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viernes, 4 de octubre de 2024

La homofobia no es solo en telenovelas

Vivir anclados en el pasado, o aferrados a erróneos estigmas, lejos de hacernos bien, nos irá alejando cada vez más del curso natural del desarrollo humano...

Aymara Massiel Matos Gil en Exclusivo 17/05/2016
3 comentarios

Diversos fueron los comentarios suscitados en los hogares cubanos a raíz de una de las recientes escenas de la telenovela brasileña Imperio, que se transmite actualmente por la televisión nacional: el personaje de Enrico (dueño de un exitoso restaurante), al ver publicadas en internet unas fotos que muestran a su padre besando a otro hombre, lo enfrenta descontroladamente y lo acusa de inmoral y enfermo, mientras que la hermana reaccionó de manera diferente, asegurándole que eso no influiría en lo absoluto en el cariño que siente hacia él.

Algunos se cuestionaron la postura de Enrico y la calificaron de extremista y anticuada, otros lo apoyaron, e incluso, defendieron su reacción. Si bien esta problemática que muestra la serie televisiva amerita un profundo análisis, no es ese el objetivo de la presente reflexión, pero podríamos preguntarnos si el enfado de este hijo se debe al engaño de su padre, a su condición sexual o a lo que pueden pensar sus amigos, sus clientes, al conocer esta noticia.

Puede que sea un poco de todo, aunque el personaje ha dejado bien claro que para él es muy importante lo que piensen los demás, por tanto, no puede aceptar lo que es socialmente incorrecto o mal visto, aunque se trate de su propio progenitor. Habrá que seguir el curso de la telenovela para conocer el desenlace final de este conflicto, pero aprovechemos este ejemplo para acercarnos a un tema complejo y, por demás, sensible.

Para nadie es un secreto que en nuestro país se desarrollan numerosas acciones para promover el respeto hacia la diversidad, promovidas fundamentalmente por el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX); a pesar de ello, mucho queda por hacer aún para sensibilizar a una sociedad predominantemente machista.

Detengámonos a pensar con cuántos Enricos nos encontramos a diario, desde una ama de casa hasta un director de una empresa, desde un campesino hasta un eminente científico, ningún sector de la sociedad se ve libre de ellos, pero la solución no es culparlos ni arremeter contra ellos tildándolos de retrógrados. A veces las sociedades nos imponen reglas que, para bien o para mal, son las que rigen nuestra vida, no obstante, es necesario tener el suficiente grado de consciencia como para darse cuenta cuándo estas ya no resultan pertinentes.

Es cierto que la llamada sociedad patriarcal ha sentado bases que, en principio, no contemplan las relaciones entre personas del mismo sexo, pero no podemos vivir de espaldas a la realidad cuando lo que está en juego es el bienestar y la felicidad de seres humanos.

Vivir anclados en el pasado, o aferrados a erróneos estigmas, lejos de hacernos bien, nos irá alejando cada vez más del curso natural del desarrollo humano. Algunos manifiestan su preocupación al respecto, alegando que, cada vez es mayor el número de personas que mantienen relaciones con otras de su mismo sexo, y refiriendo que ese no es un sano ejemplo para sus hijos pero, hasta donde se ha dicho, la homosexualidad no constituye una cuestión de imitación y los ejemplos sobran.

De ser así, mi vecina, que mantiene una relación estable con otra mujer, ahora no estaría disfrutando de la maravillosa experiencia de ser abuela, porque su hija podría haber seguido sus pasos y devenir lesbiana, sin embargo no es así, si bien creció en el seno de una familia que muchos catalogan como no convencional, decidió casarse con un hombre y desde hace unos meses se estrenó como mamá.

No creo que los gustos sexuales se puedan imponer, ni mucho menos, que se puedan elegir, o si no por qué se arriesgaría una persona a sufrir discriminación y maltrato si podría escoger enamorarse de alguien que sí fuera “bien visto”.

Y pienso entonces en aquel profesor de filosofía, que bien pudiera ser de matemáticas, de gramática o de cualquier otra asignatura, pienso en él porque me inculcó los mejores y más nobles valores humanos, me enseñó a ser mejor persona, a ser más solidaria, más competente, a esforzarme por conseguir las metas propuestas, a ayudar a los demás incondicionalmente. ¿Acaso debo demeritar sus enseñanzas por el simple hecho de que no es heterosexual?

Y qué decir de ese periodista que todos admiramos por osado, o esa cantante que nos hace vibrar una y otra vez con sus interpretaciones, o ese deportista que nos trae alegrías con cada triunfo, o esa doctora que salvó la vida de un familiar aquejado… ¿es que acaso debemos juzgarlos por lo que deciden hacer en su intimidad? ¿El ser homosexuales los hace mejores o peores seres humanos?

