domingo, 22 de septiembre de 2024

Desde dentro…ojos que no mienten (+Fotos)

La realidad que viven las mujeres que cumplen sanción en un centro del Sistema Penitenciario Cubano puede ser comprobada en vivo y en directo, pero la veracidad mayor la tienen sus miradas...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 17/04/2013
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Visita de la Prensa a las Cárceles 04
Aula de superación en la prisión de El Guatao.

“Las meteduras de pata cuestan muy caro”, me dijo Irma en la Prisión de Mujeres de La Habana, y la entiendo, sobre todo cuando se saca cuenta de que solo ha cumplido seis meses de la sanción de 15 años.

Esta vez no fue la primera que visité uno de los centros penitenciarios del país. Afortunadamente por cuestiones de trabajo he estado en distintos momentos en algunos de los que se encuentran en La Habana, como el Combinado del Este, una de las cinco prisiones de máxima seguridad de la isla, y en otros en el interior.

Siempre han sido experiencias para las que he tenido que blindar mi corazón, para que esté preparado, para que sea fuerte y no empiece yo a pensar en las cosas que han dejado de vivir esos hombres y mujeres, en la lejanía de sus familiares, en todo lo que no podrán conocer… y a llorar. Es inevitable.

Raquel María me contó que participaba en el tráfico de drogas con su marido, quien también es interno en otro centro; Ivonne lamenta todos los días haber cambiado los números en aquellos papeles y Deinalis casi no quiere hablar de la noche en la que no pudo controlar sus impulsos de ira, de rabia, de celos.

Son testimonios que llegan al alma, que te hacen darte cuenta de que “los seres humanos a veces jugamos con fuego y no medimos las consecuencias de nuestros actos, y otras veces las circunstancias nos vencen”, me dice Deinalis. “Fue por avaricia, por tener una vida mejor”, admite Kenia, sancionada por delito económico; mientras, Laura Elena me confiesa que aún no encuentra las razones por las que se dejó llevar por su novio y se vio envuelta después en un robo con fuerza.

“Por suerte estoy en Cuba y no en otro país en el que las cárceles son famosas por su violencia, su maltrato, su falta de comida”, me aseguró la colombiana Carolina. Y en ese momento la luz de sus palabras me iluminó.

Solo existen dos establecimientos de máxima seguridad en el país para la población penal femenina y 16 son como esta prisión enclavada en la localidad de El Guatao, en el municipio capitalino de La Lisa. Las rejas solo están en las entradas de los dormitorios pues en el resto de las áreas, las internas pueden caminar, correr, practicar deportes o Tai Chi; ensayar obras de teatro o coreografías, o simplemente estudiarse los contenidos del examen que tendrán en los próximos días.

“No nos esposan, no nos prohíben usar los teléfonos, no nos falta nunca el plato fuerte en las comidas, y las que padecemos enfermedades, como yo, que soy diabética, tenemos garantizada nuestra dieta y medicamentos necesarios”, describió Emelina.

Los temores que inundaros a Irene cuando supo que estaba embarazada fueron disipados en segundos, cuando la joven educadora penal que la atiende le explicó que podía tener a su hijo sin problemas.

“Raulito y yo siempre estamos juntos, y he disfrutado estos ocho meses de su vida cada minuto. Cuando cumpla un año ya no podrá estar aquí y será cuando yo empiece a pagar el precio más alto de mi error, el de no poder estar con mi hijo”, expresa Irene, quien trabaja en la enfermería, carrera que estudió.

“La instrucción escolar; la vinculación laboral en entidades estatales fuera del centro; la incorporación a talleres de teatro, canto, música, danza, artesanía y apreciación de las artes plásticas; la posibilidad de cursar estudios de secretariado, gestión comercial, gastronomía, manicure, peluquería, corte y costura y hasta de albañilería, son opciones que las internas tienen en centros como este”, aseguró su directora, la teniente coronel Sara Rubio Valdés.

“Recibir asistencia médica y estomatológica es también su derecho —agregó—, y lo respetamos, pues como ciudadanas cubanas que son merecen el trato que dictamina la Constitución de la República”.

Aún así, es difícil su realidad, porque la libertad es el tesoro más preciado que puede tenerse. Sin embargo, cuando mi visita concluye, cierto alivio me invade. Aunque no dejo detrás un paraíso ni me voy enterada de todas las dificultades que pueden ocasionarse entre sus paredes, estoy segura de que no por haber incurrido en un delito son mujeres vejadas, maltratadas, lastimadas. Sus ojos no pueden mentir, estén o no detrás de las rejas.


Imágenes captadas durante la visita que realizara la prensa a las carceles de La Habana.


Imágenes captadas durante la visita que realizara la prensa a las carceles de La Habana.


Imágenes captadas durante la visita que realizara la prensa a las carceles de La Habana.


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Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".


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