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sábado, 5 de octubre de 2024

Dedicatorias en el tiempo: La Habana en Guanabacoa

Incluir en los agradecimientos a las personas que colaboraron con la realización de una tesis puede convertirse en un dolor de cabeza...

Oday Enríquez Cabrera en BlogazoxCuba 04/07/2016
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Los espacios destinados a agradecimientos y dedicatorias dentro del libro de tesis constituyen, para muchos futuros graduados, la manera más especial de honrar a quienes «de una forma u otra contribuyeron con la realización» de ese trabajo. No obstante, el momento de recordar a cuanta persona colaboró o «tiró el cabo» durante el proceso de la investigación, resulta un verdadero dolor de cabeza para aquellos que intentan quedar bien con todos.

El proceso de realización de un trabajo de diploma cuenta con varias etapas que varían de acuerdo a la carrera, el perfil, o la dinámica de cada estudiante. Existen algunos pasos que suelen respetarse, principalmente, en los libros de tesis: la presentación, el índice, la introducción, desarrollo y conclusiones, los anexos… Pero hay uno de esos «momentos» que solicita de la mayor originalidad y entrega posibles: los espacios de la dedicatoria y los agradecimientos. Estas dos cuartillas representan, para el casi graduado, una verdadera encrucijada, tanto por el tiempo que les consume la redacción, en la que tratarán de mostrar un amor infinito por todos y todas; como por el ejercicio de evocación de cada ser vivo —o no— que les ayudó en algún momento.

Si miramos el fenómeno desde un estudio sociológico, muchas conclusiones interesantes encontrarían su concreción. Aunque no es el objetivo de estas líneas, sí resultaría atractivo hallar los motivos por los cuales los estudiantes universitarios pasan tanto trabajo a la hora de redactar sus palabras de gratitud.

Gracias a… la vida


Es cierto que durante la realización de este ejercicio de culminación de estudios, muchas son las personas que colaboran con los diplomantes. Desde los padres, los tutores, profesores allegados, bibliotecarias, especialistas de otras instituciones, personal administrativo, tías del comedor o la beca… en ese afán por mencionar a cada uno de los implicados hay quien agradece hasta a su perro.

Algunos, cuyos trabajos tienen que ver con problemáticas específicas de la vida cotidiana, mencionan hasta la primera vez que se cayeron de una bicicleta. Al parecer este acontecimiento les marcó profundamente, al punto de rememorar la cantidad de rayos en las llantas y los colores de los manubrios. Otros, en franca empatía con las personas objeto de sus investigaciones, dedican sus tesis, por ejemplo: «A todos los pilotos que sufren de lumbagia».

En cuanto a una tipología definida, no existe. Hay dedicatorias que exceden las dos cuartillas, donde se agradece «infinitamente» a padres, tíos, hermanos, abuelos… profes, amigos, colegas… hasta las suegras encuentran su lugarcito en esas líneas —el cansancio y el estrés juegan sus malas pasadas. Existen otras mesuradas, con un aceptable cúmulo de nombres, —estas son mayoría— donde aparece la lista y una breve oración que explica por qué se les agradece: «A mi mamá, por ser la mejor del mundo».

Pero hay otras en las que la mesura llegó y se pasó, tanto, que absolutiza en una frase, casi una máxima latina: «A todos, por todo». Con esta sí que no quedó nadie fuera, TODOS fueron aludidos, por TODO lo que hicieron. Claro, no especifica si fue bueno o malo.

Por otro lado aparece una tendencia que alude a la rivalidad y la competencia que puede existir entre compañeros. Surgen frases como: «A todo el que se esforzó por hacerme la vida más llevadera y comprensible y a los que se empeñaron en complicármela…»; o «A todos los que pensaron que no lo lograría».

Hay incluso quien recuerda los sobrenombres de amigos y parejas, y es entonces cuando aparece en esas líneas desde «Yesser “la vieja”, Lemay “el suave” y Pedro “Robocop”» hasta «mi cosi» y «mi momi».

Algunos se ponen literarios y hasta estudian las mejores frases para comenzar su lista de agradecimientos: «Cualesquiera que hayan sido nuestros logros, alguien nos ayudó siempre a alcanzarlos». O, como un buen amigo, martiano de convicción, citó: «Desventurado el que no sabe agradecer».

En general, mucho aparece en esas líneas. Agradecimientos a las computadoras, que resistieron los días y días sin descansar; a los carbohidratos y el café, que los mantuvieron satisfechos; incluso alguno, tratando de que no faltara nadie en su lista, reconoce al personal médico que lo trajo al mundo. Lo importante, en realidad, es que queda explícito el agradecimiento hacia quienes brindaron su mano en esos momentos en que la cabeza anda en varias—muchas— cosas a la vez. Y sobre todo, queda la alegría de ver, en las caras cercanas, la emoción y la gratitud recíprocas por encontrar, entre esas líneas, su nombre junto a una hermosa palabra: Gracias.


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Oday Enríquez Cabrera

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Zuleira
 19/7/19 9:04

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