El ex mandatario brasileño Luiz Inacio Lula da Silva fue inscripto como candidato a la presidencia de su país mientras purga una condena de 12 años y un mes en la cárcel, por lo que la fragilidad de su condición jurídica podría quebrar en cualquier momento la posibilidad de retornar al Palacio de Planalto.
La pasada semana más de 50 000 personas de movimientos sociales y partidos progresistas, algo inédito en la nación suramericana, se reunieron en Brasilia para acompañar el protocolo donde quedaría registrado como postulado a los comicios del próximo 7 de octubre, mientras fuerzas políticas de derecha, incluidas las del sistema judicial, impugnan su presencia en la boleta oficial.
La situación de Lula da Silva, de 72 años, es excepcional en el mundo de la política latinoamericana. Preso desde abril pasado, luego de ser condenado por un sistema judicial vendido a intereses de la oligarquía local, censurado, aislado, es, no obstante, el candidato que acumula mayores intenciones de voto para octubre, y si hubiese una acción justa por parte de la Magistratura, con seguridad sería el próximo presidente del país que gobernó durante dos mandatos consecutivos (2003-2011).
Lula da Silva fue inscripto por el Partido de los Trabajadores (PT), que él fundó en la época de la dictadura militar, ante el Tribunal Superior Electoral (TSE), que no tiene competencia para evitarlo, al contrario del Supremo Tribunal Justicia (STJ) que debe pronunciarse respecto a una prevista refutación en los próximos días.
El exmandatario, que sacó en ocho años de mandato a 28 millones de personas de la pobreza, cuenta con un respaldo político que rebasa las fronteras del país.
Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz argentino, participó junto a los movimientos sociales en la leyenda de Lula en Brasilia y se entrevistó con la presidenta del STF Cármen Lúcia, a quien dijo que lo considera un preso político, al igual que sus seguidores.
Siete militantes del PT están en huelga de hambre, juristas liderados por la profesora Carol Proner pidieron que el Ministerio Público revierta la prisión en Segunda Instancia y saque a Lula del calabozo. Once pastorales de la Iglesia Católica protestaron también ante las autoridades judiciales a favor del prisionero. El Comité de Derechos Humanos de la ONU solicitó el pasado viernes al gobierno brasileño que permita al expresidente ejercer sus derechos políticos y participar en los debates televisivos organizados por la Rede TV.
La negativa partió del ministro del TSE Sérgio Banhos, quien —según la Agencia Brasil— alegó que la prisión de Lula en la Superintendencia de la Policía Federal en Curitiba, Paraná, “está ligada con cuestiones criminales que no pueden ser analizadas por la Justicia Electoral”.
SACAR AL RÉGIMEN DERECHISTA, OBJETIVO EL PT
La estrategia política del PT para sacar del poder al régimen derechista que ahora preside Michel Temer es luchar para que Lula siga en la batalla electoral hasta el último momento, ya que tanto esa formación como otras de corte progresista y sobre todo los movimientos sociales —campesinos, obreros y estudiantiles— reconocen su prisión como política e injusta, basada en convicciones y no en pruebas contundentes. La idea que manejan esos grupos es que el manejo político de la supuesta corrupción del exmandatario no puede ser una barrera para el pleito electoral.
De ahí que en estos momentos el PT mueva todos los recursos legales posibles aun a sabiendas de que el sistema judicial está politizado y no dispondrá la liberación del líder petista, mientras siguen libres otros políticos de derecha comprobadamente vinculados a la mafia que operaba la estatal petrolera Petrobras.
En el ajedrez político que se juega ahora en Brasil, Lula da Silva es elemento clave aun cuando sea eliminado del tablero.
Un día después de su inscripción, llevando como vicepresidente al exalcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad, los pedidos de objeción llovieron en el STJ, mientras el PT era mirado con atención en periódicos como el The New York Times, que reproducía los acontecimientos en Brasilia y publicitaba la salida del libro de Lula “La verdad vencerá”.
El comportamiento del sistema de justicia teóricamente podría anular la sentencia condenatoria, pero todo indica que no lo hará, pues los grupos de poder brasileños impedirán que al menos mientras no se efectúen los comicios Lula sea liberado. De esa manera, el PT perdería la parada.
Pero si no fuera impugnado hasta la segunda semana de septiembre, aun cuando está bajo examen de los órganos electorales y judiciales, se supone que Lula participará del horario electoral que comienza el próximo día 31. Una posibilidad también por ver, pues le impidieron asistir por videoconferencia a los dos primeros debates televisivos.
Si dejan hablar al líder petista, con su capacidad política, y ante la eventual impugnación, seguramente pedirá sus votos para su vice Haddad, que lo sustituiría en la chapa y su nueva acompañante, Manuela d'Ávila, del Partido Comunista de Brasil. Ese sería el plan B del PT. Una jugada riesgosa y especulativa, porque en la actualidad el ex alcalde paulista solo tiene un 13 % de seguidores.
Consumada la sustitución, el PT hará un esfuerzo valiéndose en sus experiencias en campañas y rodeándose de todos los aliados y recursos posibles en busca de la transfusión de votos favorables a sus nuevos y hasta ahora hipotéticos postulados.
Para el pueblo brasileño, y aun en las peores condiciones posibles, que sería la inelegibilidad del líder petista, la posibilidad de que el ultraderechista Bolsonaro salga presidente constituiría un tiro de gracia a la frágil democracia brasileña, pues este postulado advirtió que implantaría un régimen dictatorial, algo impensable en el juego político nacional.
El próximo 7 de octubre se medirán quien en definitiva asuma la postulación definitiva por el rol por el PT, Bolsonaro, del Partido Social Liberal; Marina Silva, de la coalición Red-Partido Verde; Ciro Gomes, del Laborista; Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB); el senador Álvaro Dias, de Podemos; Paulo Rebello de Castro, del Social Cristiano (PSC).
También Cabo Dorciolo, de Patriota; Joao Goulart Filho, de Patria para Todos; Henrique Meirelles, del oficialista Movimiento Democrático Brasileño; José Maria Eymael, de la Democracia Cristiana; Guilherme Boulos, del Socialista y Libertad; y Vera Lucia, del Partido Socialista de los Trabajadores Unificados.
De no aparecer Lula en la boleta, el PT y sus aliados lucharán por llevar a Haddad a la segunda vuelta contra Bolsonaro.
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