A veces nos vanagloriamos diciendo que tenemos mente abierta, que no discriminamos, pero cuando nuestros hijos tienen amigos gays o lesbianas hacemos lo imposible por alejarlos, por miedo a que “se contagien”, como si de una enfermedad se tratara; o simulamos tolerancia y respeto hacia un compañero de trabajo y, sin embargo, cuando voltea la espalda cuestionamos sus preferencias. Esto es un claro ejemplo de hipocresía.

Como también sucede desde las instancias legales, cuando reconocemos que existen personas del mismo sexo que desde hace muchos años viven en concubinato, que incluso han formado familias, y a pesar de ello nada les permite legalizar su situación, para poder disfrutar de los beneficios a los que deberían tener derecho como cualquier matrimonio.

No se trata de cambiar la manera de pensar de nadie, cada cuál es libre de defender los principios en los que cree, aunque sí creo que debemos respetarnos los unos a los otros, pero no es solo respetar la diversidad, sino también la intimidad, los espacios públicos que todos compartimos, las creencias, las opiniones… aceptemos nuestras diferencias.

Es algo muy simple, vivamos nuestra vida y dejemos que los demás vivan la suya, de la manera que quieran, como mejor entiendan, cada cuál es responsable de sus propios actos, no somos quiénes para juzgar a otros ni por sus preferencias ni mucho menos por su orientación sexual.


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Aymara Massiel Matos Gil

Optimista, comprometida con mi profesión y, sobre todo, orgullosa de ser cubana.

Se han publicado 3 comentarios


MaryT
 17/5/16 17:10

Como he dicho en otros comentarios lo importante en el ser humano son los valores considero que todavía quedan mentes retrógradas que no entienden que personas del mismo sexo puedan amarse y disfrutar la vida como cada cual entienda. El Centro Nacional de Educación Sexual con Mariela Castro al frente está desarrollando un trabajo maravilloso en ese sentido, tanto a nivel de país como en foros internacionales, los apoyo en su trabajo y les digo de todo corazón que continúen así hasta ver si las personas entienden que vivir detenidos en el pasado o aferrados a erróneos estigmas, lejos de hacernos bien, nos irá alejando cada vez más del curso natural del desarrollo humano, dejen que cada cual viva su vida, respeten la decisiòn de cada quien, y de seguro se sentiran mejor consigo mismo.

Mirror
 17/5/16 10:47

Las personas no se acaban de dar cuenta que cada cual vive su vida como quiera, con lo que le guste y con lo que quiera hacer. No podemos vivir la vida de los demás, lo que hace falta es ser feliz, ese es el único principio de amanecer todos los días y darle gracias a Dios por eso. Hay que respetar para que nos respeten, eso es todo. Saludos.

Muy buen artículo, hace falta que muchas personas que estén en contra lo leyeran.

carlosvaradero
 17/5/16 10:08

Decia el benemerito de las Amèricas Benito Juarez que "el respeto al derecho ajeno es la paz"...pero pocos hacen oidos receptivos a estas palabras y se vuelven egoistas haciendo valer "su verdad" como si su verdad fuera la ùnica y valedera.

En este mundo tan diverso en que sabemos que cabemos TOD@S, todavia hay personas que no logran aceptar la diversidad aùn en pleno siglo XXI...cuanto tiempo habrà que pasar para que se den cuenta que el amor no tiene sexo y que aquellos de que "el hombre es para la mujer y la mujer para el hombre" es demasiado antiguo y anàcronico..

Si todavia algunos no quieren entenderlo, no hace falta desgastarse para que lo entiendan..al final ni ellos mismo van a poder impedir que dos personas del mismo sexo se amen...eso no lo va a impedir nadie y mucho menos en estos tiempos.

Hay quien se recome el higado cuando ve a dos hombre besarse o de manos en la calle y argumentan no sè què cantidad de argumentos arcaicos porque no lo entienden...pobrecitos...alguien querrà hacerselos entender, a alguien le importa si ellos lo entienden o no?...al final la vida està demostrando que no se puede vivir con esos rezagos...quien quiera vivir con ellos, es su problema, se seguiran recomiendo el higado....sòlo se hacen daño a ellos mismos..sin dudas!!...si no logran entender la diversidad, es su problema.

Dejen que cada cual viva su vida, respeten la decisiòn de cada quien, y de seguro se sentiran mejor consigo mismo.!

Viva la Diversidad!!

Saludos!

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