lunes, 23 de septiembre de 2024

La vendedora de caramelos (+Fotos)

“De maní, naranja, fresa, platanito y menta”. Los caramelos se apretujan entre las manos de Ramona, mientras la parada se va cargando de gente...

Eileen Sosin Martínez en Exclusivo 22/07/2013
5 comentarios
Caramelera 00
Ramona nunca se inquieta ante la presencia de otros vendedores, sabe que sus clientes son fieles. (Ariel Fernández Santos / Cubahora)

“De maní, naranja, fresa, platanito y menta”. Los caramelos se apretujan entre las manos de Ramona, mientras la parada se va cargando de gente. “¡Oyeee, pero si tiene más sabores que Coppelia”, dice algún observador y todos ríen a coro. 

Ella también sonríe tras sus gruesos espejuelos, una sonrisa completa, como de portada de revista. No usa aretes, pero un toque de sombra azul resalta la vanidad que aún queda en sus ojos. La parada sigue llenándose y parece que ella conoce a todo el que llega. “Hola, cómo anda”, “¿Por fin fuiste al médico?”, “¡Eh!, hace tiempo que no te veía”.

Aunque es una vendedora ambulante, Ramona viene todas las tardes con sus coloridos bastones de azúcar. Por eso conoce a los choferes desde lejos y sabe los horarios en que deben pasar las guaguas. La gente se acerca a preguntarle “cómo está la cosa hoy”, si ya “subió” alguna 174, o si han puesto “refuerzo”. Sus informaciones y pronósticos son la única esperanza en esta parada, donde muchas veces lo único que pasa es el tiempo.  

“Tenga cuidado, señora”, dice ella, que también luce inveteradas canas. “Oye, mi amigo, pero ya tú no estás para eso”, regaña al viejecito temerario que intenta irse en el estribo, sin reparar en que, tal vez, ella tampoco esté ya para esto. “Ayúdenlo a subir, caballeros”, intercede por el de las muletas. A ratos hace una pausa en su charla-pregón, enciende “un cigarrito” y dice que ya está vieja, poniendo cara de no creérselo ni ella misma.

Pero luego vuelve la cháchara. Los de menta son los que más se venden, “esos no me pueden faltar”, y "los de maní también gustan mucho". Para colmo, ahora también hay de “fruti-fruti”. Sin importar el sabor pedido, ella dice que ese es el más sabroso, o que usted sí que sabe escoger.  

Ciertos días aparecen otros vendedores, con pasteles, maní, chicharritas. Sin embargo, Ramona no se inquieta: sus clientes son fieles, además de que esos caramelos largos y duros son lo mejor para entretenerse un buen rato. Incluso desde las ventanillas de los ómnibus se extienden manos para que ella les alcance alguno. ¡Caramelo, caramelo!, la llama un señor, inconsciente del piropo dicho.

“El P2 está en la esquina, miren a ver”. Y se desata una avalancha humana, que luego el abnegado inspector de transporte habrá de acomodar dentro de los límites físicos o imaginarios del ómnibus rojo. “Bueno, hasta mañana, ten cuidado”, se despide de cualquiera.

Nunca se le ve llegar o irse, simplemente está ahí, como si hubiera aparecido de pronto. Como un hada de los caramelos, o de las guaguas, según. Un hada que calza tenis, dobla cuidadosamente los billetes y lleva grandes bolsillos para el menudo. “De maní, naranja, fresa, platanito, menta, fruti-fruti…” Así dice el estribillo de todas las tardes, de lunes a viernes. “¡Viste qué ricos están!”


Ramona viene todas las tardes con sus coloridos bastones de azúcar. (Foto: Ariel Fernández Santos / CUBAHORA)


Menta y maní, los sabores más vendidos por la caramelera.
(Foto: Ariel Fernández Santos / CUBAHORA)


A Ramona nunca se le ve llegar o irse, simplemente está ahí, como si hubiera aparecido de pronto. (Foto: Ariel Fernández Santos / CUBAHORA)


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Eileen Sosin Martínez

Se han publicado 5 comentarios


damaris
 2/8/13 11:55

hola te felicito por la crónica q le hicite a ramona pero también acabaste con ella porque si va un inspertor la va pasar muy mal con todos sus caramelos ,y la variedad de sabores

Kary
 2/8/13 0:50

Muy linda crónica. Lograste un retrato hablado y muy humano de esa vendedora. Te felicito.

Titi
 29/7/13 10:45

¡Pobre Ramona!, es triste cuando se llega a esa edad y hay que pasar el día en una parada o en el lugar que sea, pregonando y vendiendo para ganar cuatro quilos para cubrir necesidades que su mísero salario de jubilada no le cubrirá jamás.

Amilcar
 22/7/13 22:44

Ñoo periodista tremendo chivatazo le diste a Ramona. Si la atrapan son $1500.00.

nureya
 22/7/13 10:30

Lindo y humano escrito. Buenas fotos.

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