Buenas noches, compatriotas:
Compatriotas. Venía pensando en esa palabra: compatriotas. Suena tan común cuando se está en la Patria y tan especial cuando se está lejos de ella. Me preguntaba si eso sólo nos pasa a los cubanos, por aquello que decía Martí sobre el misterio de ternura de nuestro gentilicio, de “esa dulcísima palabra: cubano…” o sólo nos pasa aquí, en territorio oficialmente hostil.
Esta es mi primera visita a Nueva York y, como supondrán, traigo un programa muy intenso, dentro y fuera del Segmento de Alto Nivel de la Asamblea General de Naciones Unidas, pero quería que supieran que nos empeñamos en encontrar el espacio para compartir con ustedes, los cubanos y cubanas residentes en los Estados Unidos.
En menos de dos meses se cumplirán 40 años del llamado “Primer diálogo del Gobierno Cubano con personas representativas de la comunidad cubana en el exterior” o “Diálogo del 78”.
Aunque era un estudiante recién ingresado a la Universidad, recuerdo muy bien aquel primer contacto, por el documental “55 hermanos”, donde algunos de ustedes aparecen tan jóvenes que ahora cuesta identificarlos.
En la familia separada por la emigración, aquel diálogo tuvo un impacto tremendo. Y en los que no teníamos familia emigrada, también, porque cualquiera tenía una novia, un compañero de aula o un vecino que emigró a Estados Unidos, de manera que creo que nadie fue indiferente a aquel encuentro del que emergieron los primeros cambios trascendentales en la política migratoria cubana y en el tratamiento hacia nuestros nacionales en el exterior.
El objetivo fundamental fue entonces y sigue siendo hoy estrechar y fortalecer los vínculos con los cubanos residentes en el exterior.
La reunión fue 20 y 21 de noviembre de 1978, un período -de esos que siempre han durado poco en las relaciones con nuestro poderoso vecino- en que comenzaban a tener lugar discretos cambios en la política del gobierno de los Estados Unidos hacia Cuba.
Se habían establecido ya los primeros contactos diplomáticos bilaterales y había una tendencia creciente de acercamiento pacífico y constructivo de nuestra comunidad residente en el exterior con su país de origen.
Pero esa todavía era una etapa difícil para desarrollar nuestros vínculos. El terrorismo originado en los Estados Unidos contra Cuba continuaba generando un grado de desconfianza que obligaba a priorizar la defensa de la patria y dificultaba el acercamiento, aún con la voluntad de ambas partes de avanzar en el acercamiento.
A pesar de las dificultades, la tendencia a favor del entendimiento y los vínculos se fue imponiendo año tras año, con avances concretos.
La emigración dejó de ser políticamente homogénea y dejó de llamarse en bloque “exilio”, con el impulso de nuevos migrantes y nuevas generaciones de cubanos y muy a pesar de la corriente minoritaria y extremista que aún promueve la confrontación entre los cubanos residentes en el exterior y su patria.
Hoy, como en el 78, nuestro Gobierno quiere reiterarles la voluntad de continuar desarrollando un diálogo franco y amplio con nuestros connacionales en el exterior, sobre la base del respeto mutuo, del respeto a la soberanía y la independencia de Cuba y con el compromiso de poner fin al injusto bloqueo impuesto contra nuestro pueblo.
No olvido ni por un segundo el precio que debió pagar, incluso en vidas, la comunidad de cubanos residentes en Estados Unidos y en Puerto Rico, por abrir el escabroso camino, plagado de peligros y dificultades que nos ha traído hasta este momento. Y quisiera rendir homenaje, especialmente a los iniciadores y a sus mártires: Carlos Muñiz Varela y Eulalio Negrín Santos.
Desafortunadamente el hijo de Carlos, Carlos Muñiz Pérez, no pudo acompañarnos en la noche de hoy. Su padre fue asesinado en Puerto Rico, el 28 de abril de 1979, por promover el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, propósito por el cual los cubanos en el exterior continúan luchando.
Indispensable en un encuentro como éste la evocación de José Martí, artífice y promotor incansable de la unidad entre todos los cubanos, en función del objetivo supremo: la lucha por la independencia, la soberanía y la autodeterminación de Cuba.
Cuando se aproxima el 150 aniversario del inicio de nuestras guerras por la independencia y el 60 aniversario de la Revolución, volvemos a la historia nacional buscando interpretar sus resortes visibles y secretos y la unidad se nos aparece como el elemento central, determinante. Cada vez que falló, perdimos. Sólo cuando la blindamos, vencimos. Martí lo vio antes que nadie y fundó por eso un Partido para la nación, no dos ni diez para la pelea inútil que enfrenta y debilita.
Son esos aportes fundamentales de José Martí los que nos juntan en torno a su legado como nos reunieron a muchos de los que nos encontramos en esta sala a participar en el acto en que se develó la estatua ecuestre en el parque 13 de Marzo de La Habana Vieja, para rendir justo homenaje al aniversario 165 de su natalicio. Por pura coincidencia hace hoy exactamente 8 meses de aquel acto inolvidable.
