Aunque las restricciones y sanciones económicas y financieras del bloqueo de Estados Unidos a Cuba se han mantenido, y solo se han modificado circunstancialmente en una dirección u otra, se debe reconocer que constantemente se presentan propuestas. El curso que siguen estas propuestas de ley sobre Cuba y las votaciones correspondientes, aunque no se conviertan en ley, constituyen un indicador del balance de fuerza en esta instancia del gobierno estadounidense.
Esta correlación de fuerzas se manifestó de manera clara en el 2000 —último año de la administración de William Clinton—. A los grupos contrarrevolucionarios en el Congreso les fue difícil impedir el resultado. La Ley de Reforma a las Sanciones Comerciales y la Ampliación de las Exportaciones del 2000 fue aprobada y abrió la posibilidad de exportar alimentos a Cuba. Naturalmente, tales exportaciones son en un solo sentido, lo que ha sido y sigue siendo un obstáculo al comercio entre los dos países, ya que Cuba no puede exportar a Estados Unidos sus productos.
En aquel momento los elementos anticubanos negociaron como condición que las ventas tendrían que realizarse en efectivo. Suponían que Cuba no aceptaría tales condiciones, porque además no disponía de moneda libremente convertible. Luego de acuerdos entre el sector de negocios estadounidenses, que pidió a la parte cubana que realizara compras, se llegó al año récord de 2008, en que alcanzaron más de 600 millones de dólares. Después esta cifra ha descendido por tener nuestro país mejores opciones en otros mercados.
En el contexto actual el gobierno de Donald Trump ha decidido retrotraer al pasado los avances parciales logrados por Barack Obama, su antecesor en la Casa Blanca. A pesar de Trump existe en Estados Unidos apoyo mayoritario al mejoramiento de las relaciones con nuestro país. No hay argumento real para que no sea así, y entonces aparece la mentira política como pretexto, para cubrir esa carencia. Se requiere hablar de algo inverosímil y sin prueba alguna, alentado por la propaganda para dañar la imagen de Cuba. Se anuncian “ataques sónicos” en el momento que se debatía una propuesta de ley que de algún modo reflejaba el interés en aumentar las ventas de productos alimenticios al país.
¿Qué sucedió en el Congreso? Contrario a lo que habría querido el senador Marco Rubio, el Senado aprobó el 28 de junio la propuesta de Ley de Agricultura y Nutrición de 2018 (Agriculture and Nutrition Act of 2018), por amplia mayoría (86-11), que contiene elementos relativos a favorecer el comercio con Cuba en esta esfera. La Enmienda de los senadores Heidi Heitkamp (Demócrata por Dakota del Norte) y John Boozman (Republicano, Arkansas), permitiría que el Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA) llevara a cabo programas con vistas al desarrollo de mercados de exportación para crear, expandir y mantener la presencia comercial estadounidense en Cuba.
Es notable que el senador Marco Rubio manifestara su oposición a esta cláusula y su decisión de obstaculizarla. Sin embargo, Rubio introdujo el 26 de junio una enmienda para rechazar la promoción de exportaciones condicionada a cambios en Cuba con violación de su soberanía e independencia; pero el 27 de junio, cuando comprendió que sería derrotado, modificó esa propuesta y manifestó “que no quería impedir la capacidad de los campesinos de Estados Unidos de mercadear sus productos en Cuba”, pero mientras se hiciera esto no se podía gastar ni un dólar del contribuyente estadounidense en instituciones supuestamente controladas o poseídas por militares cubanos.
Aquí hay manipulaciones y mentiras de todo tipo. En todas partes, los militares por su propia instrucción y disciplina son cuadros que después de pasar a jubilación se emplean en la esfera empresarial e incluso en el gobierno. En Estados Unidos esto se le llama la “puerta giratoria” —intercambio de los militares de sus misiones de defensa a la esfera civil, al sector empresarial y a la inversa—. Son incontables los casos, exmilitares en el gobierno y el sector corporativo. La referencia a Cuba es un pretexto para aplicar una nueva sanción, obstáculo a las relaciones con instituciones de la economía nacional, que se sabe constituyen un gran aporte. El supuesto nuevo ataque sónico pretendió renovar un ambiente desfavorable en el momento preciso.
Después de negociaciones entre Bob Menéndez (Demócrata, Nueva Jersey) y Ted Cruz (Republicano, Texas) de una parte, y los senadores Flake (Republicano, Arizona), Heitkamp y Boozman del otro, la propuesta fue aprobada en el Senado con la promoción de las exportaciones por el Departamento de Agricultura intacta, y una modificación que repetía lo que ya había establecido el gobierno de Trump en torno a no permitir que recurso alguno se transfiriera a las instituciones de la lista negra sancionada por ellos. La propuesta pasó la Cámara de Representantes (213 – 211) el 21 de junio, y quedaría pendiente transitar por el Comité de Conferencia para saldar las diferencias.
La lección es que a pesar del clima adverso creado por la administración Trump en su discurso y las decisiones políticas de aislamiento e incremento del bloqueo a Cuba, existen fuerzas, incluso en el actual Congreso, impulsadas por intereses económicos concentrados en el sector agrícola a favor de mejorar las relaciones con Cuba y desmontar el bloqueo.
Resta conocer cómo podría modificarse el escenario en las próximas elecciones de noviembre, pero en cualquier caso sabemos que los intereses económicos y su expresión al interior de la clase dominante en ese país se mantienen a la espera de un mejor contexto para continuar avanzando en el mejoramiento de las relaciones con Cuba.
En lo que a la política hacia Cuba respecta, la administración de Trump expresa una contradicción entre sus objetivos generales y lo que hace con nuestro país. El mercado cubano es significativo, y una eliminación del bloqueo traería incrementos en los intercambios que en pocos años podría sumar entre tres mil y seis mil millones de dólares. Las inversiones directas no podrían ser menores de los dos mil millones y de conjunto todo ello crearía nuevos empleos y ganancias considerables para el sector económico estadounidense.
Puede decirse que el lema de “Estados Unidos primero” en lo que respecta al comercio con Cuba no se cumple, porque la actual política afecta los intereses económicos de los empresarios estadounidenses y de su propio pueblo en muchas.
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