Que la mayor parte de los medios de difusión mundial estén todavía comentando con sarcasmo la disparatada (y peligrosa) intervención de Donald Trump en la Asamblea General de la ONU, evidencia uno de los grandes contrasentidos de este instante para la humanidad. Decía el presidente francés Enmanuel Macron que todo se estaba convirtiendo en una especie de show planetario. Fue una referencia a lo expuesto por el gobernante norteamericano, quien, a su vez, tan campanudo, dijo haberse propuesto provocar la risotada (en realidad espontánea, dados sus petulantes disparates) de un auditorio por lo general serio.
El representante de Alemania no pudo evitar un alarmado pasmo cuando Trump se refirió al país de mayor tamaño, población y riqueza de Europa, como supeditado a Rusia, por lo cual Estados Unidos iba a salvarle de esa servidumbre energética. No fue el único en ser aludido, recibir golpes bajos o imprudentes del magnate a cargo de tanto dinero, armas y vicios.
Trump la emprendió contra casi todo. Venezuela no fue la única lesionada, pero sí pudiera resultar un cercano y maligno objetivo redoblado de la Casa Blanca, como lo es Irán. Aparte de sancionarlas y darle patrocinio a acciones encubiertas, se trata de dos países que Trump tiene entre sus obsesiones. Hasan Rohaní fue certero al decirle que sufre el síndrome del nazismo. Y se queda corto, como dicen por ahí.
Con métodos goebbelianos y contradicciones e incoherencia flagrantes similares, usó también de escenario el Consejo de Seguridad, donde –pese a él- se impuso el deseo mayoritario de eliminar las armas de destrucción masiva, como camino hacia una paz sólida.
Trump usó tiempo para acusar a China de interferir en las elecciones legislativas estadounidenses y de manipular a los granjeros norteamericanos, perjudicados por el proteccionismo que él, no Beijing, aplica. El mentís sobre el enfoque de que EE.UU. es víctima de abuso comercial antes que hilarante resulta ofensivo. Tuvo respuesta de la Unión Europea a través de Federica Mogherini, quien dejó saber que el Pacto Comunitario seguirá trabajando en la protección de sus empresas para impedir que sean maltratadas por la hostilidad de la Casa Blanca hacia Teherán.
Del gigante asiático y otros llegaron réplicas sobre la falsedad justificante de la hipotética agresión a través del comercio, y en lo referido a que el socialismo es el demonio desatado, la cancillería china planteó: "Cada país tiene el derecho de elegir su propia vía de desarrollo y su sistema social". Es algo, puntualizaron, que "debe decidir cada pueblo". Cuba, por su parte, a través del presidente Díaz-Canel recordó: el 70% de los ciudadanos más pobres en el mundo solo accede al 2% de la riqueza. “Esta realidad es fruto del capitalismo y del egoísmo, de una cultura que privilegia a los ricos”.
El contra aquello y lo de más allá de Trump a través de mentiras mal envueltas o desfachatadas, le llevó a emprenderla contra el Consejo de Derechos Humanos (tras su remozamiento, ese órgano no se le subordina de antemano como en otros tiempos); a la UNESCO la abandonó ya y fue despectivo sobre el Tribunal Penal Internacional, anulándole todo arbitrio. No es nuevo ni el primero en remarcar la excepcionalidad norteamericana, pero sí quien con mayor impudicia e insolencia lo aborda.
Con una perturbada apreciación de las conveniencias, usó el ámbito de una institución creada para dirimir dificultades o discordias, como púlpito desde donde confirmar su aberrante visión de cualquier tema y el uso de herramientas agresivas (amenazas, chantaje) para conseguir sus propósitos. El conmigo o contra mí de Bush se queda pequeño. Por eso disminuye su tributo al Programa Mundial de Alimentos y anuncia otro descenso en la entrega de contribuciones a la propia ONU, le quita a los refugiados palestinos la asignación para su supervivencia, aunque mantenga a Israel como principal destinatario de los mayores subsidios exteriores que otorga Washington, aparte de apoyos políticos por igual desmesurados, superiores a cuantos hicieron sus antecesores. Emblemático haber colocado a Jerusalén como capital sionista, burlando las resoluciones de la misma institución donde se ufanó tan despreocupadamente de sus ofensas.
Con enorme extravío anula el multilateralismo. Turquía y Francia, entre otros, y cada cual según su óptica, refutaron esa postura. Erdogan aseguró que seguirá comprando gas natural a Irán pese a las sanciones impuestas por EE.UU. al país persa. Macron, por su lado, dijo: “Solo ganaremos el siglo XXI con un multilateralismo fuerte”. El jefe de estado galo mostró su disgusto hasta con un lenguaje corporal de elevada expresividad.
El estilo Trump se manifiesta en demasiados excesos. Es tortuoso relacionarlos todos, pero valga situar sus declaraciones sobre el no arreglo con Canadá en cuanto al tratado de libre comercio. Otro pacto destruido o abandonado por él, en este caso dejando cojo el TLCAN, con altanero desprecio y seguros daños para sus propios empresarios.
Anunciaba su embajadora ante ONU, Nikki Haley, que su jefe iba a relacionar en este período de sesiones sus éxitos en política exterior, pero en un par de días demostró todo lo contrario. Su impudicia ético-política no ha sido un striptease digno de verse, pero sí altamente revelador para quien aún tenía dudas sobre este tragicómico personaje.
JORGE ALBERTO
28/9/18 14:56
Trump contra todos y todos contra trump.
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