viernes, 27 de septiembre de 2024

Enfrentarse al mundo con ojos de libro

La lectura es una de los principales instrumentos de aprendizaje con que cuenta el hombre. Cada libro contiene dentro de s'i un universo inmenso...

Rosana Berjaga Méndez en Exclusivo 30/05/2014
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Niño cubano leyendo
“Inculcar en los niños el hábito de lectura desde edades tempranas los ayuda a crecer".

Cuando se es pequeño, el mundo no tiene por qué ser un pañuelo de 10 pulgadas. Basta con saber que existe una biblioteca cerca para que el universo aumente sus proporciones, y un chiquillo tan alto como un arbusto de cerezas silvestres pueda viajar la galaxia por sí mismo, sin más compañía que un libro.

Apenas recuerdo el nombre de la señora septuagenaria que celaba la biblioteca de mi escuela primaria; sin embargo, mantengo vívida esa sensación de llegar todas las tardes a aquel sitio como si fuera un templo, un refugio vespertino lejos de las matemáticas y la geografía.

Las mil y una noches llegó por primera vez a mis oídos de la voz de esa señora; también fue ella la primera en presentarnos a Abdala y la más preocupada en que no dejáramos de leer a Herminio Almendros, Dora Alonso, Onelio Jorge Cardoso.

Por esos años, una biblioteca escolar con no más de mil libros nos parecía inmensa, imposible de abarcar, a pesar de que esta señora nos hacía leer a razón de un libro por semana.

Hace dos noches, Ernesto, ha terminado Había una vez, hasta ahora su libro favorito, y cuenta emocionado que ha aprendido palabras nuevas, que ha “adquirido” –con D intermedia, me explica- nuevos conocimientos, porque para eso son los libros: para ayudar a los niños a “que pasen la prueba final de lectura”.

Para él, en sus siete años, todavía la lectura es una marcha lenta que se alterna con videojuegos y muñes seriados. Por el día va a la escuela y practica en el aula. Algunas tardes, el grupo completo termina junto al “profesor de biblioteca”. A pesar de que a Ernesto y sus amigos no les gusta que pronuncie las palabras tan deprisa, los cuentos que lee son divertidos.

La costumbre de colocar los libros como un conjunto organizado y conferirles importancia según su contenido, tiene un origen milenario; de manera que la herencia de organizar nuestro conocimiento en volúmenes para el consumo de otros, no ha sufrido muchas más transformaciones que las exigidas por el propio dinamismo con que han cambiado los lectores y los soportes.

Si durante el Medioevo la información y la lectura constituyeron saberes prohibidos para la gente común, con la llegada del Renacimiento el mundo comenzó a cambiar. El surgimiento de internet, siglos después, vino a dar un empujón a ese ciclo de cambios y constituyó un nuevo renacimiento para la sociedad moderna, al impactar no solo sobre el acceso de las personas a la información, sino también sobre la manera de consumirla y en sus hábitos de lectura.

En este sentido, Daniel Cassany, profesor de la materia Análisis del discurso, en la Universidad de Pompea Fabra, sostiene que “el lector de hoy lee de manera más diversa, en ocasiones, lee incluso cosas que no fueron escritas para él. Vivimos en una sociedad donde los textos son accesibles para todos, pero no siempre se está preparado para entenderlos. Esto implica una transformación en la manera de leer, de modo que se tendrá que adoptar una mirada más humilde y menos arrogante ante los textos.”

No obstante, la irrupción de la red de redes en la sociedad moderna y sus consecuencias en la vida cotidiana, no puede restar mérito, al menos no en Cuba, a la función social de esas pequeñas bibliotecas escolares y municipales donde comienza el niño a acercarse al mundo de la lectura. Incluso cuando para muchos, la era digital ha venido a robar espacios al libro impreso.

De pequeña, Dayanna Pérez, informática de profesión, acostumbraba a ir a la biblioteca de su municipio y pasar varias horas buscando entre los volúmenes sobre mitología griega y egipcia. Encontraba en la lectura una manera interesante de acercarse a culturas para ella misteriosas, sin embargo, no en pocas ocasiones sintió que a los celadores del lugar les faltaba compromiso con su trabajo.

“Cuando iba por la escuela y buscaba libros para tareas y esas cosas –comenta Dayanna- me atendían rápido, aunque no siempre estuvieran seguros de cómo ayudarme. Ahora, cuando se trataba de inquietudes personales, libros o temáticas que me interesaba buscar, por lo general recibía cierta indiferencia como respuesta. Creo que les faltaba saber que lo que hacen es vital para la sociedad. Cada vez voy menos a la biblioteca, quizás yo también he perdido un poco de confianza.”

Dayanna reconoce también que la digitalización de libros le ha “facilitado” mucho las cosas. A veces, la información que no logra encontrar “ni en la Biblioteca Nacional”, puede conseguirla descargándola de la web o copiándola de un amigo. Su carrera se sustentó más en este tipo de consulta que en la revisión de bibliografías impresas.

