viernes, 27 de septiembre de 2024

Del reclamo colectivo a la práctica individual

Más allá de voluntades y condiciones necesarias, transformar el periodismo requiere de un “atrevimiento” práctico hacia lo diferente, lo polémico y lo útil...

Dilbert Reyes Rodríguez en Exclusivo 14/03/2014
2 comentarios
Máquina de escribir
Las principales urgencias del Periodismo cubano están sobre el tintero de la práctica diaria.

El país se mueve. A tono con la exigencia de un tiempo nuevo en que Cuba se sacude el rezago, la rutina, los patrones anclados en viejas mentalidades, la inercia padecida y enemiga fundamental del progreso colectivo; creo que no es posible, al menos admisible, que algo quede ajeno al exorcismo nacional de todo cuanto signifique freno.

De pronto -y este de pronto no significa de improviso, sino tras cavilación profunda y por consenso popular (puede tomarse como referencia el antes y el después del VI Congreso del Partido)-, la maltrecha economía se piensa diferente, se renueva, y con ella van todas sus maletas de consecuencias sociales; que también debieran organizarse y preverse en un modelo de actualización tan necesario como el económico, del cual se habla más y a veces únicamente.

Pero, en ocasión de la fecha, vayamos directamente: ¿cómo convocar, promover, alentar el cambio; incluso más: narrarlo, ilustrarlo, tomarle temperatura y evaluarlo, si sus intérpretes públicos no asumen dentro de sí y para sí el aire transformador, ni lo reflejan en sus poderosas armas: los medios informativos?

Casi tanto como los días previos y posteriores de su Congreso, estas jornadas han sido pródigas en el debate de los periodistas sobre ellos mismos.

Otras vez casi nada quedó en el tintero, y si continuaron siendo temas ineludibles las carencias materiales, de infraestructura para el trabajo, el salario, la conectividad, entre otros; tampoco dejaron de ser escrutadas responsablemente las urgencias profesionales referidas a superación personal, gestión del conocimiento, relación con las fuentes, selección de temas con verdadero interés público, redacción periodística, razonamiento profundo, enfoque crítico de la realidad y muchas más.  

La conclusión de siempre –como siempre- no faltó al término de cualquier análisis, haya sido en un espacio formal de un taller, o en el resquicio libre de algún homenaje, premiación o agasajo común por estos días: es posible hacer un periodismo mejor.

Es plausible el entusiasmo, la pasión que defiende posiciones en una discusión del gremio; pero siempre es preferible la ciencia a la catarsis, la fuerza del argumento al ímpetu emocional, y en cuestiones de periodismo cubano actual hay voces que de tan frescas, preclaras e inteligentes, nos sirven para encauzar y saldar discusiones, porque entendieron y supieron explicar mejor el cómo llegar a hacer el periodismo deseado, por el periodista y su sociedad.

A la mano, el profesor Julio García Luis, de nuevo invitando a pasar por una puerta crítica y sensata: “La transformación de la prensa cubana es posible. (…) Puede abrirse paso o no. Su realización estará sujeta a varios factores: la voluntad desde el poder, unida a la comprensión de la necesidad y la conveniencia de hacerla; disponer de las fuerzas capaces, prepararlas y conducirlas; lograr el apoyo interno de la sociedad, contar con las premisas materiales, hacerla viable institucional y legalmente, y hallar un contexto externo mínimamente favorable…”

Primero leerlos, y luego apropiárselos, estrujarlos, perforarlos con el razonamiento, fragmentarlos y componerlos al final, los argumentos hilvanados en su texto póstumo Revolución, Socialismo, Periodismo. La prensa y los periodistas cubanos ante el siglo XXI, nos dan señales suficientes de que todo es posible desde la pertenencia y el compromiso.

Con su ayuda comprendemos que al término de cualquier debate realizado, claro, con altura ética y profesional, nadie estuvo equivocado si el fin de su reclamo fue hacernos más creíbles, atractivos, pero sobre todo útiles.

Las verdades no han dejado de repetirse: necesitamos investigar y hacerlo de un modo más profundo, casi inobjetable; es preciso elevar el lenguaje hasta un nivel que no aplaste la sencillez con lo enrevesado, pero que eduque y plantee retos cognitivos; debemos involucrar al público receptor, atraerlo con su participación activa en la producción periodística, que vea reflejado con sus propios criterios los problemas que lo afectan, sin dar lugar a que la exposición se convierta en metralla de inculpaciones contra administraciones despersonalizadas, sin nombre a quien pedir las cuentas.

Tampoco se trata de esto en el periodismo que requerimos, de pedir y pasar cuentas; sino de convidar a la propuesta y la colaboración colectiva en busca de soluciones, con visión crítica, sí, pero responsable en el ejercicio del criterio.

García Luis nos facilita también las evidencias sobre “problemas raigales” que exigen inmediata solución y hoy ralentizan la transformación del periodismo: el empoderamiento de la prensa para acceder por sí misma a la información pública donde quiera que esté, tener sus directivos capacidad real para decidir qué se publica o no, poder para equivocarse y rectificar cualquier error, consolidar la personalidad ética, jurídica y económica del órgano de prensa, y fundamentalmente, que la autoridad del Partido sobre la prensa, sin perder el vínculo directo, se mueva de lo cotidiano y operativo a lo estratégico y conceptual, a fin de desterrar algunos de los efectos actuales de esta relación “que inhibe en muchos casos a los directores y fomenta la autocensura y pasividad de ellos y de los periodistas.” 

De muchos y diversos modos se han dicho estas verdades, pero en definitiva –justo es decirlo-, poco hemos hecho, más allá de enunciarlas, discutirlas y teorizarlas, para convertir en realidad algo de aquellas.

Llegado este punto, está muy bien la catarsis, la discusión, el taller, incluso la ciencia y hasta un Congreso; pero nada valdrá más para la arrancada concreta y tangible, que el esfuerzo individual, básico, primario, de empezar a practicar en las líneas del periódico, la emisión radial o el reportaje televisivo, lo diferente, atractivo, polémico y sobre todo útil, que la sociedad reclama al periodista y nosotros mismos nos echamos en cara.     


Compartir

Dilbert Reyes Rodríguez

Se han publicado 2 comentarios


Esmeralda
 14/3/14 11:43

El periodismo es un profesión valiente y polémica. Es bueno que los colegas cubanos analicen su quehacer con espíritu crítico fuerte, pero la prensa en sentido general en otras partes del mundo deja mucho que desear. DEsprofesionalización, mercantilismo, crónica roja, bobería, manipulación, incluso asesiantos de periodistas que quieren encontrar la verdad. Felicidades, periodistas.

Mercy
 14/3/14 10:47

La pelea es dura en todos lo sentidos, pero tenemos ciencia, vehemencia, ganas de hacer...pues entonces, debemos hacer!

Deja tu comentario

Condición de protección de datos