Enseñanza bloqueada

A dondequiera que se mire hay orden, rigor y sensibilidad inagotable de sus trabajadores. Allí, en la capitalina escuela especial Dora Alonso, para niños con autismo, se entrecruzan disímiles historias y personas. El centro es sitio que educa, orienta y complementa a las familias para optimizar la atención a sus hijos, lo que asegura una convivencia mejor en el hogar.

Así asegura la doctora Imilla Campo, directora de la escuela, quien subraya que el esfuerzo del gobierno cubano por mantener la educación especial se ve amenazado por el bloqueo económico, financiero y comercial que impone Estados Unidos desde hace más de 50 años.

Cada año —explica— cuentan con menos equipos, por las trabas para adquirir las piezas de repuesto. Ese es el caso de los ómnibus, por ejemplo, con décadas de explotación y que muy pocas veces pueden utilizar para las excursiones al Zoológico, al Acuario Nacional, al Coppelia, al Parque Lenin, La Habana Vieja, que los niños con autismo necesitan para aprender a vivir en sociedad.

Como los de esta escuela, otros pequeños que cada año llegan a este tipo de enseñanza se ven privados muchas veces de posibilidades de comprender mejor su mundo. Y es que, debido al bloqueo, la educación especial en Cuba tiene dificultades para obtener teclados inteligentes, grabadoras, pantallas táctiles y pizarras interactivas, entre otros medios.

Así se refleja en el informe que Cuba volverá a presentar el próximo 28 de octubre ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, el cual refleja que debido a esa política genocida 982 talleres docentes de la educación especial difícilmente pueden acceder a materias primas, insumos, nuevas tecnologías, máquinas herramientas, instrumentos y utensilios necesarios para lograr la plena integración social y laboral de los estudiantes.

CLARAS EVIDENCIAS

No solo este tipo de enseñanza sufre los embates del bloqueo. Todo el sistema educativo está sometido a sus negativos efectos, pese a los cuales se ha consolidado y garantiza a cada ciudadano la educación de por vida, prácticamente sin costo, en cumplimiento del artículo 39 de la Constitución de la República.

El bloqueo ha ocasionado graves daños a la colaboración en materia de educación con otros países, entorpeciendo el acceso tecnología, conocimientos y medios escolares necesarios para elevar la calidad del sistema de enseñanza y el aprendizaje de nuestros niños, adolescentes y jóvenes en sus diferentes niveles.

También ha tratado de impedir la entrada de nuevas tecnologías a Cuba y, por tanto, a las escuelas. No obstante, desde los primeros grados los estudiantes cubanos se benefician del uso de medios como las computadoras.

En informática educativa se le niega a Cuba el acceso a herramientas para la producción de multimedias educativas o para la consulta de referencias bibliográficas, pues las licencias hay que pagárselas a compañías norteamericanas, lo cual es impedido también por el bloqueo.

Esa política, además, restringe el intercambio con docentes y especialistas de Estados Unidos, como ocurre con la Universidad de Cienfuegos, que desarrollaba desde 2001 un programa de intercambio académico con la Universidad de Tacoma, Washington, con excelentes resultados, pero la relación fue interrumpida al negársele a esta la renovación de la licencia.

El profesor Gordon L. Amidon, de la Universidad de Michigan y creador del Sistema de Clasificación Biofarmacéutica, no pudo asistir al Primer Taller de Biofarmacia y Bioequivalencia, celebrado en 2013 en la Universidad Central Marta Abreu, de Las Villas, ya que no se le otorgó el permiso solicitado en su país para asistir al evento.

El concurso regional de la Association for Computer Machinery-International Collegiate Programming Contest (ACM-ICPC), que se celebra anualmente en Cuba, no puede beneficiarse del apoyo que brinda la International Business Machine (IBM), la empresa estadounidense que desde 1997 financia el concurso. Esta situación no solo afecta a los participantes cubanos, sino también a los de países caribeños.

Tal como explicó hace dos años el doctor Lizardo García Ramis, director del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas, “el bloqueo existe, no es abstracto. Pero estamos tranquilos, porque en la sonrisa de cada niño, en la escuela más pequeña, estamos haciendo todo lo necesario para evitar que nos afecte”.

Y así es. Cada mañana nuestros estudiantes asisten a clases y los maestros, junto a la familia, crean y hacen hasta lo imposible por convertir a niños, adolescentes y jóvenes en personas cultas y educadas. Cuba ha alcanzado índices de educación de referencia mundial y cada año, además, continúa llevando esta gran conquista a millones de necesitados de muchos lugares del planeta.