“Inculcar en los niños el hábito de lectura desde edades tempranas los ayuda a crecer. Esto repercute directamente en la creación de su sistema de valores y es fundamental en el desarrollo de la sociedad”, admite Hugo Vega, un abogado de 26 años que no concibe la tan anunciada muerte del libro impreso y “menos en la sociedad cubana”.

El conocimiento es la piedra angular de toda sociedad. Conocimiento en su sentido más amplio: ese legado que ha venido de los antepasados y que se ha ido transmitiendo de generación en generación, sedimentando conductas, valores, visiones. Desde muy temprano el hombre se dio cuenta de la necesidad de salvaguardar tal conocimiento. De ahí que una biblioteca y un bibliotecario sean tan importantes como el recurso económico más valioso, no en vano el estado cubano se ha preocupado por recoger en su constitución una serie de posturas que dotan al individuo del derecho a la información y al conocimiento público, engranaje en el cual cumple un papel imprescindible la red de bibliotecas ubicada en cada localidad del país, continúa Vega.

De cualquier manera, este abogado y otros entrevistados, coincidieron en que muchas veces falta creatividad por parte de los responsables para atraer público a las salas de lectura. “Las actividades son limitadas y escasas. Una biblioteca es un espacio tranquilo, pero también se tiene que lograr que el niño lo vea como un lugar para divertirse, donde se realicen acciones en torno al libro y sus autores, a fin de motivar. Muchas bibliotecas en el mundo lo hacen y se invita a los escritores a intercambiar, a dar pequeñas charlas y así, bibliotecas y librerías se convierten en un espacio interactivo y diferente”, aporta la periodista y novel escritora para niños Sheyla Valladares.

Son muchos los retos que enfrentan estas instituciones en la era digital. A pesar de ello, y contrario a lo que podría pensarse, estudios recientes indican que para niños y jóvenes, las librerías y bibliotecas locales constituyen un pilar importante para la comunidad. No obstante, las investigaciones arrojan también que cada año se reduce más a nivel mundial el fondo que los gobiernos locales y estatales destinan a las mismas.

Gisela Martínez ha sido bibliotecaria toda su vida. Se considera a sí misma una comunicadora, pese a la subvaloración a la que se ve sometida –según dice- por parte de sus colegas de trabajo. “Es cierto que no todo el mundo trabaja igual, comenta, pero a mí me gusta saber que soy útil y que contribuyo a la formación de los estudiantes que asisten a mi biblioteca”.

Para Gisela es importante mantener su catálogo actualizado, labor en la que incluye a su hijo Antonio de 9 años. Dice que siente que ayuda a los estudiantes, a la vez que le enseña a su hijo el valor de la información.

Los peligros de esta era tampoco la asustan: mantiene la biblioteca al día también con bibliografía digital, pues sabe que las carencias materiales provocan grandes faltas en los estantes. “Algunos son ejemplares únicos y hay que encontrar la forma de que los muchachos puedan acceder a ellos sin afectar a otros, en casos así, la tecnología es una buena aliada. A los que tienen computadora se les copia el libro digital”.

Antonio asiente con la cabeza mientras su madre habla. Antes ha dicho que le gustan las caricaturas y los libros de Historia, que sabe mucho sobre Maceo porque ha leído mucho sobre él. También le gustan las películas de muñequitos y de miedo, pero lo que realmente quiere es que algún día él escriba algo y la gente compre sus libros.

Es difícil pensar más allá del tiempo en que se vive. Hoy se habla de cambios y de retos a enfrentar en una sociedad que se transforma constantemente, tal como lo ha hecho de manera incesante durante siglos. Para algunos estudiantes de Bibliotecología y Ciencias de la Información (BCI) de la Universidad de La Habana, su carrera implica estar al día, pues este avance constante los ha envuelto desde tiempos inmemoriales: de los manuscritos a los libros impresos, del libro impreso al electrónico; el CD como soporte de almacenamiento, el paso del catálogo impreso al catálogo electrónico y la evolución de la ficha de préstamo al código de barras; las bibliotecas y repositorios online.

“Después de los años 90, creo que las bibliotecas no han logrado cumplir como deberían su papel en la comunidad. Algunas veces por falta de recursos y otras, por falta de gestión”, señala Hugo Vega.

Los estudiantes de BCI reconocen también que el éxito de una biblioteca no son solo los libros, sino el confort, la organización, la tranquilidad, esos son requisitos que exigen los lectores cuando visitan sus salas.

La carencia económica se apunta como la causa fundamental para conformarse con bibliotecas vacías y empleados desmotivados. Sin embargo, cabe pensar que la falta de gestión autónoma, de adaptabilidad y la carencia de soluciones creativas son aspectos que nos alejan de crear espacios de los cuales apropiarnos para crecer y ayudar a crecer a nuestros hijos.

El intelectual argentino Jorge Luis Borges sostenía que “ordenar bibliotecas es ejercer de un modo silencioso el arte de la crítica”, ¿qué función no tan silenciosa queda entonces a los lectores?


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Rosana Berjaga Méndez

Periodista, con el cine en las venas y los niños en el corazón.


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