El desarrollo de tecnologías para incrementar la eficiencia en la construcción es uno de los temas que quita el sueño a no pocos científicos alrededor del orbe. No es festinada la preocupación. Este sector define el avance de la economía y la sociedad, y también urge dejar de sobreexplotar yacimientos o emplear de forma más racional, lo que a la naturaleza costó crear en millones de años.
Son razones por las que florecen nuevos materiales y sistemas constructivos, pero hay un elemento centenario que mantiene la vanguardia por sus múltiples usos: el hormigón; si bien uno de sus casi contemporáneos pudiera convertirse en el material del futuro. Se trata del ferrocemento, que sin complicarnos en una explicación especializada, deriva de la combinación de un mortero (cemento y arena) con acero. El resultado es una lámina cuyo espesor puede oscilar entre los dos y cinco centímetros, al menos cinco veces más delgado que el tan conocido y socorrido hormigón armado*.
Ejemplos de su utilización hay en muchos sitios del mundo, y actualmente es de gran ayuda para soluciones relacionadas sobre todo con lo ornamental, al igual que en el tema de la vivienda y de recipientes para almacenar agua. No obstante, dadas sus amplias posibilidades, por estos días se habla de un resurgir de esa técnica, en los intercambios que realizan decenas de expertos de casi 30 países, reunidos en La Habana en el X Simposio de la especialidad.
Las propiedades del ferrocemento lo hacen sumamente atractivo sobre todo para naciones en vías de desarrollo, entonces todo cuanto se haga por rescatarlo y hasta mejorarlo, beneficiará a millones de personas en diversas latitudes.
MOLDEABLE Y RESISTENTE
Imagine telas de mallas de alambre de acero de pequeño diámetro cubiertas con una delgada capa de mezcla, que sin embargo posee mejores propiedades funcionales y más durabilidad que el hormigón armado; como reacción ante el agrietamiento y gran flexibilidad, lo cual le permite resistir el impacto sin destruirse.
Pero hay más. Representa ahorro de materiales, y da la posibilidad de múltiples usos debido a su alta resistencia y elasticidad, características ideales para colocarlo en lugar preferencial en la construcción de disímiles obras. Las investigaciones sobre el ferrocemento y su empleo durante años en muchos países, confirman cuanto de economía, seguridad y durabilidad alcanzan las construcciones si se ejecutan con la calidad requerida.
Y es que con el ferrocemento pueden fabricarse viviendas completas y otros tipos de edificaciones, depósitos de líquidos y gases, barcos de pesca, pasaje y recreación; muelles flotantes, barcazas y pontones, silos y almacenes, piscinas y canales de riego, monumentos y elementos ornamentales, así como obras para el mobiliario urbano.
No es ciencia ficción. Son obras de artesano a gran escala, pues este material tiene la ventaja de ser moldeable y da la posibilidad de trabajar de una sola vez, contrario al hormigón que se vierte por etapas e implica la formación de empalmes. Por ello el ferrocemento es competitivo en lugares donde la impermeabilidad deviene requisito indispensable, tales son los casos de construcción de embarcaciones y otras obras marinas, depósitos y piscinas.
A las bondades mencionadas, añade otras, como las de ser buen aislante acústico y de conductividad térmica muy baja, seis veces menor que el acero; resistente a la corrosión y no requerir personal de alta calificación. Apenas necesita mantenimiento, en tanto al igual que el hormigón armado, su capacidad para soportar la acción de los agentes externos hace que la limpieza y pintura periódica o la restauración sean solo necesarias en caso de roturas localizadas.
HISTORIA
Cuentan que la historia del ferrocemento la inicia el jardinero francés Joseph Monier, quien en 1847 incorpora mallas de acero al hormigón utilizado en la fabricación de grandes maceteros. En la Exposición Universal de 1855 en París, su compatriota Josep Louis Lambot presentó al mundo la primera embarcación construida con ese material, que ya había sido patentado tres años antes con el nombre de Fercimen.
Desde entonces, la vida de este hormigón ligero va muy relacionada con la construcción naval. Su uso pasó de Europa a Norteamérica. El ingeniero italiano Pier Luiggi Nervi (1902 -1981) lo perfeccionó y utilizó en todo tipo de obras.
Al final de la primera guerra mundial, para suplir la escasez de acero, el ferrocemento fue empleado en la fabricación de mercantes, y entre las dos conflagraciones, los holandeses lo utilizaron en canales, para evacuar residuales.
