De nuevo, el valor de uso ha sido reducido al valor de cambio”. Y el patriotismo, a patrioterismo, mera operación de mercadeo. Así lo hizo ayer, en la alfombra roja del MGM Grand Garden Arena de Las Vegas, el mercader Yotuel.
Como “todo vale”, “vale todo” , en lo estético y en lo ético. Incluso hacer el ridículo. Si llama atención, arrastra interacciones y posiciona la marca.
El patrioterismo le vale al exOrishas un barniz para su mercamusica; empaque de signos descontextualizados y desinvestidos de significados; de elementales señales, gestos y gritos.
Porque lo kitsch, como anotó García Canclini, no reside principalmente en los objetos, sino que es el estilo con que el mercado capitalista se relaciona con lo popular; designa la actitud de quien quiere complacer, a cualquier precio, al mayor número posible de personas. Es para Luis Brito, “testimonio de una civilización escindida entre esencia y apariencia” y para Milan Kundera, “la traducción de la tontería de las ideas adquiridas al lenguaje de la belleza y la emoción”.
Lo planteó Luis Brito García en su libro El imperio contracultural: "La abdicación de toda tesis en favor de halagos del mercado ha llevado a la posmodernidad estética al más efímero de los metarrelatos: el de la moda”. Toda ola se aprovecha, y patrioterismo está de moda.
Lo anoté con mayor amplitud hace un año en el texto EL PASTICHERO YOTUEL FRENTE AL CREADOR MARTÍ (tomado de su perfil en Facebook).
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