viernes, 27 de septiembre de 2024

De rosas, fútbol y cigarillos

En el Día Mundial de la Lucha contra el Tabaquismo se trata de no querer incinerar más rosas y asestar un gol a favor de nuestra salud y de la de quienes nos rodean, aunque no existan instrumentos legales eficientes para transformar la realidad...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 31/05/2014
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Día mundial sin fumar
El tabaquismo constituye la segunda causa de muerte en Cuba.

Me declaro fumadora, aunque nunca he puesto un cigarrillo en mi boca. Mis pulmones con certeza habrán almacenado ciertas cantidades de humo y la nicotina, aunque no haya manchado mis dedos ni mis dientes, seguro habrá dado vueltas por mis bronquios y de vez en cuando me habrá provocado toser o estornudar.

Y la culpa no es mía: es de aquel que prende su cigarro o su tabaco en la guagua o en el carro que compartimos, y no le importa que pueda molestarme; es de esa señora que, sentada a mi lado en la mesa del Coppelia, saca su fosforera y su cajetilla sin preguntar. Hace tiempo la tuvo también mi papá, que no siempre tomó en cuenta su cercanía conmigo y repletaba ceniceros mientras tomaba café. Y no escapa aquel que despacha en la bodega, o en la cafetería, y sin miramientos me alcanza un barquillo de helado, una frita o una pizza.

¿Leyes? ¿Sanciones administrativas? ¿Multas? Cuba no ha sido de los países más aventajados respecto a la legalidad que regule o prohíba fumar en lugares públicos y otras medidas de carácter económico y también jurídico. Desde el año 2001 se creó el Programa de Prevención y Control del Tabaquismo que, en esencia,  presenta un enfoque de promoción de salud, ofrece las condiciones necesarias para que reciban tratamiento y rehabilitación las personas que lo soliciten y además, indica un soporte legal para proteger la salud del fumador y del no fumador, principalmente los niños, niñas, adolescentes y jóvenes….Pero no va más allá.

En nuestro país coexistimos con una tolerancia desmedida en torno al hábito de fumar en la familia, la escuela, la comunidad, el centro laboral,  y salvo las prescripciones que establecen hacerlo en las áreas señaladas en algún restaurante o centro nocturno y en los pasillos, salones, consultas y locales de una institución hospitalaria (no siempre respetadas), no podemos enorgullecernos de un logro como ese.

Hoy, que es 31 de mayo y el mundo entero celebra por vigésimo séptima ocasión el Día Mundial de la lucha contra el Tabaquismo, podemos tomar la fecha como pretexto y proponernos no incinerar más rosas, a sabiendas de que la prevalencia del hábito de fumar en Cuba ha sido considerada alta desde que se dispone de los resultados de los primeros estudios al respecto, realizados antes de 1970, en los que se exponen estadísticas de consumo superiores al 60 por ciento en la población total.

En esta jornada que pretende involucrar a todos en la iniciativa de 24 horas de abstinencia y en la que toda acción  intentará echar por tierra esa triste imagen de una rosa en un cenicero -metáfora sublime ilustrativa de un hábito que ocasiona la muerte de casi 6 millones de personas anualmente-, deberíamos engullirnos de varias onzas de sensatez y cuidar más nuestra vida y las de quienes nos rodean.

Así lo hicieron las autoridades de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) y el Comité Organizador Local en Brasil, quienes asestaron un gol al declarar que el Mundial de Fútbol 2014, que comenzará el próximo 12 de junio en ese país, será libre de tabaco, en respuesta a las demandas y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud.

Se aboga por un ambiente más saludable para los atletas, el personal y los aficionados al fútbol y por ello, la medida se aplicará tanto a los espacios interiores como a los espacios al aire libre dentro del perímetro de cada estadio, y significa que no se permitirá fumar, vender cigarrillos u otros productos del tabaco, ni tampoco se podrán hacer acciones de publicidad, promoción o patrocinio en los partidos, realidad que se repite desde la celebración del Mundial en 2002.

Nos puede ayudar saber también que más de cuatro mil sustancias tóxicas contiene el humo de tabaco, entre ellas la nicotina, el monóxido de carbono y el benzopireno, las que aumentan las probabilidades de adicción y consumo de otras drogas más letales, y afectan también a los no fumadores cuando están obligados a compartir el local y el ambiente.

Por si no bastara, no podemos ignorar que en nuestro país el cáncer de pulmón asociado al tabaquismo sigue siendo la localización más frecuente de esta enfermedad, que constituye la segunda causa de muerte, aunque la prevalencia de fumadores en la población mayor de 15 años ha disminuido.

Trastornos respiratorios y afectaciones en el crecimiento y desarrollo intelectual son algunas de las nefastas consecuencias de este hábito para los niños, convirtiéndolos en fumadores pasivos, como yo, a fuerza de no ser tomados en cuenta por los adultos.

Precisamente, la Encuesta Mundial de Juventud, en la que Cuba participa desde el año 2001, arroja resultados preocupantes en tanto cada vez es mayor el número de adolescentes y jóvenes que encuentran en el cigarrillo “un componente de atracción para con sus semejantes, un método eficaz para perder peso y mantenerlo, una herramienta ideal para parecer más maduros, más creciditos, más serios”.

Es la juventud cubana una de las que más fuma en los países de América Latina y  los adultos adictos son los responsables de la “adicción” de otros menores.

¿De quién es la culpa? También es mía, porque cuando aquel  prende su cigarro o su tabaco en la guagua o en el carro que compartimos, sin importarle  que pueda molestarme, yo no le digo nada. Y cuando esa señora que está sentada a mi lado en la mesa del Coppelia, saca su fosforera y su cajetilla sin preguntarme, yo alejo un poco mi silla y tampoco le digo nada. Es mi culpa también ser fumadora, porque cuando visito a mi papá, “analizo” la corriente de aire y me siento al revés para no respirar su humo, como si eso me salvara en una habitación tan pequeña. Y no escapo de la responsabilidad cuando aquel que despacha en la bodega, o en la cafetería, y sin miramientos me alcanza un barquillo de helado, una frita o una pizza, no recibe de mí más que la mirada hiriente, sin saber muy bien la causa.

Hoy quisiera yo no fumar más, aunque nunca he puesto un cigarrillo en mi boca. Pero, ¿quién puede anotar el gol?

 


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Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".


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