Nominar el mérito, la capacidad y el compromiso con el pueblo es el llamado a todos los electores en el proceso de nominación de candidatos a delegados a las asambleas municipales del Poder Popular que vive el país desde el pasado cuatro de septiembre, un auténtico suceso de pueblo que ratifica la esencia democrática del proceso electoral cubano.
Es en el barrio, en el pueblo, donde está la mayor riqueza del país. Es por ello que proponer a quienes reúnen las mejores cualidades y tienen las mayores posibilidades de representarnos es la premisa de esta etapa, que se extenderá hasta el próximo 30 de septiembre.
Desde que el pasado 14 de junio el Consejo de Estado convocara elecciones generales, toda Cuba está inmersa en la etapa de mayor importancia en el proceso electoral, pues la nominación de candidatos define la base sobre la cual se irá a las urnas el próximo 22 de octubre, fecha en la cual se elegirán a los delegados a las asambleas municipales del Poder Popular.
Además, los elegidos en cada circunscripción serán la cantera para posteriormente conformar hasta el 50% de las asambleas provinciales y del parlamento, por un plazo de cinco años.
El debate en torno al proceso de nominación de candidatos no se ha hecho esperar en cada esquina, en los centros laborales, en los medios de prensa, en las redes sociales. Cubahora no ha sido la excepción y desde el foro Yo confío en mi delegado, ¿y tú?... se han generado interesantes opiniones.
Muchas inconformidades a veces rondan la figura del delegado, pero en alguna ocasión pensamos quién es la persona que elegimos. El delegado no es un simple conductor y tramitador de las inquietudes de los electores hacia las instancias administrativas correspondientes.
Debemos tener en cuenta que el delgado es alguien tan cercano a nosotros mismos al punto que también cumple una jornada laboral, que tiene familia y responsabilidades en ella, que como cualquier otro ser humano tendrá problemas personales.
“El Delegado debe tener solo esa función y así concentrar sus esfuerzos en cumplir con sus electores”, comentaba en el foro Messi 10. Con él coincide Sachiel, quien plantea que “no se debe nominar a quienes ya ostentan otras responsabilidades administrativas o políticas para evitar recargarles más de tareas que al final atiende una y desatienden las demás; tampoco por simpatías personales o para salir del paso”.
Unos como Jose destacan el carácter democrático del proceso electoral “porque yo propongo y yo elijo”. Mientras que otros alertan de la necesidad de apoyar a la persona que eligieron: “esto lo dirigimos entre todos, todos tenemos que trabajar juntos y apretaditos en cuadro cerrado”, comenta Javier Nd.
“Confío en mi delegada Blanca que es ejemplo de mujer, trabajadora, madre, experta en atención a menores e incansable delegada en un barrio duro”, escribe Yeisy. Sin embargo, este no es el mismo criterio de Daniel para quien “el delegado es un lleva y trae, es algo que ni en el barrio existe porque los problemas están y si la población no lo dice no se actúa”.
Al debate se unió una joven matancera de 18 años, quien compartió con los usuarios de la revista su opinión y sus experiencias como delegada. Trabaja, estudia en la universidad y está propuesta para delegada provincial. Sobre cómo ha podido lidiar con tantas responsabilidades comenta que:
“No les puedo decir que fue fácil, pero a veces para lograr las cosas tenemos que hacerlas nosotros mismos. Es muy fácil criticar las cosas y decir todo lo que falta; lo difícil es enfrentar las adversidades y tratar de resolver los problemas de la comunidad. Varios tienen razón, a veces necesitamos ser más escuchados por los organismos y sobre todo que se resuelva el planteamiento con la calidad que merecen cada uno de nuestros electores.
Lucho cada día porque todos vean la parte positiva y podamos resolver todo lo que esté en nuestras manos. Lo importante y una de las ideas que quiero hacer llegar es que en las manos del delegado solo están las gestiones de los planteamientos, la solución solo la tienen los organismos y eso a veces nos hace quedar un poco mal frente a nuestros electores”.
Elegir al delegado que se reúna con sus vecinos, se interese por los problemas del barrio, gestione las inquietudes que se le plantean, participe en las actividades de la circunscripción, atienda a los ciudadanos de su comunidad, es responsabilidad de cada uno de nosotros.
En Cuba el poder está en el pueblo, quien propone en asambleas públicas y elige en acto libre y soberano a sus representantes. De ahí la importancia de la participación consciente de cada vecino, ese que tiene el derecho de elegir o ser elegido, ese que con sus propuestas y opiniones nomina a quien pueda representarle mejor.
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