Esa hermosa réplica de la estatua que existe desde hace muchos años aquí en Nueva York, sintetiza la pasión cubana por nuestro Héroe Nacional y que el proyecto llegara a feliz término fue obra de muchos, entre ellos algunos de ustedes, cubanas y cubanos residentes en los Estados Unidos. A todos los que de una forma u otra contribuyeron al éxito de tan bello propósito, les reitero nuestro agradecimiento.
Este encuentro es para nosotros, también, un sentido tributo al Líder Histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, principal artífice del fortalecimiento de los vínculos con los cubanos residentes en el exterior.
Su visión estratégica, continuada por el Primer Secretario Raúl Castro Ruz, nos llevó a promover la reforma migratoria más profunda realizada durante los últimos 60 años, piedra angular de la política de nuestro gobierno hacia sus nacionales en el exterior.
Permítanme confirmarles que el fortalecimiento de los vínculos entre Cuba y sus nacionales en el exterior es continuo e irreversible, como muestra de la continuidad de la Revolución y de la Unidad de la Nación.
Ejemplo irrefutable de esa continuidad y hecho inédito hasta hoy, es la decisión de que todos los cubanos en el exterior, sin excepciones, participen de manera activa y totalmente voluntaria en el debate sobre el Proyecto de nueva Constitución que los cubanos y cubanas queremos darnos para el presente y el futuro de la Patria.
Cualquier de ustedes que haya estado recientemente en el país puede dar fe de la extraordinaria movilización popular en torno a esa consulta. Y yo los exhorto a contribuir con sus opiniones al mejoramiento y desarrollo de nuestra Nación: soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible.
En Cuba decimos que “ninguno de nosotros solo sabe y puede tanto como todos nosotros juntos” y en ese todo los incluimos a ustedes.
Sólo el consenso de lo que aportemos todos, propiciará la construcción de una sociedad cada vez más justa e inclusiva y hará prevalecer la prédica martiana de que la “Ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.
La participación de los cubanos que viven fuera de la patria en este proceso de debate, es coherente con nuestra democracia participativa y un espejo del momento actual de nuestra historia, caracterizado, entre otros aspectos, por vínculos crecientes y diversos entre los cubanos residentes en el exterior y su país de origen.
En este punto, permítanme ejemplificar con cifras el impacto de ese proceso, que ha permitido el fortalecimiento de esos vínculos raigales entre la Nación y los cubanos que residen en el exterior, tomando como punto de referencia un antes y un después del 14 de enero de 2013, fecha en que se dieron a conocer un conjunto de medidas migratorias que funcionan con total normalidad y han tenido gran aceptación.
1. A más de 5 años de su aplicación, continúa el aumento de salidas del país con pasaporte corriente, periodo en el que se realizaron 2 millones 674 mil 76 viajes por parte de nuestros nacionales.
2. En paralelo, se aprecia un incremento sostenido en la entrada de cubanos residentes en el exterior, fundamentalmente desde territorio estadounidense. Desde el 14 de enero del 2013 hasta el 14 de enero del 2018 se registraron 2 millones 080 mil 043 entradas, de ellas, 1 millón 585 mil 575 desde los Estados Unidos.
3. En el año 2017, 432 mil 786 entradas fueron desde ese país, cifra récord en este indicador. En los primeros siete meses del 2018, alcanzan las 301 mil 987, lo que significa un crecimiento del 20%, comparado con igual periodo del año 2017. A partir de esta tendencia es previsible que por primera vez en 2018 se rebase la cifra de medio millón de viajes de cubanos residentes en Estados Unidos a nuestro país.
Sin embargo, no será posible alcanzar relaciones totalmente normales en el ámbito migratorio hasta tanto el Congreso de este país abrogue o elimine la llamada Ley de Ajuste Cubano, que estimula la continuidad de un flujo irregular y restringe la posibilidad de los cubanos de obtener visas para visitar Estados Unidos y establecer contactos normales con sus familiares.
Estos datos son irrefutables y demuestran que hoy, los cubanos viajamos de manera creciente, no emigramos de manera masiva.
Este es el resultado de los pasos constantes y crecientes de Cuba en materia migratoria; a pesar de que, lamentablemente, desde el mismo triunfo de la Revolución cubana, el gobierno de Estados Unidos utilizó la migración desde nuestro país como punta de lanza de su política de agresión contra Cuba.
Hoy nadie discute que la inmensa mayoría de los cubanos en el exterior, y sus familias en Cuba, apoyaron y apoyan el proceso hacia la normalización de relaciones entre La Habana y Washington, iniciado el 17 de diciembre de 2014, interrumpido de manera unilateral por la actual administración estadounidense con la complicidad de sectores minoritarios pero extremadamente reaccionarios de la comunidad cubana en este país.
