Ayer, a las 3:00 de la tarde, buena parte del vedado se inundó de cubanos, de estudiantes, de trabajadores, de kufiyas, de palestinos, de pueblo. Un grito que se extrañaba en nuestro país tomó las calles. El grito de Palestina libre. Un tipo de grito que se niega a morir, ese que nos llena los pulmones frente a la embajada gringa y que, justo en esos metros, suena con más fuerza.
Una marcha que podía haber ocurrido hace un mes, quizás, pero Cuba tiene la más larga tradición de lucha contra el genocidio al pueblo palestino. Y siempre es momento de marchar. Queda mucho todavía por hacer, más ahora, en medio de un alto al fuego donde el estado sionista de Israel aprovechará para limpiar su imagen, dejar pasar algún que otro convoy humanitario, para luego continuar con su limpieza étnica, como de costumbre. Otro día en la oficina.
Por tanto, esa marcha no terminó a las 3:00 de la tarde en la Piragua. La marcha continuó, La bandera gigante por Palestina continuó hasta la Universidad de La Habana. Y por suerte.... ahí tampoco terminará. Palestina libre.
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