Muchos nombraron “deshielo” al proceso de acercamiento entre Estados Unidos y Cuba anunciado el 17 de diciembre de 2014. Luego, Donald Trump se encargó de “enfriar” nuevamente el escenario.
Pero ¿cuál es en realidad la temperatura actual de las relaciones bilaterales? A un año de aquel discurso del jefe de la Casa Blanca en el teatro Manuel Artime de Miami, ¿cuánto ha cambiado el panorama?
A pesar de su dura retórica, el gobierno de Trump dejó intactos muchos de los principales acuerdos alcanzados entre La Habana y Washington: las embajadas en ambos países permanecen abiertas; los vuelos comerciales directos y los cruceros desde Estados Unidos siguen funcionando; la política de “pies secos, pies mojados” no fue reintroducida; continúan abiertos los canales de diálogo en temas de interés común como la aplicación y cumplimiento de la ley, salud, emigración; se han mantenido acuerdos bilaterales sobre cuestiones como la lucha contra el tráfico de drogas o la mitigación de derrames de petróleo.
Pero es innegable que los pasos atrás dados por Trump tienen efectos en las vidas de miles de personas.
Cuba está experimentando una disminución notable en las visitas de estadounidenses, que aunque tienen prohibido venir como turistas pueden hacerlo a partir de ciertas licencias otorgadas por el gobierno norteño.
Arribo de estadounidenses a Cuba en 2016 y 2017 (Infografía: Alejandro Fabregas Pombo/ Cubahora).
Según cifras oficiales, entre enero y mayo de 2018, las visitas cayeron en alrededor de un 30 % con respecto a igual período del año anterior.
El cambio de rumbo en la política hacia Cuba no solo ha estado marcado por prohibiciones concretas. La retórica agresiva de Trump, sumada a la narrativa de los supuestos incidentes acústicos, afecta las percepciones sobre Cuba, y eso también tiene consecuencias.
Las universidades públicas en Estados Unidos —por poner un ejemplo— cuentan con equipos de evaluación de riesgos. Eso significa que, si consideran que es peligroso viajar a Cuba, aunque no haya evidencias científicas, pueden prohibir que sus estudiantes o profesores vengan a realizar intercambios académicos, más allá de que estos tengan la voluntad personal de hacerlo.
Cuba aparece en el Nivel 3 (Reconsiderar el viaje) dentro de las Recomendaciones de Viaje del Centro de Información para Viajeros del Departamento de Estado (Fuente: Sitio del Departamento de Estado de EE.UU.).
La razón principal por la que menos estadounidenses viajan a la nación antillana es de percepción, opina Tom Popper, presidente de InsightCuba's, una agencia de viajes con sede en Nueva York que organiza viajes a Cuba. “Muy poco cambió en las regulaciones, pero el mensaje ha tenido un impacto mucho mayor. El público presume que las regulaciones han cambiado significativamente”.
Sin embargo, en mayo pasado, United Airlines anunció que el próximo 20 de julio comenzará a volar diariamente entre Houston y La Habana, mientras Jet Blue informó que a partir de noviembre incluirá una ruta entre Boston y la capital cubana. A pesar de la disminución actual en los viajes esas dos aerolíneas estadounidenses parecen estar apostando por un futuro diferente.
El 14 de junio se realizó en Washington la VII Reunión de la Comisión Bilateral, un mecanismo que surgió después del 17D. Según declaró a Prensa Latina el director general de Estados Unidos de la Cancillería cubana, Carlos Fernández de Cossío, dialogaron sobre la marcha de los acuerdos migratorios vigentes, la cooperación en cultura, ciencia, tecnología y medio ambiente, y en el área del cumplimiento y aplicación de la ley.
Fernández de Cossío rememoró que ese mecanismo surgió cuando ambos gobiernos estaban comprometidos con el avance hacia la normalización; ese no es el ambiente en el que vivimos hoy, la administración estadounidense carece de la voluntad de marchar en esa dirección, sostuvo, de acuerdo con PL.
A su juicio, también es imprescindible conversar sobre el impacto que ha tenido la disminución del personal en ambas embajadas. La suspensión de los servicios consulares en La Habana es la consecuencia más grave de la política de Trump, y la que tiene un efecto más inmediato sobre la vida cotidiana de los cubanos.
“Es desconcertante que vayamos en la dirección opuesta con Cuba”, declaró Carlos Gutiérrez, quien fuera secretario de Comercio durante el mandato de George W. Bush. Trump “quiere aumentar la prosperidad en Corea del Norte, pero mantiene sanciones escandalosas sobre Cuba”, dijo a Los Angeles Times. “Después de casi 60 años de animosidad, es hora de reconstruir lazos”.
