Tras varios años de labor llena de amor, salen a la luz estos poemas.
El 12 de septiembre de 1998, Gerardo, Ramón, Fernando, Rene y yo, tras un arresto violento, fuimos recluidos en el Centro de Detención Federal de Miami.
El recibimiento allí fue peor que el que normalmente se le da a un criminal connotado y confeso.
Nos ubicaron en celdas aisladas, en un área donde no había nadie más que nosotros, y nos entregaron solamente una colcha y un rollo de papel sanitario.
Ese fue el comienzo de 17 meses en celdas de castigo del llamado “hueco”, donde hasta el más violento e indisciplinado de los reclusos allí encerrado podía tener aparte de sábana, toalla, jabón, pasta y cepillo de diente, algunas de sus pertenencias, algunos libros y hasta un radiecito.
En aquellas condiciones nació el primer poema de este libro. Yo estaba en aquella celda, sin nada más que con mis pensamientos y llego la poesía. De dónde vino? No sé. Por qué vino? Venía a salvarnos. Sí, porque la poesía fue una de las armas de nuestra resistencia a aquella prueba, a aquella tortura con la que se pretendía doblegarnos para que traicionáramos a la verdad y con ello a todo nuestro pueblo noble, digno y heroico.
A este libro de los cinco, por un error mío, le faltó un agradecimiento, pero nunca será tarde para rectificar los errores y que mejor momento que este para expresarlo:
A Aitana Alberti y Alex Pausides, muy queridos hermanos de la poesía, quienes concibieron este libro, seleccionaron de manera exquisita los poemas y escribieron luego el Epilogo.
A Juan Carlos y todo el equipo de trabajo de la Editorial Capitán San Luis, entre los que me atrevo a nombrar a Marta, Norma, Marilyn, pero fueron muchos más, quienes tomaron en sus manos este proyecto y no descansaron hasta verlo hecho realidad.
A Margaret Lousie Becker, mi inseparable Maggie, quien tradujo estos versos al inglés con tanta pasión y profesionalidad.
A Omar Pérez por su detallada revisión de todo este complejo trabajo de traducción y a Vera por la traducción del Prólogo.
A Eugenio Sagues por el trabajo de diseño.
A mis hermanos Gerardo y Rene, aunque me dirán, “Oye, eso no hacía falta”, por las viñetas y el prólogo.
A mi hermana porque es no solo mi brazo derecho, sino que todo lo que soy y sin ella seria dificil desde la distancia lograr estas cosas.
A mi madre que con tanto celo guarda todas mis cosas y sobre todo mis poemas, que todos son dedicados a ella, porque son la esencia del amor infinito que me inculco.
A Miguel Barnet, querido amigo, ejemplo de cubanía y poesía que seguimos, quien nos honra presentándoles este libro.
Cinco abrazos
!Venceremos!
19 de febrero de 2013
Prisión Federal de Marianna
cheo belen rodrigez
8/3/13 14:12
Si hay alguien que puede enseñar a un revolucionario ese es antonio y sus cuatro hermanos preso,felicito atodos lo que te han ayudado a que este libro que es el reflejo del sacrificio de los que con su labor evitan que un pueblo como cuba nunca 'nunca'se olvidara del daño que hace el imperialismo y todos aquellos que enriguese el odio contra cuba por haber escojido una sociedad independiente,libre y soberana,un abraso de un hermano que abrasa a tu familia y a tu pueblo
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