domingo, 29 de septiembre de 2024

Las cuerdas locuras del Caballero de París (+Fotos)

Varias generaciones de cubanos lo recuerdan y tejen sus leyendas sobre aquel hombre que ni siquiera la historia devela del todo...

María del Carmen Ramón en Exclusivo 31/12/2014
5 comentarios
Caballero de Paris
Escultura de Villa Soberón sobre El Caballero de París en el convento de San Francisco de Asís.

Una escultura en bronce en el Centro Histórico de La Habana Vieja donde probablemente muchos cubanos se hayan fotografiado, una canción de Liuba María Hevia y de Barbarito Diez, pinturas, caricaturas, fotografías y hasta una estatua viva con barba y cabellos largos en Obispo se han encargado de contarme su leyenda.

Era imposible que conociera al Caballero de París en vida: cuando en 1985 se despidió definitivamente de este mundo, yo apenas soñaba con nacer, mi madre en ese entonces se unía en matrimonio a mi papá y no sería hasta 1989 que yo llegaría al mundo. No obstante, recuerdo que durante mi infancia siempre me acompañó una pregunta ¿por qué de París si era de Cuba? y también aquellas incontables veces en que mi abuela me decía con emoción: “mira, mira, por aquí pasaba el Caballero de París, yo lo vi una vez en este lugar mirándome”.

Varias generaciones de cubanos lo recuerdan y aún tejen sus leyendas alrededor de aquel hombre que ni siquiera la historia nos devela del todo: disímiles son las versiones sobre el porqué de su apodo, sobre la razón de su encarcelamiento y locura, sobre sus amores y diversos sitios de trabajo. Las historias son tantas, que quizás solo me quede claro que llevaba por verdadero nombre el de José María López Lledín, que era oriundo de Fonsagrada, en España, y que llegó a La Habana un 10 de diciembre de 1913, a la edad de 12 años.

¿Pero cómo un hombre español y luego habanero de pura cepa, del que solo el Paseo del Prado, la Avenida del Puerto, la Plaza de Armas, el Parque Central, las calles Muralla, Infanta y San Lázaro y la esquina de 12 y 23, en el Vedado conocían sus pensamientos y perturbaciones podría llamarse “Caballero de París”?

¿La respuesta? Que si obtuvo el apodo de una novela francesa, que si la gente empezó llamándolo "El Caballero" en la "Acera del Louvre"—una acera del Paseo del Prado—, que si por el estilo francés de su vestimenta, que si el responsable fue el semanario humorístico "Zig Zag"…No importa, lo único que está comprobado es que aquel hombre que padecía parafernia aseguraba que La Habana era “muy parisién” y que él era “mosquetero, corsario y caballero de Lagardere".

Cuentan que jamás pidió nada a nadie y que incluso regalaba cucharitas de postre, sacapuntas, estampitas de santos, flores y dulces en forma de agradecimiento a quienes lo saludaban.

La mayoría de los relatos coinciden en que el Caballero de París perdió la razón cuando fue arrestado en 1920 y remitido a la prisión del Castillo del Príncipe en La Habana, por un crimen que jamás cometió.

¿El motivo del encarcelamiento? Entre millones de teorías, Manuel Pérez Rodríguez, otro personaje habanero famoso conocido como "Bigote de Gato", relata que la razón fue que la esposa del dueño del hotel "Habana", donde el Caballero trabajaba como dependiente, se enamoró de él y que el dueño, celoso, puso un billete de $20 bajo su almohada y lo acusó de robo.

Pero junto a esta la leyenda, un libro del último especialista en salud mental que lo atendió en el Hospital Psiquiátrico de Mazorra, el Dr. Luis Calzadilla, recoge otras cinco que varían entre acusaciones de asesinato, el robo de un billete de lotería, celos y hasta hurto de joyas. En todas ellas, El Caballero de París aparece como inocente.

MUCHO CABALLERO PARA UNA ESTATUA

Cuando ya enfermo de parafernia este hijo de Cuba comenzó a deambular por las calles de La Habana y su familia determinó que lo mejor sería regresarlo a su pueblo natal, el Caballero aseguró que si lo embarcaban para España se tiraría al mar. Nadie sabe qué misterio tenía La Habana para él. Algunos aseguran que no quería que su familia lo sostuviera, ni le diera dinero y por eso se entregó a las calles de la capital de Cuba.

Quizás una de las pruebas más fehacientes de la razón que se escondía detrás de su locura aparece en una de sus anécdotas más conocidas, narradas en el libro del doctor Calzadilla: “El Caballero, junto con otros conocidos personajes callejeros, entre ellos "Bigote de Gato" y "La Marquesa", fueron invitados por Gaspar Pumarejo, el pionero de la TV de Cuba, a servir de jueces en su programa en vivo "Escuela de Televisión". Al final del programa, Pumarejo quiso regalarle $20 a cada uno de los miembros del panel. Cuando trato de darle dinero a "El Caballero", este respondió: "Ni mis sentimientos ni mi alcurnia me permiten aceptarle ese dinero. Yo lo cedo a Bigote de Gato para una fiesta que va a dar en su establecimiento." Pumarejo, vacilando un instante, respondió: "Entonces, ¿Por qué no lo dona a la Casa de Beneficencia?" a lo que "El Caballero" respondió "Bueno, está bien, vamos a donarlos... pero ¿qué hacen los ricos y el gobierno, que son los que deben atender a la Beneficencia? Esto así es una limosna y no está bien que los niños de la beneficencia tengan que recibir limosnas."