CUBA EN WASHINGTON: CONGRESO Y NEGOCIOS
¿Por qué un empresario y autoproclamado experto negociador como Trump toma medidas con Cuba que dañan a las empresas estadounidenses? Algunos opinan que está pagando una deuda de gratitud con el senador cubanoamericano por Florida Marco Rubio, pero esa explicación parece incompleta, pues la política exterior de Estados Unidos no la decide una sola persona. Depende, en todos los casos, de intereses de élites de poder, y de la interrelación entre distintos actores dentro del sistema político.
Desde el 17D se agudizaron las contradicciones y pugnas entre esas élites sobre el camino más efectivo a seguir con Cuba, para lograr sus objetivos. Uno de los espacios donde eso se hizo más visible fue el Congreso Federal, pues allí se comenzaron a presentar, paralelamente, proyectos de ley para allanar el camino de las relaciones bilaterales y otros para dificultarlas. Dentro del primer grupo destacan varios dirigidos a eliminar restricciones para la venta de productos agrícolas estadounidenses a Cuba.
Un informe publicado por el Departamento de Agricultura señaló la disminución de la participación estadounidense en el mercado cubano, que pasó de un máximo de 42 % en el año fiscal 2009 a solo 16 % en 2014. El texto añade que esa caída “se debe en gran parte a una disminución de las exportaciones de productos básicos a granel de Estados Unidos a la luz de las condiciones de crédito favorables ofrecidas por competidores”. El informe concluyó que el levantamiento de las restricciones los ayudaría a recuperar su “cuota de mercado”.
Puede identificarse entre los congresistas, y entre los intereses económicos que ellos representan, un deseo de recuperar esas cuotas de mercado que han perdido. Por eso es la insistencia en promover proyectos de ley que favorezcan las exportaciones. De ahí que muchas veces esas iniciativas legislativas hayan sido promovidas por representantes de Estados vinculados a las exportaciones agrícolas, como Minnesota o Kansas.
Las exportaciones de alimentos y productos agrícolas de Estados Unidos a Cuba han aumentado un 25 % en lo que va de año, en comparación con 2017, según John Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial de Estados Unidos y Cuba, entidad que respalda los negocios con la isla. Eso indica que el sector de los agronegocios es un núcleo fundamental en el acercamiento entre ambos países, más allá del retroceso que representa Trump.
Por ejemplo, recientemente se aprobó en el Comité de Agricultura del Senado la “Ley de mejora de la agricultura de 2018”, donde se incluye una enmienda redactada por Heidi Heitkamp (Demócrata por Dakota del Norte), para promover el acceso al mercado cubano de productos estadounidenses.
En noviembre próximo habrá elecciones de medio término en Estados Unidos, cuando irán a las urnas la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, y los resultados tendrán un impacto en la política hacia Cuba. Con un presidente opuesto a cualquier mejora de las relaciones bilaterales se vuelve aún más importante lo que suceda en el aparato legislativo, que además es el único que podría eliminar el entramado de leyes que regula el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba.
Por el momento, solo sabemos que el senador republicano Jeff Flake, uno de los que más ha abogado por el acercamiento, no se presentará a reelección. Asimismo, se retirará de la política la cubanoamericana Ileana Ros-Lehtinen, después de casi 30 años en el Capitolio impulsando medidas para dañar a Cuba.
Mientras, Marco Rubio no deberá competir por su puesto esta vez, y existe la posibilidad de que pase a ser el próximo presidente del Comité de Exteriores del Senado si los republicanos conservan la mayoría en la cámara alta, lo cual implicaría que cualquier proyecto de legislación vinculado con la proyección externa de Estados Unidos debería pasar por su escritorio. Los líderes de los comités deciden cuál es la agenda de trabajo y qué propuestas son sometidas a votación. Además, ese comité es el encargado de llevar a cabo las audiencias de confirmación para puestos de alto nivel dentro del Departamento de Estado.
Cualquiera que sea el resultado de noviembre, ganen demócratas o republicanos la mayoría en una o ambas cámaras, habrá cambios en la composición del Congreso, que es uno de los actores que decide cuál es la temperatura que va marcando el termómetro de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Francesco Monterisi
6/7/18 8:17
Abajo el Bloqueo de EEUU contra Cuba!
articulo traducido en italiano http://www.cubainformazione.it/?p=33385
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