A James Mattis, el secretario de Defensa de Estados Unidos (EE.UU.) le apodan Perro Loco por sus crueles manifestaciones de odio manifestadas en la primera guerra del Golfo, luego en Afganistán y después en la invasión a Iraq. Llegó hace pocos días con su pedigree a Suramérica para visitar cuatro países aliados, inventarse otras guerras y ponerse la Corona imperial en la región.
La primera visita oficial del jefe del Pentágono coincide con la declaratoria de la Casa Blanca de 2018 como ¨El año de las Américas¨, sin que aun esté claro lo que ello significa.
Apodado “Perro Loco” por su fiereza durante 44 años de servicio, acumuló méritos al frente del Cuerpo de Marines, donde fue condecorado en varias ocasiones por su intervención personal en las confrontaciones, entre ellas la toma de la ciudad iraquí de Faluya, considerada una matanza de civiles.
El pasado día 13, Mattis, comenzó una gira latinoamericana por Brasil, continuada en Argentina, Chile y Colombia, cuyos regímenes representan el plus ultra de la derecha en la región y constituyen la primera línea de fuego de Washington contra el gobierno revolucionario de Venezuela y su presidente Nicolás Maduro.
Que Venezuela estuvo en la agenda de las conversaciones con Michel Temer, el mandatario de facto de Brasil, el chileno Sebastián Piñera, el argentino Mauricio Macri y el colombiano Iván Duque es segurísimo.
El tema fue corroborado por el visitante y sus anfitriones mediante sus voceros y agencias de prensa. Ese cuarteto neoliberal integra el llamado Grupo de Lima, organizado en la capital de Perú luego que fracasaran los intentos de EE.UU. y sus lacayos para sancionar a Caracas en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA).
La visita del general retirado, condecorado con cuatro estrellas y nombrado por Donald Trump en 2017, deja como resultado la posibilidad de un ataque intervencionista contra el gobierno venezolano, con la base de una supuesta crisis humanitaria (olvidando las existentes en los cuatro países de su interés), lo cual forma parte de su estrategia de recolonización de América Latina.
Mattis se mueve en lo que el más conoce: la preparación y efectividad de la guerra, que quiere ahora traer a una declarada Zona de Paz por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en 2014 en La Habana, cuando en esa región prevalecía la unidad en la diversidad ideológica de los distintos gobiernos.
La situación política es ahora diferente. Murieron los líderes revolucionarios Hugo Chávez y Néstor Kirchner, dos pilares de la reestructuración de América Latina, y varios líderes que les acompañaron en sus ideologías progresistas fueron derrotados por golpes de Estado o en las urnas gracias al despliegue mediático contrarrevolucionario y la persecución judicial de magistraturas compradas por las oligarquías locales.
EE.UU. conoce las peculiaridades de sus aliados, pero cada uno le sirve, a su manera, a sus planes globales. Temer es un pelele que traicionó, siendo su vicepresidente, a la mandataria Dilma Rousseff; Macri ganó por un 1% de diferencia con su contrincante progresista, está endeudado hasta los tuétanos y su régimen es un fracaso. En Chile, Sebastián Piñera es un represor con una línea dura contra el progresismo y Colombia, con su recién estrenado presidente, Iván Duque, cuenta como su principal aliado, ¨social global¨, además, de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Es decir, que el brazo armado de la Unión Europea, al que también pertenece EE.UU., ya está insertado en Latinoamérica.
La Casa Blanca considera, y la visita de Mattis lo corrobora, que hay condiciones para recobrar el terreno perdido en más de una década de progresismo latinoamericano, aun cuando quedan bastiones imbatibles como Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y El Salvador con sus pueblos probados en la resistencia.
La guerra contra Cuba, sin doblegarse a la reacción tras casi 60 años de bloqueo económico, comercial y financiero, la impulsa ahora en Venezuela, con sanciones extremas. La idea es extenderla a los restantes gobiernos inclusivos, como Nicaragua, cuyo régimen pretende derrumbar con acciones de violencia y opositores internos, entre ellos parte de la cúpula de la Iglesia Católica y el empresariado privado.
El Pentágono reconoció los intereses de su enviado especial. En un comunicado previo a la llegada de Mattis, de 67 años, a tierras suramericanas, avisó que ¨será tratada la crisis en Venezuela¨ y ¨la situación ¨de nuestras bases militares y su personal¨ en Suramérica.
