Poco más de un año atrás surgió, en Caracas, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). “Es nuestra obra más preciada. Simbólicamente, consolida el concepto de una región unida y soberana, comprometida con un destino común”, aseguró el General de Ejército Raúl Castro, durante su discurso en aquella cita fundacional.
En otro momento de su intervención, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros expresó que el éxito de la nueva organización “dependerá del carácter y la sabiduría de sus miembros, que somos las 33 naciones independientes situadas entre el Río Bravo y la Patagonia” y, más adelante, expuso que Cuba “trabajará con dedicación, altruismo y compromiso por la unidad de nuestros pueblos, por un futuro de paz y justicia social, y por el empeño irrenunciable de consolidar la plena independencia de lo que José Martí definió para el porvenir como Nuestra América”.
Aunque algunos intenten exacerbar diferencias las entre los gobiernos, como método para desunir a los pueblos; no pocos países, entre ellos Cuba, han defendido en diferentes instancias la importancia de la CELAC, como un instrumento para aunar voluntades, resolver diferencias y cooperar por el bien de la región.
Unidad, dedicación, compromiso fueron algunas de las ideas defendidas por varios mandatarios en el encuentro de Caracas, en diciembre de 2011, y serán las que guíen la presidencia pro tempore de la CELAC que asumirá Cuba, a partir de la próxima Cumbre que sesionará en Santiago de Chile, entre el 26 y el 28 de este mes.
Avanzar en la concertación política, económica, social y científico-técnica, así como en la integración de los miembros de la CELAC, resulta imprescindible; aunque, de seguro, no será fácil y esto aumenta la responsabilidad de Cuba. La verdadera integración es un proceso largo, gradual y que entraña retos, los cuales deberán ser superados a partir de la voluntad política de todas las naciones que integran la Comunidad.
En declaraciones a la prensa, el vicecanciller cubano Abelardo Moreno explicó que Cuba tiene la intención de brindar su experiencia en la CELAC como fundadora, junto a Venezuela, de la ALBA, a la que pertenecen ocho naciones del Sur, Centroamérica y el Caribe, con positivos resultados económicos y sociales. Tres de las acciones más significativas acometidas por el grupo son: la fundación de la empresa grannacional Petrocaribe, las campañas de alfabetización y la atención de la salud pública gratuita.
Además, Moreno destacó que para la presidencia cubana se impone ante todo un análisis de la cooperación que existe entre los Estados miembros de la Comunidad y que Cuba trabaje para que América Latina y el Caribe sean una zona de paz.
Otro de los objetivos fundamentales, y en los que la presidencia cubana se centrará, es convertir a la CELAC en el interlocutor más legítimo de América Latina y el Caribe con otras regiones.
La II Cumbre, en Chile, marcará un gran cambio en este sentido, porque, antes de que comience el encuentro, funcionará una reunión al más alto nivel entre CELAC y la Unión Europea donde, por primera vez, la región se presentará como bloque. Las cifras indican que, a pesar de la crisis económica que afecta a todos, América Latina y el Caribe representa en la actualidad la tercera potencia económica a nivel mundial, el mayor productor de alimentos del mundo y el tercero mayor productor de energía eléctrica.
El encuentro CELAC-UE, de acuerdo con Moreno, se centrará en “las inversiones, que pretendemos sean sustentables ambiental y socialmente. En su camino al desarrollo, nuestros países requieren de mucha ciencia y tecnología que la UE tiene en sus universidades y empresas (…) Antes la relación era básicamente de cooperación desde Europa y, guardando las distancias, hoy está comenzando a ser de mucha mayor simetría”, concluyó el vicecanciller.
La II Cumbre no debería quedar en la historia como un encuentro más entre líderes políticos. El contexto internacional parece cada vez más propicio para que la CELAC afiance el concepto de región unida, reconocible y comprometida con un destino común, al integrar a 33 naciones independientes. No obstante, es necesario el apoyo de todos los gobiernos para que, más allá de asimetrías económicas y distancias ideológicas, la CELAC consolide su rol internacional y su capacidad como un efectivo instrumento político que aúne voluntades y resuelva diferencias.
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