martes, 23 de abril de 2024

Yara: la reafirmación de lo prometido en Demajagua

El 11 de octubre de 1868 ocurrió el primer combate de los bisoños cubanos contra el colonialismo español, la derrota sirvió para la reafirmación de la promesa de la libertad o muerte…

Narciso Amador Fernández Ramírez en Exclusivo 08/01/2023
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Yara-Parque Carlos Manuel de Céspedes
En el lugar que hoy ocupa el Parque Carlos Manuel de Céspedes aconteció el combate de Yara (Tomada de La Demajagua)

El 10 de octubre de 1868 fue el primer día de libertad. Carlos Manuel de Céspedes rompió las cadenas del yugo español y conminó a los cubanos a luchar por la Patria bajo el grito redentor de ¡Viva Cuba Libre!

Un testigo presencial de aquel extraordinario acontecimiento –que marcaría el inicio de los más de cien años de lucha de nuestro pueblo-, el coronel José Joaquín Garcés Ramírez, dejó constancia escrita de esos sublimes momentos y así lo describió:

“Céspedes pronunció un corto discurso en el que se dio a conocer como Capitán general primer Jefe de la Revolución; explicó algo de cuáles eran las aspiraciones, en sentido político, de los sublevados, conjurándolos a morir o vencer en la demanda: fijó como grito de guerra el de ‘Viva Cuba Libre’, que fue repetido por todos los allí presentes”.

Refiere el excepcional testigo que en su arenga, Carlos Manuel de Céspedes profetizó, y cito: “la pronta llegada del Ejército Libertador a las riberas del Almendares, ‘cuyas límpidas aguas –decía– apagarán la sed a nuestros corceles, prontos a hollar con sus cascos el último rincón donde se oculte el ibero’. ¡Rompan filas!”“

Ese propio día, bellamente descrito por José Martí, donde, al decir del Apóstol, “(…) los misterios más puros del alma se cumplieron en aquella mañana de La Demajagua, cuando los ricos, desembarazándose de su fortuna, salieron a pelear, sin odio a nadie, por el decoro, que vale más que ella; cuando los dueños de hombres, al ir naciendo el día, dijeron a sus esclavos: “¡Ya sois libres!”“, Céspedes redactó el conocido Manifiesto del 10 de Octubre, cuyo nombre es Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba, donde dejó definidos los objetivos y propósitos de la lucha, así como su alcance continental:

“Al levantarnos armados contra la opresión del tiránico gobierno español, siguiendo la costumbre establecida en todos los países civilizados, manifestamos al mundo las causas que nos han obligado a dar este paso, que en demanda de mayores bienes, siempre produce trastornos inevitables, y los principios que queremos cimentar sobre las ruinas de lo presente para felicidad del porvenir.

“Cuando un pueblo llega al extremo de degradación y miseria en que nosotros nos vemos, nadie puede reprobarle que eche mano a las armas para salir de un estado tan lleno de oprobio.

“Cuba aspira a ser una nación grande y civilizada, para tender un brazo amigo y un corazón fraternal a todos los demás pueblos, y si la misma España consiente en dejarla libre y tranquila, la estrechará en su seno como una hija amante de una buena madre; pero si persiste en su sistema de dominación y exterminio segará todos nuestros cuellos, y los cuellos de los que en pos de nosotros vengan, antes de conseguir hacer de Cuba para siempre un vil rebaño de esclavos”.

Horas después, partía la bisoña tropa rebelde para llegar, el día 11 de octubre, al poblado de Yara, con la intención de tomarlo.

El mencionado coronel mambí, José Joaquín Garcés, en memorias que redactó en Manzanillo en el año 1900 y que el capitán Arturo González Quijano, poseedor del manuscrito original, sacó a la luz en el Boletín del Ejército Nacional, en el número correspondiente al mes de octubre de 1929, describe ese primer combate por la independencia de Cuba:

“Dos grupos de hombres, ignorante unos de los otros iban a su encuentro. Eran los siervos que querían romper sus cadenas. Y eran los dueños que querían remacharlas. Los unos entran en Yara por las puertas de Manzanillo, los otros por las puertas de Bayamo. Aun no se han apercibido. Siguen andando. Ya están en la Plaza. Todo es silencio. Al ¿quién vive?, gritan unos. ‘Cuba Libre’, responden otros. ¡Fuego! Cincuenta detonaciones, casi simultáneamente se dejan oír. Han disparado los españoles. Los cubanos contestan disparando sus escopetas. La tropa toma posesión de casas inmediatas y por puertas y ventanas hacen fuego graneado”.

La inexperta tropa insurrecta nada puede ante la superioridad militar de los soldados españoles. Para mayor desgracia, las pocas municiones se le habían mojado en un corto, pero profuso aguacero, ocurrido horas antes.

Cunde el desconcierto y la retirada desordenada. Solo unos pocos hombres, entre ellos Céspedes, con sus revólveres, intentan una resistencia que se hizo breve. Apenas fueron unos diez minutos de combate.

Se derrama sangre cubana y la Patria tiene en el soldado Fernando Guardia a su primer mártir: “Mientras todos caminan al ocaso, Fernando Guardia lucha con los estertores de la muerte: un balazo le había atravesado el corazón. Primer soldado cubano que dio su vida en aras de la independencia de la Patria”, relata en sus memorias, el testigo presencial.

Ante la adversidad se impone la voluntad de hierro de Céspedes, del hombre del ímpetu, como lo calificó Martí, a quien el desconcierto no le abruma: “¡Aún quedan doce hombres! ¡Bastan para lograr la independencia de Cuba!”, afirma en célebre frase.

Días después, la bisoña tropa, a quien se le han sumado varios dominicanos con experiencia militar, incluido el sargento Máximo Gómez  Báez, entra victoriosa a la ciudad de Bayamo y la convierte en la primera capital de la República de Cuba en Armas.

Si el 10 de octubre de 1868 fue el acto fundacional, el combate en Yara, a pesar de la derrota militar, fue la confirmación de un ideal redentor y de la voluntad indomable de pelear por la libertad de Cuba.

Así fue el comienzo de esta larga lucha. Esa contienda patriótica semejante a la ahora, donde no son pocas las adversidades, pero donde no falta la voluntad de luchar por Cuba, a costa de todos los sacrificios.


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Narciso Amador Fernández Ramírez

Periodista que prefiere escribir de historia como si estuviera reportando el acontecer de hoy


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