sábado, 4 de mayo de 2024

Histórica, sabia y justa decisión (+Fotos)

Escribir de la Federación de Mujeres Cubanas va mucho más allá de referirse a una mera agrupación femenina: es evocar la vía por donde las cubanas comenzaron a encauzar sus aspiraciones de emancipación y desarrollo pleno....

Raquel Marrero Yanes en Exclusivo 23/08/2012
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Idalys Ortiz flamante campeona olímpica en Londres 2012.

Escribir de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) va mucho más allá de referirse a una mera agrupación femenina: es evocar la vía por donde las cubanas comenzaron a encauzar sus aspiraciones de emancipación y desarrollo pleno, convertida hoy en el camino por donde transita la superación cultural, la incorporación al empleo, el acceso a la toma de decisiones, la salud sexual y reproductiva, entre otros beneficios.

Mucho antes, Ana Betancourt, Mariana Grajales, Celia, Melba y Haydée, junto a muchas otras, habían señalado el camino. Una vez alcanzada la libertad se sintió la pujanza, inteligencia y el fervor revolucionario de las cubanas, quienes apoyaron las medidas contra los enemigos y el derecho de Cuba a construir su propio futuro.

Esta fue una de las razones que hizo pensar a nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro en la idea de crear una organización que canalizara ese entusiasmo y lo convirtiera en una fuerza consciente. Fue así que aquel 23 de agosto de 1960, nació la FMC la cual estuvo presidida por la heroína Vilma Espín Guillois (hasta su muerte el 18 de junio de 2008), quien vitoreada por millones a partir de entonces imprimieron nuevos significados a la palabra mujer.

Desde sus inicios la organización unió a todas las agrupaciones femeninas revolucionarias, que hasta entonces existían en el país. Sus acciones llegaron a todas las cubanas, lo cual demostró que la iniciativa de crear una organización femenina fue una de las decisiones más sabias y justas adoptadas por la Revolución. 

Las primeras tareas de la organización femenina eran sencillas, atractivas fundamentalmente para las amas de casas, a quienes la Federación dedicó una especial atención. Después vinieron misiones dirigidas a los sectores más discriminados y humillados. Así, en 1961 se fundan las escuelas para campesinas Ana Betancourt, por cuyas aulas pasaron anualmente alrededor de 10 mil alumnas, y los centros nocturnos de superación de las domésticas.

Otras labores importantes fueron la campaña de alfabetización, la erradicación de la prostitución y garantía de empleo para ellas, los cursos de corte y costura, los de primeros auxilios, la integración a la defensa, el trabajo voluntario y la participación en las zafras del pueblo.

Su creciente participación en la vida económica y social demandó la creación de los círculos infantiles en 1961 y se responsabilizó a la FMC con estas instituciones educativas.

La incorporación de la mujer al trabajo hizo posible que de las pocas que trabajaban fuera del hogar en 1959, hoy el sector femenino constituya el 60,1 por ciento por ciento de la fuerza laboral del país, al tiempo que se produjo un cambio en la estructura ocupacional, al crecer las categorías de técnicas, profesionales y obreras calificadas, las que hoy sobrepasan el 63 por ciento.

El apoyo a la escuela, a la Salud; al quehacer de prevención y atención social, la ayuda a organizaciones hermanas en distintas latitudes, el trabajo comunitario y las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia, son algunas tareas acometidos por la FMC. 

LOGROS Y NUEVOS RETOS

Justamente las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia, lideradas por la FMC fueron creadas en 1990 por su secretaria general. Constituyen una herramienta para ayudar a buscar soluciones a los problemas, y saber evaluar las causas que los generan. Desde entonces son espacios privilegiados para el encuentro intrafamiliar, de diálogo y complicidad; de amigos y vida nueva; así como poderosas fuentes de consejería y adiestramiento para quienes desean prepararse para la vida.

Para la psicóloga Myrtha López Téllez-Navarrete, sus 64 años de edad y la jubilación, no son limitantes para ejercer como coordinadora de la Casa del capitalino municipio de Plaza de la Revolución, además de dar consultas. “Esta es mi otro hogar; los pacientes, mis amigos; el colectivo, mi familia”, asegura.

Al decir de esta psicóloga, la Casa es un espacio de sabiduría, reflexión y beneficio para mujer, hombres y la familia que acuden a tratar temas como la legalidad de la vivienda, violencia, sexo, moralidad… o simplemente a preparase en determinados oficios.

Dentro de ese local además de los espacios para el diálogo y las consultas existen salones provistos de equipamientos en los cuales se imparten cursos de adiestramiento de técnicas del masaje, peluquería y barbería, costura, computación, secretariado, gestión comercial, idiomas, tránsito y cocina.

Aunque en esta Casa no se resuelven “todos” los problemas, el mayor reconocimiento está en que la población ha ido tomando conciencia de que en ella encuentra un aliciente a sus conflictos y un espacio para reflexionar, concluye.

Cincuenta y dos años de intenso quehacer y de éxitos de una organización que agrupa a más de 4 millones de mujeres, devienen expresión de sueños y nuevos anhelos e invitan al recuerdo, a la reflexión y al homenaje 

La FMC tiene como principal reto ayudar al perfeccionamiento y actualización del modelo económico cubano; y asumir nuevas formas de trabajo que permitan parecerse más a la mujer cubana de estos tiempos.

Uno de los combates está en el imperativo de hallar nuevos escenarios para las jóvenes, las amas de casa, escucharlas más, al tiempo de estrechar los vínculos de la FMC con los centros laborales donde prima la presencia femenina, en virtud de conocer sus preocupaciones y necesidades.

También, lograr que dentro de tanta responsabilidad y ocupación la mujer —capaz de combinar su fuerza, el poder de decisión y la ternura—, asuma cada vez más cargos de dirección a diferentes niveles, pues resulta contradictorio, como se ha señalado otras veces, que a pesar del alto nivel técnico y profesional solo el 36,7% alcance cargos de dirección.

Aunque al cierre del 2011 el 62,8% de las mujeres eran graduadas de educación superior y el 35,6% correspondían a la enseñanza técnico y profesional, no pasa inadvertido lo concerniente a la continuidad de estudios de las muchachas. Es deber de la Federación inculcar a la familia la necesidad que tiene el país, de técnicos y obreros calificados y cómo ellas pueden desempeñarse también en oficios no tradicionales para el género. Asimismo incrementar el número de féminas a la agricultura, en especial a la producción de alimentos.

Las federadas con su actuación ofrecen cada día lo mejor de si para confirmar las palabras de Fidel, en diciembre de 1966, cuando expresó que “este fenómeno de las mujeres en la Revolución era una revolución dentro de otra revolución”, y así es.


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Raquel Marrero Yanes


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