Duendes de la solidaridad (+Cartas)

Hoja y lápiz en mano, una decena de niños llegaron este domingo a la Casa de la Trova del municipio de Diez de Octubre, La Habana, dispuestos a hacerse periodistas en dos horas. Ninguno tiene más de once años, pero siempre encuentran respuesta para todo.

Jugar al periodismo también tiene su receta. Para casi todos, esta peculiar fórmula consiste en: leer, salir en la pantalla del televisor y agarrar un micrófono para entrevistar hasta a los marcianos (ingredientes que pueden sustituirse por el simple y divino arte de vender periódicos).

Sin embargo, lo curioso es que estos pequeños —integrantes del taller infantil de periodismo Duendes en la radio— encuentran una filosofía detrás de todo y añaden a la receta del buen periodista el estar informado y la capacidad de estremecerse ante los hechos más sensibles.

Este domingo era nuestro primer encuentro como taller. El lugar donde se suponía hiciéramos las actividades estaba cerrado, pero la clase no se suspendió: el portal de enfrente era el lugar perfecto para conocernos.

La noticia del día, como era de esperar, fue el paso de Sandy por Cuba. Todos habían visto las noticias y traían la última actualización. Beatriz sabía que fue un huracán fortísimo, Yasiris que los destrozos eran inmensos, y Dayán y Yeniffer que hubo pérdidas humanas; a lo que Raymer se apuró en acotar: “muy pocas, porque los médicos están trabajando fuerte”.

Aunque agitado, el debate no duró mucho, pues todos coincidimos en que la receta para ser un buen periodista debíamos aderezarla con solidaridad. “Vamos a escribir un mensaje a los niños que se han quedado sin casas”, fue la invitación y cinco minutos después, una lluvia de arcoíris, casas y árboles inundó el portal.

Los dibujos acompañaron las misivas, y los niños cuentan que se esforzaron en cuidar la ortografía y utilizar su mejor letra. Después de escribir su carta, Luis Alberto y Raymer ayudaron a Héctor a terminar la suya. Las niñas, más detallistas, hicieron los sobres.

Mi trabajo era compartirlo con ustedes y aquí lo tienen. Ahora, que pique a las malas lenguas, porque Cuba nunca ha estado sola y el futuro viene sembrado de talento y esperanzas.

Diana Olivia 11 años.

Ernesto 6 años.

Hector 10 años.

Yasiris 11 años.

Beatriz 11 años.

Luís Alberto 9 años.