Este 1ro de Mayo, junto a otros once países, Cuba rendirá cuentas ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en sistema llamado Exámen Periódico Universal.
Hay un informe del gobierno cubano que recoge con datos el cumplimiento adelantado -por parte de Cuba- de las metas del milenio, proclamadas por la ONU. Allí están los resultados del gobierno cubano en implementar el acceso masivo y gratuito a servicios que hoy son considerados en muchos países de Europa un mal negocio y como tal han sido recortados en contra de la voluntad expresa de la mayoría los ciudadanos que, como no pueden hablar con sus gobiernos, sólo les ha quedado tratar con los policías antidisturbios que les envian a las manifestaciones.
Pero hay para quienes este proceso de Exámen Periódico se ha convertido en un buenbussisnes. Viajan por el mundo exigiéndole a gobiernos de Europa y América Latina lo mismo que les pide Estados Unidos: Que cambien y endurezcan sus políticas hacia Cuba. Si van a Washington se abrazan a los políticos de Miami que favorecen las restricciones económicas impuestas por EE.UU. contra la Isla; y si en México o España tratan de abordarlos familiares de periodistas asesinados, rehúyen ese contacto.
Si alguien logra llegar hasta su controlado entorno para recordarle que los derechos sociales, que hasta Collin Powell reconoció se cumplen en Cuba mejor que en Estados Unidos, son la base para el ejercicio de los derechos políticos, lo acusan de ser agente del gobierno cubano o estar engañado por un mito castrista.
Lejos de luchar en el sistema electoral cubano, que como han testimoniado medios de comunicación occidentales como BBC, les ofrece la oportunidad de participar desde abajo y ganar espacio político sólo con obetener mayoría simple en instancias de base, buscan los votos en parlamentos de otros países.
Hasta el presidente Raúl Castro ha criticado las insuficiencias de la prensa cubana, no conozco a un revolucionario de la Isla que esté feliz con su desempeño actual y no pida transformarla. Pero los señores que por estos días ocupan las primeras planas de los diarios controlados por esa parte del 1% que son los propietarios y anunciantes de los medios no necesitan que la prensa cubana cambie; ellos tienen la poderosa industria mediática del capital a su servicio junto al presupuesto multimillonario que Washington destina a pagar la propaganda contra Cuba y crear periódicos digitales por encargo.
Recordando un bolerón, los llamados luchadores por los derechos humanos en Cuba tienen una forma de luchar un poco rara: Mientras el socialismo cubano, a pesar de sus imperfecciones, lleva decenios haciendo malabares para garantizar que, a pesar del bloqueo de Estados Unidos, los niños de la Isla estén entre los que menos enfermen, sus ancianos entre los que más vivan; sus mujeres sean de las que más dirigen, sus presos de los que más estudian y exista un sistema que hace que el único requisito para desarrollar el talento sea tenerlo, ellos se dedican a intentar derrocarlo porque en Washington así lo quieren.
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