lunes, 30 de septiembre de 2024

La historia de una madre que conoció a su hijo de cinco años

“El adoptar es la capacidad exquisita de dar y recibir amor para quienes, como yo, no pudimos tener hijos biológicos”, cuenta Dailen Rivas en entrevista con Cubahora.

Maite López Pino, María del Carmen Ramón en Exclusivo 10/05/2015
1 comentarios

Cuando el almanaque marca el segundo domingo de mayo y millones hacen de esta la oportunidad para compartir en familia, llevar un pastel a mamá, revivir el viejo álbum de fotografías de quien ya es bisabuela, viajar largas distancias o hacer una llamada a mamá, nos llega la historia de Dailen Rivas. El testimonio de esta mujer, a quien la vida le impidió concebir y dar a luz un hijo, pero no así la posibilidad de ser madre, es una muestra de perseverancia y de que ser madre va más mucho más allá que los conceptos más convencionales.

 El Día de las madres es motivo de regocijo para muchos, pero también un día nostálgico para quienes en este minuto atraviesan problemas de infertilidad o para las miles de mujeres en el mundo que por distintas circunstancias tuvieron que renunciar a la posibilidad de amamantar, de abrazar a su hijo después del parto... Aquí la historia de Dailen, quien adoptó a su hijo a la edad de cinco años y hoy asegura que “lo esencial es invisible a los ojos y que no se ve sino con el corazón".

—¿Qué es para ti ser madre?

—Ser madre... es descubrir tu capacidad sin límites para amar.

—¿Cómo lograste tu sueño de ser madre?

—Toda mujer tiene dentro de su plena realización, sino la más importante, llegar a ser madre. Gestar, llevar dentro de ti a ese ser que desde su formación misma te roba el corazón es la cumbre, nuestra esencia. El destino  me hizo madre especial; la más sublime.

Un día mi vida casi se extingue y aunque sobreviví , no así mi sueño de arrullar al hijo anhelado. Por algún tiempo dejé de encontrarle sentido a mi existencia. Mi pérdida me mostró lados oscuros cuando mi alma solo se disponía a entregar, a procrear. Era muy joven para entender un golpe demasiado abrupto. Aún me encontraba en la Universidad, pues otro de mis sueños era ser maestra! Pero Ambos los conseguí, ¿cómo?... Te cuento.

El primer motor impulsor fueron mis padres y  abuela materna. Ellos se pusieron de alfombra a mi dolor, entonces comprendí que no me servía pisarlos para mitigar tanta pena, por el contrario levantarme no era elección sino obligación.  Entonces defendí una tesis de maestría que apostó a la máxima calificación y la ganó. Realizar un de mis anhelos fue reconfortante. Ahí emprendí la búsqueda de mi hijo... el único camino para mí era la adopción.

En Cuba la adopción no es esperanza para mujeres en mi situación pues las madres cubanas no tendemos a abandonar nuestros hijos: defendemos, amamos y morimos por ellos aunque en eso nos vaya la vida. Sin embargo, siempre hay sus casos, como decimos en buen cubano " le dan barbas al que no tiene quijá".

Por eso acudí a la Dirección Provincial de Educación que me correspondía. Al fin, pensé, soy pedagoga y por consecuente es el primer lugar donde debo plantear mi inquietud, mi deseo de amar, formar y educar como lo hago con mis educandos. El proceso duró cinco años. No es fácil, pero la capacidad de amar incluye la espera. Ese sentimiento desconoce barreras como el tiempo, desafía obstáculos y siempre me mantuve firme.

Eso lo primero es acudir a tu comunidad, recibir asesoramiento, información. Así comienza un proceso en el cual el corazón se dilata, es como un parto. Sueñas con tu criatura, con hacerla feliz. En ese instante la edad que tenga la criatura no es importante. Prevalece siempre tu condición de madre y el hacer a un niño feliz, en brindarle una educación  que lo conviertan en un hombre de bien.   Hay hogares en nuestro país de niños sin amparo filial. El adoptar es la capacidad exquisita de dar y recibir amor para quienes, como yo, no pudimos tener hijos biológicos. Para amar no basta la sangre. Como dijo Antoine de Saint Exupery "lo esencial es invisible a los ojos, no se ve sino con el corazón". Así me convertí en madre de un niño que ya tenía cinco años de nacido. Mi corazón de madre jamás reparó. Cuando lo vi, sentí la conexión para siempre que se establece al tener el primer contacto de una madre con su hijo.  

—¿Cómo es tu niño?

—Mi hijo es un niño feliz, de ojitos brillantes que reflejan esperanza, futuro. Ríe a carcajadas y eso me convierte en  madre dichosa, con permiso de todas. Yo me siento afortunada por tenerlo en mi regazo. Estaré para él siempre, y de hecho lo preparo para su futuro. No quiero que sea mi reflejo, quiero que sea él, mi hijo... esa personita feliz que incluso de hombre seguirá siendo niño ante estos ojos que siempre lo conservarán inquieto, destellante y henchido del amor que su familia le ha dado, ese es mi hijo.

"Un día me preguntó si yo era su mamá, pues conoció a la suya biológica. En ese instante tuve dos opciones: mentir o apostar a la verdad. Le expliqué todo desde su mundo, apelé a todo e incluso temí de su reacción. Hoy tengo además de un hijo, un amigo. Consejo más que anécdota: siempre la verdad a nuestros hijos, aunque esta nos cueste, nos duela".


Compartir

Maite López Pino

Ariguanabense de nacimiento. Periodista desde siempre, con título desde junio 2009.

María del Carmen Ramón

Se han publicado 1 comentarios


María
 16/6/15 16:07

!Hola Daylen!

!Mil felicidades para tí y mil más para la madre biolágica de tu hijo!, a ella porque no lo abortó, pues tristemente ese es el camino que escogen cientos de miles de cubanas de todas las edades y condiciones cuando no quieren un niño, incluso alegando un sin número de excusas; sin pensar que es una vida que están tronchando, que tiene todo el derecho a necaer y que siempre habrá una mujer y una familian dispuestas a criarlos y hacerlos felices.

Tengo una amiga que cuando su madre biológica salió embarazada con 15 años, huérfana de madre, con un padre enfermo y un hernano con trastornos mentales, __un cuadro muy dificil a todas luces___Pero antes que intentara abortar una vecina le dijo  que lo tuviera y lo criaban entre las dos. Esta mujer tenia la mejor casa del pueblo, un matrimonio estable con un hombre maravilloso, pero no podía concebir.La muchacha acertó y nació la niña, que llama a las dos "mami"; ya es madre de dos jóvenes y las dos tienen una hija.

Es una lástima que muchas prefieran negarle a sus hijos el derecho de nacer cuando tienen la posibilidad real de darlos en adopción. Creo que el estado debe proyectaese en la cultura de la adopción. No conocí las casas de beneficencia, con su torno y el apellido Valdés, pero bien vale que de alguna forma se salven de la muerte miles y miles de bebés que son abortados, los que pudieran llegar a ser cuidadanos dignos de este planeta.

!Ojalá muchas más hagan como ustedes dos!

Deja tu comentario

Condición de protección de datos