martes, 24 de septiembre de 2024

Israel y Palestina: Más de lo mismo

Las conversaciones palestino-sionistas bajo el auspicio de los Estados Unidos tienen una sospechosa trastienda...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 08/08/2013
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Washington se empeñará en utilizar su pretendida imagen mediadora, neutral y constructiva.

John Kerry, desde su puesto de jefe de la diplomacia norteamericana, se esforzó con ganas para reunir en Washington a palestinos e israelíes en lo que él mismo califica como “una nueva oportunidad para la paz”.

El hecho presuntamente lo llena de gloria y halagos, claro, solo frente al hueco universo político y diplomático que suele pasar la vista sobre los acontecimientos y enmarcar displicentes mohines en forma se sonrisas.

Porque en lo real de la vida, cuando se tienen los pies sobre la tierra, es muy difícil entender qué de equidad, entendimiento y balance podrá esperar el pueblo palestino de un diálogo con Tel Aviv preparado y controlado por el mayor aliado internacional del sionismo.

El mismo que, entre otras cosas, no solo otorga a Israel el más elevado monto de su presupuesto para ayuda militar destinada al exterior, sino que le socorrió hasta convertirlo en una “clandestina” potencia nuclear, y que en todos los organismos globales veta la menor alusión al belicismo genocida de quienes dirigen el Estado judío.

Pero hay que entender a semejante padrino. En su actuación, que aparenta el interés de lograr la paz y la estabilidad entre la Autoridad Nacional Palestina, ANP, y los poderes israelíes, pesa con fuerza el deseo de seguir asegurando a su testarudo y hostil pariente un clima regional sin mayores tensiones, donde el malandrín persista en hacer de las suyas y en cumplir como hasta hoy el papel de gendarme imperial en la zona.

De hecho, y a instancias de los Estados Unidos, los estados árabes reaccionarios y hasta grupos islamistas extremos, amigos del terrorismo, no han dudado en marcar filas junto a Occidente y el sionismo, en la labor de convertir a Asia Central y Oriente Medio en un contexto geográfico afín por completo a la política oficial del poder norteño.

Con Palestina, el asunto se trata, pues, de intentar que en las conversaciones —que ahora abren sus puertas y deben ser prolongadas y tensas, según algunos observadores—, Tel Aviv otorgue alguna que otra concesión a los palestinos a cambio de que la ANP controle y cercene a los segmentos radicales que no aceptan mediatizaciones en las aspiraciones claves de sus compatriotas.

Y si eso no fuera posible, siempre quedaría el arma mediática para subrayar que son los árabes, y no los israelíes, los que siembran, con sus extremas exigencias, toda suerte de obstáculos para establecer un clima de paz.

Todo, acallando, por supuesto, el papel saboteador que los segmentos más oscuros del sionismo suelen desempeñar cada vez que de negociaciones con los palestinos se habla.

De hecho, grupos extremos israelíes —en los que militan personajes como el actual viceministro de defensa, Danny Danon—, no solo reiteraron públicamente su oposición a todo entendimiento con los palestinos, sino que además rechazan la posible presencia en el diálogo de algunas figuras locales de tendencia moderada, a los que tildan de “flojas ante el reto árabe”.

Eso sin dejar de recordar que el actual gobierno sionista, bajo la égida del primer ministro, Benjamín Netanyahu, no es precisamente una dama en el trato con los palestinos y sus demandas.

Y es en ese contexto que la ANP, con sus innegables limitaciones y compromisos, tendrá que bregar para intentar materializar algunas de las más caras aspiraciones palestinas, entre ellas el establecimiento de un Estado independiente con pleno reconocimiento internacional.

Por demás, Washington se empeñará en utilizar su pretendida imagen mediadora, neutral y constructiva, para inmiscuirse aún más en una región que considera estratégica en muchos sentidos, e intentar concretar en el área su paz muy particular, en la cual no tienen cabida, ciertamente, los reclamos antisionistas ni las demandas de patria propia y plena igualdad de derechos para la diáspora palestina.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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