Día de no comprar

No creo que sea necesaria una encuesta para saber cómo acogerían los habitantes de Cuba una exhortación como la que aparece en párrafos tomados en diversos sitios en Internet mediante:

“Únete a millones de personas que en más de 80 países, participan de no participar del consumo (el día 29 de noviembre en Norte América, el 30 noviembre en el resto de países)  y descubre por ti mismo lo que se siente al ser libre de consumir.”

Ante la invitación, la mayoría podría razonar que pocas veces compramos porque los salarios nominales y reales no alcanzan, pues se han desorganizado tanto como vaticinó en los inicios de la década de los 60 del siglo pasado, el subsecretario de Estado de EEUU al redactar en un memorándum secreto ya desclasificado que ese era uno de los propósitos del bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba: "Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica (…) negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

También se deja de comprar lo necesario por la escasez de lo más elemental en la vida cotidiana del país empeñado en rechazar la propiedad privada sobre los medios fundamentales de producción.

A continuación, un breve párrafo contentivo de las manifiestas intenciones de no comprar nada por un día: “Este acontecimiento intenta que la sociedad tome conciencia de lo que algunos ven como los hábitos de consumo derrochador en los países del primer mundo”, pero el siguiente parágrafo merece mucha atención: “Mientras sigamos dejándonos desafiar por los valores arraigados del capitalismo –ya que la economía actual tan sólo pretende seguir creciendo, satisfacer al consumidor a toda costa, con el imperativo de querer la gratificación inmediata sin trabas- no vamos a poder solucionar la gigantesca crisis psico-económico-ecológico de nuestro tiempo.”

La solución a lo que llaman “gigantesca crisis psico-económico-ecológico de nuestro tiempo” se materializó coincidentemente, por primera vez, pocos meses después de la desintegración de la Unión Soviética y el derrumbe del campo socialista. Esa jornada inicial fue en Vancouver, Canadá en septiembre de 1992, y en 1997 fue trasladado al día después de Acción de Gracias en EUU y Canadá, y al día siguiente en el resto del mundo.

Tal párrafo se refiere a que los valores arraigados del capitalismo nos desafían, en vez de ser la clase proletaria quien desafíe ese sistema en el cual los burgueses aumentan sus riquezas haciendo a los otros más pobres, y no como engañosamente afirman: “la economía actual tan sólo pretende seguir creciendo, satisfacer al consumidor a toda costa, con el imperativo de querer la gratificación inmediata sin trabas”

Fundado por el artista de Vancouver Ted Dave y promovido por la revista canadiense Adbusters, dicen que se trata de una jornada de protesta contra del consumismo, por lo cual llaman a abstenerse de comprar cualquier cosa durante 24 horas como una “exhibición concentrada del poder del consumidor.”

Y como para tratar de hacer creer que el consumidor forma parte de un conglomerado que crece y se empodera, informan: “en los últimos años, el movimiento ha ganado adeptos entre los movimientos contra el cambio climático.”

En los abundantes textos en Internet sobre el tema, aseguran que “Estos argumentan que para detener este fenómeno el primer mundo debe cambiar sus hábitos de consumo.” Por supuesto que en la copiosa literatura achacan a los “hábitos de consumo” ser la causa de los males y no a la explotación del hombre por el hombre, a la obtención de plusvalía, a la mercantilización de la fuerza de trabajo, conceptos cuyo entendimiento se dificultan para la clase explotada porque además de sus desventajas sociales, los ideólogos del capitalismo les inoculan explicaciones simplistas que no van más allá de lo epidérmicamente anecdótico, lo que despierta emociones y adormece el razonamiento.

Dicen: “Críticos del movimiento del Día de No Comprar Nada (BuyNothingDay) han afirmado que los consumidores simplemente comprarán más al día siguiente, lo cual desvalorizaría la protesta. Sin embargo, los participantes afirman que esto no afecta su mensaje.” A esta valoración podemos agregar que también pudieran realizar las compras el día anterior.

El adormecimiento incluye hacer creer que se trata de un acto épico, hacer sentir todopoderosamente empoderado a los explotados frente a los pocos y realmente poderosos capitalistas que se ocultarán detrás de la visión distorsionada de quienes creen ser enormes gracias a “una extraña magia”.  No otra cosa dice este párrafo: “El Día de No Comprar Nada es épico en el sentido que nos impulsa a este tipo de transformación personal... tan pronto recuerdas lo que la vida real significa... empezarás a detectar un aumento radical de empoderamiento y sentir una extraña magia que te arrastrará a nuevo estilo de vida.”

Navegando por el ciberespacio se choca con esta invitación: “Importemos también el BuyNothingDay”, y no creo que en Cuba deba ser importado como entró desde hace mucho tiempo desde los países nevados, el arbolito de navidad que sustituye con algodón la falta de nieve de un país tropical y caluroso, cuya actual carestía lleva más a comprar que a renunciar a adquirir algo que puede desaparecer del mercado en un pestañazo.

En este párrafo tienen razón al afirmar que los modos burgueses han estado contaminando y destruyendo culturas: “Es el momento de desafiar colectivamente los valores arraigados del capitalismo que han secuestrado nuestras vidas y nuestros rituales culturales durante demasiado tiempo. Esta es la temporada para hacernos una promesa a nosotros mismos,  para empezar a cambiar nuestras vidas y para que podamos enfrentarnos colectivamente a la gigantesca crisis psico-económica-ecológica que amenaza el futuro de nuestros hijos.”

Sin embargo, el desafío colectivo es inofensivo para el capitalismo si se reduce a tímidos intentos de hacer sentir unidos a las personas en tanto son clientes y no como miembros de la clase social proletaria que es explotada cuando le vende la fuerza de trabajo al capitalista a bajísimos precios, permitiendo a los burgueses mantener, renovar y desarrollar sus medios productivos, y apropiarse de una desmesurada cantidad de dinero, mientras que al obrero (sea o no de cuello blanco) le dan solo para vivir, y por supuesto que no es lo mismo el salario en un país capitalista altamente desarrollado que en uno pobre.

La primera afirmación es cierta, pero en cuanto a la segunda… Veamos: “En el Día de No Comprar Nada participan ya millones de personas. No hay más objetivo que sentir que la vida existe sin necesidad de consumir.” Cada vez que logren hacer  creer en la posibilidad de prescindir del consumo, estarán alcanzando el propósito de que el proletariado arremeta contra molinos de viento en vez de unirse como clase social para luchar contra el sistema social capitalista.

Los que venden su fuerza de trabajo dejarán de comprar o comprarán más o menos, según el nivel y las condiciones en que ocurre la explotación capitalista contra la cual no hay que renunciar a luchar en ningún escenario, ni en el de los supermercados, pero hay que tener en cuenta que es en la esfera de la producción donde los burgueses esquilman a los pobres, quienes afectarían más al Capital si masivamente dejarán de laborar un día, aunque compren y consuman diariamente para su sustento.

Se puede o no compras ese día, pero en uno u otro caso, hay que pensar en cómo actuar para que las ideas remuevan las bases del Capitalismo, un objetivo mucho más importantes que arremeter contra los cimientos de los supermercados, donde los comerciantes pierden y se ríen, porque quien ríe último, ríe mejor. Por tanto, desde Cuba podríamos decirle a tal idea: ¡Que te compre quien no te conozca!