón Massó en Exclusivo 14/12/2011
8 comentarios

Fue la sonrisa entera del criollo y la hidalguía, la firmeza, la integridad total del revolucionario. Se mantuvo siempre de pie ante la adversidad, el peligro y la tarea heroica. De rodillas, solo ante los caídos, para mostrarles la obra de la Revolución, como dijo aquel 26 de octubre de 1959, en la que iba a ser su última aparición pública.

Era un trabajador habanero, hijo de una familia de tradición revolucionaria. No pudo nunca cumplir sus inquietudes artísticas —estuvo en la Escuela de San Alejandro, estudiando artes plásticas—, porque había necesidades urgentes que atender. Así, sería empleado de tiendas y se entregaría a otras tareas, incluso emigraría a Estados Unidos en busca de trabajo como tantos hijos de nuestro continente.

En su corazón ardió desde temprano el patriotismo, algo que en aquel tiempo se pagaba caro: sufrió persecuciones y golpizas. Cuba estuvo siempre en su corazón.

No estaba previsto para venir en el Granma pero, enterado de la expedición, insistió con Fidel hasta que se vio incluido. Ya en la Sierra fue el combatiente que llegaría a Comandante y al que se le confiaría la columna "Antonio Maceo", que debía extender la lucha a las provincias occidentales. Se mostraría tanto el guerrillero invencible como el político que llevaría la unidad a los campos combatientes.

Nuestro pueblo supo de él, aparte de menciones en Radio Rebelde, cuando cumpliendo órdenes de Fidel tomaba, el Primero de enero del 59, el entonces llamado Campamento de Columbia, que había sido fortaleza principal de la tiranía.

Aquel 26 octubre del 59 se denunciaría cómo Cuba se había visto, prácticamente desde el primero de enero, ante las agresiones terroristas yanquis constantes y diversas. El pueblo ardía en deseos de defender efectivamente a la Revolución. Fidel había anunciado en más de una ocasión el propósito de unir las tropas del Ejército Rebelde con las nuevas que ofrecían nuestros obreros y campesinos, los hombres y mujeres de nuestro pueblo.

En la tribuna que se hizo del balcón del antiguo Palacio Presidencial, hoy Museo de la Revolución, se había convocado para condenar los ataques. De allí surgirían las Milicias Nacionales Revolucionarias. Las últimas agresiones eran el bombardeo de la Habana y la traición de un personaje tristemente célebre, en Camagüey. En deshacer ésta última, el liderazgo y la acción de Camilo, dirigido por Fidel, fueron fundamentales.

Los oradores en el Palacio: junto a Fidel, Raúl Castro, Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Almeida y Dorticós. Se había pensado en la asistencia de unas veinte mil personas. Había más de un millón: la Avenida de las Misiones estaba de bote en bote.

Entre las masas surgían carteles con consignas: "Fidel, dame un fusil para defender la patria". Las avionetas piratas no pueden asustar a los cubanos. Unidos lucharemos como hermanos. A pesar de las agresiones, la Reforma Agraria, va. Cuba y Fidel, faros de América". Y otras mil de afirmación patriótica.

Camilo, en la galanura de su presencia, en el magnetismo que irradiaba su fe revolucionaria, dice entre sus primeras palabras: "Vemos los cartelones y oímos las voces del pueblo que dicen: "Adelante, Fidel, Cuba está contigo". Repite los versos de Byrne sobre la bandera. Y más adelante: "Hoy se demuestra que lo mismo que supieron morir veinte mil cubanos para lograr esta libertad y esta soberanía, hay un pueblo entero dispuesto a morir si es necesario por lograr esta libertad y esta soberanía".

Camilo contaba 27 años de edad, había nacido en la barriada habanera de Lawton, el 7 de febrero de 1932.

De aquella concentración partiría a Camagüey y sería a su regreso, el día 28, que su avión desaparecería, devorado por el mal tiempo y el mar. El dolor sería inmenso. Tan grande en el Máximo Líder como en el pueblo.

Pero sabio, Fidel supo encimarnos sobre el dolor: Camilo estaba en nosotros, enseñó; en el pueblo hay muchos camilos.

Y cada jornada de lucha reaparece aquel héroe querido, tomando la forma de los hijos del pueblo.


Compartir

Luis Pavón Massó

Se han publicado 1 comentarios


avelo
 10/1/12 22:49

Camilo es y será siempre ejemplo de fidelidad, amistad y de revolucionario, aún con su temprana desaparición tenemos los más jovenes mucho que aprender de su comportamiento y total desprendimiento en favor de la revolución y Fidel.

Deja tu comentario

Condición de protección de datos