Una gran parte de los cubanos nacimos bajo el bloqueo. Hemos leído qué representaría para nuestra nación un día sin su influencia, pero solo sabemos cómo se siente estar hostigados y amenazados por el país que posee una de las economías más poderosas del mundo. La pandemia pasa su cuenta hora por hora, por lo tanto, este debía ser un momento de tregua y de esperanza para los pueblos, no de rencillas y resentimientos.
Recientemente, el doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (Minsap), reflexionó sobre la disponibilidad de equipos y la incidencia del bloqueo en la adquisición de respiradores: “La importación se ha hecho muy difícil, o lo que nos ha pasado también que, después que lo tenemos contratado con una determinada empresa, esa empresa dice que no y aparece que ha sido adquirida por el Gobierno norteamericano, o sea, el bloqueo nos afecta en este sentido”.
Esta política dañina y totalmente unilateral ha obstruido la adquisición de respiradores, kits, reactivos, medios de protección y equipamientos. Incluso, la Organización Mundial de la Salud, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) han visto frustrados sus esfuerzos por contribuir con Cuba. Mientras en otras geografías fructifican las gestiones, a la Mayor de las Antillas se le hace cada día más difícil adquirir materiales médicos aun en esta situación excepcional a la que nos enfrenta la COVID-19.
LOS HECHOS HABLAN POR SÍ SOLOS…
El pasado mes de marzo el Gobierno de Estados Unidos impidió que arribara a Cuba la ayuda humanitaria de Jack Ma, fundador de Alibaba, pues la empresa estadounidense contratada declinó a última hora su encomienda, luego de llegar a medio centenar de países. Dos millones de mascarillas, 400 000 pruebas rápidas y 104 ventiladores se destinaron a 24 países de Latinoamérica y el Caribe, entre ellos Cuba, Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, República Dominicana y Perú.
La administración de Trump niega la cooperación en medio de la COVID-19 con el recrudecimiento de las medidas restrictivas contra Cuba, cuyo objetivo principal es el de doblegar al pueblo al asfixiar su economía.
Algo parecido ocurrió cuando bloquearon a organizaciones helvéticas las transferencias destinadas a ayuda humanitaria. A pesar del manifiesto rechazo del Gobierno de Suiza al bloqueo impuesto por Estados Unidos se hizo imposible la adquisición de respiradores artificiales de alta tecnología que producen las empresas IMT Medical AG y Acutronic Medical Systems AG, líderes mundiales en el desarrollo y la fabricación de ese equipo. En otras ocasiones se habían concretado tratos, pero este escenario cambió cuando la empresa estadounidense Vyaire Medical Inc se apoderó de ambas y suspendió cualquier vínculo comercial con la nación antillana.
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MediCuba-Suiza y la Asociación Suiza-Cuba denunciaron el hecho: “Invocando las sanciones comerciales, financieras y económicas de Estados Unidos, las empresas IMT Medical AG y Acutronic Medical Systems AG, negaron el pedido de ventiladores que la empresa cubana de importación y exportación Medicuba S.A. había realizado”. Más adelante escribieron: “¡Esta acción es simplemente inaceptable y viola los derechos y libertades de los ciudadanos suizos!”.
Entre otras restricciones, a Cuba “se le impide usar el dólar en transacciones internacionales, prohíbe a los cubanos la compra de un producto con más de un 10 % de componentes estadounidenses y establece una penalización de 180 días antes de entrar a Estados Unidos a los buques que toquen puertos cubanos”, denunció El Heraldo de México, en una de sus publicaciones de este 23 de abril.
En este momento que, incluso Estados Unidos está solicitando cooperación a otros países, resultaría comprensible que Cuba se vea en la necesidad de movilizar la mayor cantidad de recursos para contrarrestar la pandemia. La negación de medicamentos, alimentos, combustible, equipos médicos y acceso a divisas en esta situación no es más que un acto de guerra.
EL MENSAJE DE PAZ
Caso omiso ha sido la respuesta de Estados Unidos ante el llamado a la convivencia en medio de las diferencias de la comunidad internacional. La alta comisionada de los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, decía: “En este momento decisivo, las sanciones sectoriales deberían atenuarse o suspenderse, tanto por razones de salud pública como para reforzar los derechos y defender las vidas de millones de personas. En un contexto de pandemia mundial, las medidas que obstaculizan la atención médica en cualquier país incrementan el riesgo que todos afrontamos”.
El Papa Francisco, por su parte, en su mensaje de Pascua, desde la Basílica de San Pedro, de El Vaticano, pidió que “considerando las circunstancias, se relajen además las sanciones internacionales de los países afectados, que les impiden ofrecer a los propios ciudadanos una ayuda adecuada, y se afronten las grandes necesidades del momento, reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”. Así dijo en su cuenta de Twitter: “Queridos hermanos y hermanas: Las palabras que realmente queremos escuchar en este tiempo no son indiferencia, egoísmo, división y olvido. ¡Queremos suprimirlas para siempre!”.
Muchas voces se levantan a favor de Irán, Venezuela y Cuba en todo el mundo. Se hacen campañas online que piden el cese del bloqueo; se han recogido miles de firmas; se ha hecho un llamado a la paz y a la convivencia a pesar de las diferencias ideológicas. Sin embargo, la realidad que vivimos los cubanos es que para nosotros las cosas siempre son más complejas, que debemos salir adelante dando el pecho y lo hacemos con la convicción de que muy pronto esta pandemia será un triste recuerdo. En esta parte del camino no importa que disfracen su política pirata con la palabra “embargo”, la de nosotros es “dignidad” y esa será defendida con orgullo.
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