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jueves, 3 de octubre de 2024

¿Adiós a las cartas?

José Luis Carmenate, cartero de Las Tunas, cuenta parte de la historia sobre la evolución de este oficia en Cuba...

José Armando Fernández Salazar en Exclusivo 17/01/2016
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José Luis Carmenate Labrada es un hombre de curiosidades. Le dicen El Chino y es trigueño. Todos los días recorre en bicicleta alrededor de 20 kilómetros, aunque no es un ciclista.

Desde hace 18 años este habitante de la oriental ciudad de Las Tunas se dedica al oficio de cartero, al cual llegó casi por casualidad.

“Yo comencé en estas faenas cuando todavía se utilizaban unas enormes máquinas para enviar y recibir los faxes”- dice. “En aquel entonces la gente escribía muchas más cartas que hoy en día y el salario de un mensajero era de apenas 79 pesos.”

El Chino usa un sombrero de yarey inmenso que se ha quitado ahora para conversar con más calma, mientras su fiel bicicleta quedó en una esquina, como si descansara después de recorrer todo el centro histórico de Las Tunas.

“Un vecino me embulló para entrar a trabajar en la Empresa de Correos- agrega- y aquí estoy desde 1997. He visto de todo. Desde la etapa en la que a la gente le llegaban las noticias más importantes en grandes sobres hasta ahora, que fue necesario incluir otros servicios como el pago de la electricidad y el teléfono porque casi no hay cartas ni telegramas que entregar”.

Antes de que cualquier envío llegue a las manos del cartero han pasado por un caótico proceso de clasificación y transportación, que en ocasiones tiene lagunas, pero que casi siempre funciona como un reloj.

Desde hace 250 años en Cuba existe el Sistema Postal, fundado el primero de marzo de 1756 al promulgarse, por la corona española, el Reglamento de Correos. Sin embargo, hubo antecedentes. La Habana era un importante puerto de encuentros para flotas ibéricas, francesas e inglesas y junto a las mercancías y esclavos, en ellas se transportaban cartas y paquetes.

Hacia finales del siglo XVIII la Isla contaba con un peculiar sistema de correos que tenía como elemento unificador la villa de Sancti Spíritus, donde se encontraban los correos salidos desde La Habana y Santiago de Cuba e intercambiaban sus bultos.

Vicente Mora Pérez fue el fundador del correo mambí, que posibilitaba las comunicaciones dentro del Ejército Libertador y con la emigración partidaria de la causa independentista, fundamentalmente la que radicaba en los Estados Unidos.

A pesar de la cercanía geográfica, con el gigante del norte los intercambios postales comenzaron bien entrado el siglo XIX, debido al férreo control de la metrópoli española. Las compañías norteamericanas introdujeron en Cuba adelantos tecnológicos y durante la República neocolonial, en el siglo XX, establecieron el monopolio sobre las comunicaciones en la Isla.

Con el Triunfo de la Revolución, estas empresas pasaron a manos del pueblo y continuaron desarrollándose. Aun cuando la Isla fue recibida con beneplácito en las organizaciones postales internacionales, la política hostil de las administraciones norteamericanas derivó en el cese de intercambios directos de correos entre ambas naciones, hasta que recientemente se restablecieron como parte del proceso de normalización de relaciones.

Durante cinco décadas el flujo se canalizó mediante terceros países, con los inconvenientes que de esto se derivaban, a pesar de que la mayor comunidad de cubanos en la emigración se encuentra precisamente en el gigante norteamericano.

José Luis rememora que en los años 90 fue testigo de la alegría familiar por ese contacto a través de las cartas que entregaba. “Todavía en la actualidad recibo el agradecimiento de muchos a los que les alegré el día entregándole un mensaje de su hijo o algún otro familiar cercano, porque muchas de esas cartas se perdían en el viaje”.

El parque en el que nos hemos sentado a conversar le da cierto aire de melancolía a las historias de José Luis. Varias personas, conectadas a la Wifi realizan videollamadas, chatean o comparten en las redes sociales y de pronto me parece que el oficio de mi entrevistado, con el tiempo se convertirá en un anacronismo.

“Yo no creo que el cartero vaya a desaparecer- me confiesa. “La gente va a seguir escribiendo cartas, porque cuando queremos decir algo importante lo ponemos en un papel. Además también entrego la prensa, el dinero de la chequera de los jubilados, cobro servicios básicos. Actualmente lo que más se envía a través de correos es dinero y paquetes y creo que se va a mantener por un buen tiempo porque esta es la forma más segura”.


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José Armando Fernández Salazar

Para mí no hay nada mejor que estar con los que quiero, riendo y escuchando a los Beatles


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