La nota precisó que EE.UU considera ¨fundamentales¨ las relaciones con Brasil, Argentina, Chile y Colombia ¨de cara a la seguridad del continente americano¨, sin más –pero siempre adivinadas- explicaciones.
Aunque el más publicitado, Venezuela fue uno de los temas de la agenda de cuatro días.
El gobierno Trump, que desató y mantiene una guerra comercial con China, pretende remitir la presencia de la nación asiática y de Rusia en los negocios acordados con varias naciones latinoamericanas, muy diferentes a los suscritos con EE.UU, pues en ellos prima la igualdad de intereses y respeto a la soberanía nacional.
La distinta visión de esos dos países sobre las relaciones internacionales quebró la unilateralidad norteamericana resultante de la desaparición de la Unión Soviética. El mundo ahora, gracias a ellos, recobró su multilateralidad.
De ahí que, bajo falsos pretextos –ayuda humanitaria, cooperación militar, lucha contra el narcotráfico, entre otros- EE.UU. pretende recobrar el control en el subcontinente que le suministra el 25% de todos los recursos naturales y energéticos que necesita ese país para su funcionamiento.
Su supuesta ¨preocupación¨ por los pueblos de la región es una farsa usada en otras oportunidades, pues lo que intenta, ahora con su gran arremetida contra las naciones soberanas, es apoderarse de esas tierras del Sur donde hay casi un tercio de las reservas mundiales de cobre, bauxita y plata, un 27% del carbón, 24% del petróleo, 8% del gas, 5% de uranio, además de litio y diamantes. En sus cuencas acuíferas está el 35% de la potencia hidroenergética mundial.
No se conoce exactamente el número de enclaves de EE.UU. en América Latina. Las cifras más conservadoras indican más de 40, las más realistas 75, y con posibilidades de crecimiento, ya que Argentina aceptó otra en la ciudad de Ushuaia, capital de la provincia Tierra del Fuego, muy cerca de la Antártida, la mayor reserva de agua dulce congelada en el mundo. Todas están vinculadas por vía aérea y marítima con la IV Flota Naval reactivada en 2008.
La estatal Agencia Brasil recordó que Temer firmó su ¨repudio a la (que el considera) represión de partidos opositores¨ en Venezuela¨, donde ex diputados de esos grupos realizaron un fallido magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro el pasado día 4, con complotados en Miami, Caracas y Bogotá.
Agencia de Brasil apuntó que ¨el secretario estadounidense discutió con los brasileños la defensa de América del Sur¨ en alusión a una eventual confrontación militar, pero sin que haya un enemigo a la vista.
Mattis se entrevistó en cada parada con presidentes y altos jefes militares, y firmó nuevos convenios de supuesta colaboración tras los cuales se esconden acciones desestabilizadoras y de rapiña contra el Sur.
En Argentina, –según la agencia Infoae- analizó con Macri el refuerzo de la cooperación en materia de cursos de adiestramiento, la compra -aún no saldada la deuda por 163 millones de dólares- de 12 aviones de instrucción Beechcraft T-C6 Texan II, mientras el Presidente neoliberal le informó como una victoria que decretó el empleo de las Fuerzas Armadas para intervenir en asuntos internos, léase represión dictatorial contra las movilizaciones populares.
También Infoae indicó que el secretario de Defensa de Estados Unidos confirmó que ayudará a Argentina en la seguridad de la cumbre del G20, en noviembre próximo, con aviones supersónicos, equipos y personal.
Mattis conoció también la instalación de las bases de su país en la llamada Triple Frontera (Argentina, Brasil y Paraguay) lo que permitiría un mayor control de la parte sur del subcontinente. Junto a las plataformas instaladas en Paraguay y en Chile se cierra un cerco, sobre el cual conversó con Piñera respecto al control del ciberespacio.
Con su política injerencista como divisa, EE.UU. protagonizó una veintena de intervenciones militares en América Latina el pasado siglo, propiciado golpes de Estado, asesinatos a dirigentes políticos, masacres y ocupaciones territoriales.
Tags: Perro Loco. James Mattis, bases militares EE.UU. Latinoamérica, Venezuela, Triple Frontera.
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