El 7 de Diciembre de 1977, El Caballero fue internado en el Hospital Psiquiátrico de Cuba en Mazorra, en las afueras de La Habana. Hasta entonces, jamás amenazó a nadie, no pidió dinero, ni molestó a quienes se sentaban a su alrededor. El Caballero se fue para dejarle un hueco a La Habana y fue internado con el único motivo de mejorar su ya deplorable estado de salud.

Antes de morir, cuenta el Dr. Luis Calzadilla en su libro titulado “Yo soy el Caballero de París” que José María López Lledín le dijo: “Por favor, no me llames más Caballero. Ya no soy el Caballero de París. Estos no son tiempos de aristócratas ni de caballeros andantes”.

El médico le inquirió: “¿Ya yo no soy tampoco, su fiel mosquetero?” “No, Calzadilla, desde hace años sólo eres mi fiel psiquiatra”

Y quizás esta anécdota lo marcó para la historia, aunque el tiempo no ha podido cumplir su deseo, porque despojarlo de su apodo sería arrebatar a La Habana su leyenda.

Solo una parte de sus anhelos finales fue cumplido: “La melena no quiero que me la corten porque es un recuerdo, para que la pongan en un museo cuando me muera y todos la sigan viendo (...)”, le dijo también a Calzadilla. Hoy, la cabellera de este hijo de La Habana está guardada en el Museo Municipal Francisco Fina García del municipio de Boyeros, en la municipalidad  del Hospital Psiquiátrico de La Habana.

Cuando se cumplen 115 años del nacimiento del Caballero de París, aún su imagen nos sorprende cuando desandamos La Habana, aún alguien quiere conservar una foto con él en la Basílica del Convento San Francisco de Asís o alguna abuelita le dice a su nieto “mira, por aquí pasaba el Caballero de París”.  Mientras, yo sigo soñando con que José María López Lledín me regale un clavel y pensando que él es mucho Caballero para conformarme con una foto en su estatua.


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María del Carmen Ramón

Se han publicado 5 comentarios


Hecman
 9/7/19 16:32

Justo por estos días, preparando una actividad para mi clase de español, sentí la necesidad de profundizar sobre la vida de esta leyenda humana de la ciudad donde vivo. Me gustó mucho este artículo, me aportó información que no conocía y me incita a seguir investigando.

Quisiera compartir mis impresiones sobre algo que veo con mucha frecuencia y con lo cual no estoy de acuerdo. Acepto en lo que respecta al imaginario popular, ya la leyenda mayor es real, el Caballero de París existió, se cuentan muchas anécdotas y se inventan otras...

Yo quisiera hacer un llamado público para conservar y cuidar la estatua dedicada a este personaje cubano de origen español, dentro de poco el dedo índice de la mano izquierda de la estatua desaparecerá por completo pues "el imaginario" y la bendita buena suerte al que lo toque ... así lo han querido... Y lo que es aún peor, hace algún tiempo otros "imaginarios -yo diría carentes de imaginación y ávidos de dos o tres cuc del turismo internacional- populares" han decidido que para la buena suerte hay que tocar además del casi gastado dedo, la barba y con el pié el calzado izquierdo de la referida estatua...

Esto es algo inadmisible desde todo punto de vista, cuidemos nuestro patrimonio, es así como podremos legar una parte de nuestra historia a las futuras generaciones de cubanos y de visitantes en su bregar por donde tiempos atrás también lo hiciera Jesé María López Lledín, en Cuba conocido como el Caballero de París.

Iñaki
 24/11/18 16:38

Hola como tantas y tantas personas,yo me hice una foto con la estatua del Caballero de Paris , y les quedo agradecido por la aclaracion y historia de este hombre ,me ha impresionado saber que he paseado por las mismas calles que este hombre.Gratamente impresionado gracias

carlos
 13/12/16 7:28

L:o conoci desde adolecente casi.  Me lo preseno mi tio. Despues  mayor lo vi muchas veces en distintos lugares que frecuentaba. por ultimo lo vi muchas veces en 23 y 12 vedado...maravilloso y fascinante personaje. No se siempre lo vi con admiracion y carino.. sabia ese era su muindo....su fantasia.

La Habana y el  Caballero son inseparables. esa es su obra....

mario
 31/12/14 9:38

bella crónica, así es, quién no tiene una foto con el caballero de París??? pero qué falta de respeto lo que está haciendo la estatua ambulante esa de Obispo, cobrar por hacerse pasar por el caballero de París, por favor, el caballero de París nunca pidió un centavo, eso es deshonrar su memoria

Miriela Delgado Morales
 13/8/18 13:15

Concuerdo contigo, pienso que hay formas más honradas de ganarce el dinero, que no sean manchar la memoria de un difunto. Este personaje debería ser ejemplo para muchos cubanos, ya que la honradez es una cualidad muy hermosa.

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