Tras el Memorando Presidencial de Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los Estados Unidos hacia Cuba, firmado y dado a conocer por el presidente Trump el 16 de junio de 2017, en Miami, en un evento cuya insultante factura ofende la historia y la dignidad de nuestro pueblo, se ha retomado la vieja y fracasada fórmula de recrudecer el bloqueo y la subversión contra Cuba.
A lo anterior se agrega la suspensión de los servicios consulares en La Habana y la expulsión de un importante número de funcionarios diplomáticos cubanos en Washington y sus familiares, muchos de los cuales trabajaban en nuestro único Consulado en este país, con el consiguiente impacto negativo para miles de cubanos que requieren de esos servicios y las afectaciones a su derecho de viajar e incluso, de emigrar, si ese fuese su deseo.
El obligatorio traslado a Colombia y Guyana — a este último país a partir de junio del presente año- de los ciudadanos cubanos que deseen obtener visas de inmigrantes, y a terceros países para todos los cubanos que deseen obtener una visa para viajar temporalmente a los Estados Unidos, hace prácticamente inviable el proceso, al demandar altos costos económicos, humanos y de seguridad para los viajeros.
Por nuestra parte, hemos reiterado la disposición a conversar con el gobierno de los Estados Unidos, sobre la base de la igualdad y el respeto a la soberanía y la independencia de nuestro país, así como a proseguir el diálogo respetuoso y la cooperación en temas de interés común.
Continuaremos trabajando para preservar los espacios de intercambio establecidos en los últimos años. Por eso, desde el primer momento, nuestro Gobierno apoyó decididamente el Proyecto “Artes de Cuba” con el cual, más de 400 artistas cubanos que viven y trabajan dentro y fuera de la Isla, mostraron recientemente lo mejor de nuestra cultura al pueblo estadounidense en el Lincoln Center de esta propia ciudad.
Si el retroceso en las relaciones no ha sido mayor, como era el deseo de la ultraderecha anticubana, radicada en el sur de la Florida, y de algunos aliados dentro del Gobierno, todos interesados y beneficiados en mantener un ambiente de confrontación entre ambos países, se ha debido a la fuerte oposición de numerosos sectores y personalidades en los Estados Unidos, incluidos ustedes, que junto a otros cubanos que residen en diferentes países, pudieron constatar y recibir los beneficios de una relación diferente con Cuba.
Los exhorto a continuar trabajando por hacer cumplir la voluntad del 63% de los cubanos residentes en este país, los cuales abogan por el fin del bloqueo, según la más reciente encuesta de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), uno de cuyos autores es el profesor Guillermo Grenier.
Poniendo fin al bloqueo, estaríamos eliminando, sin lugar a dudas, el principal obstáculo al desarrollo económico de Cuba y a las relaciones con los Estados Unidos y con los compatriotas que aquí viven.
Al concluir el «Diálogo del 78», el Comandante en Jefe enfatizó a los participantes: “No se desalienten por la mala fe de alguien. No se desalienten jamás por las campañas, las intrigas, las mentiras, los insultos. Sosténganse en la convicción de que han hecho algo absolutamente correcto, lo más correcto que puede hacerse. Y estoy seguro de que tanto ustedes, como nosotros, nos sentiremos siempre satisfechos de este esfuerzo que en común hemos realizado”.
Apenas dentro de doce días, marcaremos un aniversario más del grito de la Demajagua. Hace 150 años, el alzamiento revolucionario protagonizado por Carlos Manuel de Céspedes lanzó a los cubanos, para siempre, en el largo camino de la lucha por la independencia y la fragua de la Nación.
Desde entonces, ha sido un empeño extremadamente difícil, y enfrentado por peligros y amenazas, en las condiciones de un país pequeño, víctima del colonialismo y la esclavitud y muy cercano a una potencia en franca expansión. La lucha de los cubanos por su soberanía ha sido y es una epopeya en el tiempo y en ella tienen legítima participación los cubanos que hoy no viven en la patria. Ese fue el espíritu que nos legó el Diálogo del 78.
Los exhorto a fortalecer la unidad en aras de la independencia, la soberanía de nuestra Patria, y la eliminación del bloqueo, y les reitero nuestra más firme voluntad de continuar fortaleciendo los vínculos con todos los cubanos de buena voluntad, así como nuestro agradecimiento por las innumerables muestras de apoyo y solidaridad que nos han dado en esta larga lucha y en estos días en territorio oficialmente hostil.
Nunca olvidaremos la oportunidad que nos han dado hoy de acercarnos a la Patria extendida en ustedes, aquí, en la misma ciudad donde dicen que los humildes emigrados cubanos dieron a Martí el título de Apóstol.
Las semanas y meses por venir, nos reservan la intensidad de la creación de una nueva ley de leyes, que ustedes han de enriquecer también con sus análisis y aportes. Juntos vamos a cumplir el anhelo martiano de una República con todos y para el bien de todos.
“Ese es el sueño mío –dijo el Apóstol en Tampa- el sueño de todos: las palmas son novias que esperan y hemos de poner la justicia tan alta como las palmas.” Contamos con ustedes. Somos Cuba.
Muchas gracias.
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