Hace solo unos días un grupo de 247 empresarios cubanos del sector privado exigieron a través de una carta al presidente de los Estados Unidos de América (E.E.U.U), Joseph R. Biden, el fin del bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba y la inmediata eliminación de las medidas restrictivas que entorpecen el desarrollo de sus negocios.
La misiva, apoyada por instituciones estadounidenses como Cuban American for Engagement, Alliance for Cuba Engagement and Respect, Latin America Working Group, Washington Oficce on Latin America, Center for Democracy in te Americas y Puentes de Amor, denunció los problemas de los emprendedores de La Mayor de las Antillas para llevar a cabo sus actividades comerciales ante la restricciones de los viajes, el cierre de los servicios consulares y la cancelación de cuentas bancarias en la nación norteamericana.
El reclamo se realiza cuando en el país comienzan a consolidarse las Micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) y las Cooperativas no Agropecuarias (CNA) como sectores económicos importantes, a partir de la entrada en vigor a finales del pasado mes de septiembre de las normas jurídicas que abalan y regulan este tipo de actividad.Dicha reforma estructural— retrasada por casi una década desde que se le concediera validez legal en el VI Congreso del Partido Comunista— supone un paso positivo encaminado a suplir carencias, satisfacer servicios y necesidades básicas e incrementar la producción. De acuerdo con los datos difundidos por el Ministerio de Economía y Planificación, hasta el 11 de noviembre se había aprobado 520 solicitudes de proyectos entre MYPIMES y CNA, los cuales, se estima, generen unos 7 mil 704 empleos.
Con las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas asi como con Cooperativas no Agropecuarias se busca dinamizar la economía y comenzar la recuperación gradual del país tras la caída de alrededor de un 11 por ciento del Producto Interno Bruto como consecuencia del impacto del bloqueo, la Covid-19 y las deficiencias productivas internas. (Tomada de ACN).
En definitiva, el hecho de que los nuevos actores del entramado productivo demanden un cambio de la postura estadounidense hacia Cuba evidencia el impacto real del bloqueo y de las 243 sanciones aprobadas durante la administración del republicano Donald J. Trump (2017-2021) con el fin de asfixiar y someter. Además, desmonta por completo la narrativa empleada una y otra vez por los distintos inquilinos de la Casa Blanca de apoyar al pueblo cubano y de velar por el cumplimiento de sus derechos.
Si bien es cierto que con la victoria de Biden sobre Trump en las elecciones presidenciales de noviembre de 2020 se esperaba un retorno al contexto de acercamiento y cooperación logrado por los entonces mandatarios Barack Obama (2009-2017) y Raúl Castro o, al menos, el cese gradual de la hostilidad diplomática, ha ocurrido todo lo contrario. De hecho, ha continuado por la línea de su antecesor con nuevos “castigos” contra instituciones y miembros del gobierno.
El otrora vicepresidente durante los dos mandatos de Obama prometió en campaña electoral revisar la postura de Trump con relación al estado caribeño. Incluso, el equipo que designó para manejar la política exterior destacó por su familiaridad con el tema cubano, pues muchos estuvieron implicados de manera directa en las negociaciones efectuadas antes y después del restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Entre ellos destaca el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, — nacido en La Habana—, el secretario de Estado, Antony Blinken y la directora de la Agencia de E.E.U.U para el Desarrollo Internacional, Samantha Power.
En el discurso realizado en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso durante su visita oficial en 2016, el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, reconoció que el bloqueo y el resto de las medidas restrictivas contra Cuba eran acciones inservibles (Tomada de AP).
Sin embargo, además de insistir en su retórica desafiante e injerencista, Biden se ha desmarcado por completo de la posición asumida por Obama y ha ratificado la permanencia del bloqueo y del resto de las políticas restrictivas. Pero, ¿por qué ha cambiado su actitud respecto a Cuba?
En realidad, este nunca fue un asunto prioritario para él debido a que heredó varios desafíos internos de muy difícil solución como el control de la pandemia de COVID-19, la crisis económica, el racismo sistémico, las protestas producto a la polarización ideológica o la violencia policial.
Luego, hay que tener en cuenta la influencia ascendente del senador Robert Menéndez, quien, como presidente del Comité de Relaciones Exteriores, ejerce un enorme poder sobre los candidatos a diversos cargos gubernamentales y otras prioridades del ejecutivo. Menéndez, hijo de inmigrantes cubanos, ha sobresalido por exigir movimientos mucho más radicales y oponerse a cualquier intento de diálogo.
A ello se le suma el juego político en el Congreso y el Senado, donde radica un lobby cubanoamericano muy activo que resulta determinante en cualquier proceso electoral a la hora garantizar el mayor número de votos en el territorio de la Florida. Legisladores republicanos de la talla de Marco Rubio, María Elvira Salazar y Mario Díaz-Balart han dedicado esfuerzos constantes para colocar la “causa” de Cuba en la agenda presidencial. Sobre todo, a partir de los disturbios ocurridos el 11 de julio.
Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de Biden, reconoció en una entrevista reciente concedida a CNN que las “circunstancias cambiaron” a partir de tales acontecimientos y por eso se valoran distintas opciones. Entre las que ya se hizo efectiva el rechazo al autorizo a las vías para enviar remesas familiares.
Lo que analizamos, en suma, se antoja el enésimo intento de impedir el progreso de una sociedad que, pese a las carencias en ineficiencias productivas, continúa apostando por un modelo de país justo, basado en el bienestar social. Después de más de 60 años de privaciones y resistencia, queda poco por decir. Si atentas contra la institucionalidad y los mecanismos de subsistencia del Estado, violas los derechos más elementales del pueblo.
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