Sin embargo, a pesar de sus cualidades y bajo costo, no comenzó a usarse de forma masiva en la construcción naval hasta los años 60 del siglo pasado. Pioneros en la manufactura de veleros con este material fueron los neozelandeses, quienes en 1965 concluyeron el yate “Awahnee”, que circunnavegó la tierra.
Comenzó entonces una era de auge para la construcción de embarcaciones de recreo en otras naciones como Australia, Canadá y Reino Unido; hoy en día, esa técnica está ampliamente difundida por todo el mundo, para barcos de todos los tamaños y tipos.
EN CUBA
Miles de turistas nacionales y extranjeros se han deleitado con las esculturas que pueblan el Valle de la Prehistoria, en el santiaguero Parque Baconao, a 913 kilómetros al Este de la capital cubana. Estos animales antediluvianos, a escala natural y que alcanzan hasta 12 metros de altura y 18 metros de largo, están fabricados con ferrocemento. Igual suerte corrió el enorme cangrejo que se halla a la entrada de la ciudad matancera de Cárdenas, separada de La Habana por 152 kilómetros.
Son solo dos de los cientos de ejemplos que muestran una época de esplendor de la mayor de las Antillas en la utilización de ese material, cuyo uso fue debilitándose con la crisis económica de la década de los años 90. No se puede perder de vista que el ferrocemento es una solución económica, pero la producción de los materiales locales requiere un alto consumo de portadores energéticos y el alambre de acero es importado.
Fieles a su uso permanecen las cooperativas pesqueras, curiosamente por donde comenzó este movimiento, dirigido a sustituir la madera y conformar una flota. Según la literatura consultada, a partir de 1970 se inició con todas las de la ley, el estudio del ferrocemento en la Isla, bajo la dirección del profesor ingeniero Hugo Wainstock, quien se ha mantenido al frente de las investigaciones y el asesoramiento para la aplicación de tan benigno material.
En aquellos años, no solo fueron al agua nuevos modelos de barcos de pesca, sino también otros destinados a la recreación, el transporte de pasajeros y la pesca deportiva. Los procesos tecnológicos introducidos posibilitaron una alta producción y ya en 1985 existían ocho centros, capaces de fabricar más de doscientas unidades al año.
Otros tipos de obras son admiradas por obra y gracia del ferrocemento, y los resultados son evaluados de satisfactorios, incluida la reconstrucción con ese producto, de tanques metálicos desde 800 a cinco mil metros cúbicos; empero las labores más significativas y fecundas recaen en la construcción de viviendas, piscinas, depósitos, instalaciones para el mobiliario urbano como paradores de ómnibus y figuras de animales de grandes dimensiones.
Todavía hay que hablar de la primera piscina de ferrocemento cubana, construida en 1984 en Villa Loma, Jibacoa, hoy provincia de Mayabeque. Costó cerca de siete veces menos que una de hormigón armado de igual dimensión. Fue el motor impulsor para extender la experiencia en la fabricación de albercas e ir a proyectos más ambiciosos en cuanto a la edificación de casas económicas.
Una nueva etapa en ese sentido nació a partir de 1986, con el primer pueblo en el plan turístico Baconao de la provincia de Santiago de Cuba; experimento que se amplificó rápidamente a otras provincias, sobre todo a Camagüey, Cienfuegos, Pinar del Río y las antiguas provincias habaneras (hoy Artemisa y Mayabeque). Con una tecnología industrial se lograron inmuebles de varios niveles.
Lamentablemente llegaron las escaseces de la década de los años 90. Muchos planes se detuvieron, incluido el desarrollo de la industria de materiales de construcción, actualmente en franco ascenso, pero insuficiente para responder al proceso inversionista estatal y al creciente movimiento de rehabilitación y construcción de inmuebles con esfuerzo propio de la población. Por eso comparto la opinión de los especialistas, de que no habrá momento más oportuno, para el resurgir del ferrocemento en Cuba.
*El hormigón o concreto se obtiene mezclando cemento, agua, áridos y aditivos. Cobra el apelativo de “armado”, cuando es reforzado con armaduras metálicas, sobre todo de acero; material que proporciona la resistencia necesaria cuando la estructura debe soportar fuerzas longitudinales elevadas.
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